Un resultado nulo quiebra el alma de Salvi Jiménez
El púgil vallisoletano acarició el Campeonato de Europa hasta tal punto que creyó merecerlo,... y quizás lo hizo
Nunca antes, en su corta pero prolija carrera, un golpe le dolió tanto a Salvi Jiménez. Nunca, con anterioridad, se le había visto de rodillas, ... desencajado dentro de las dieciséis cuerdas, teniendo que ser levantado por un rival. Nunca antes, y eso que ha tenido a varios buenos enfrente, había tenido delante a un boxeador de la calidad de Juanfe Gómez. Y nunca, con anterioridad, le habían impedido abrocharse un cinturón que merecía, como era el de campeón de Europa, que no pudo llevarse a casa, con sus hijos y su mujer, la única persona que le había hecho postrarse genuflexo en un ring, por una decisión tan ajustada en las cartulinas que incluso casi se puede definir como controvertida.
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Si la cara es el espejo del alma, el de Salvi se encontraba quebrado en los minutos posteriores a una decepción que no se esperaba. Las tarjetas de los jueces alumbraron un optimista 116-112, enfrentado a dos 114-114. Combate nulo, en consecuencia, y un título que se escapaba, ajustado otra vez en la cintura de Juanfe, que no ganó con claridad más de tres o cuatro asaltos, afirmaba alguien cerca del vallisoletano cuando intentaban recomponer las piezas de su confianza rota. Y, seguramente, tenía razón: al 'Mago', como apodan al ilicitano, le costó entrar al combate y tardó al menos tres 'rounds' en entrar y anotarse el primero. Con esa desventaja, la diferencia, o, más bien, la igualdad, la marcó lo parejo; a la postre, hubo dos o tres asaltos de difícil definición que, al parecer, dos de los árbitros apuntaron en la cuenta del campeón.
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Salvi Jiménez afrontó la pelea de su vida como todas, y a la vez, como ninguna. Mostró ambición y fue presionante, pero a la vez, tuvo un foco quizás inédito, contenedor, como si supiera, como sabría, que la batalla iba a ser larga. No se desguarneció en un momento; incluso cuando desde el quinto Juanfe Gómez quiso llevar la iniciativa, sus esquivas hacían que los golpes fueran al aire en multitud de ocasiones. Ciertamente, así le pasaba también al vallisoletano a veces, dado que los buenos movimientos de evasión, más que de disuasión, hacían que su rival tampoco encajara muchos golpes. Una mano volada por aquí –hubo varias que no 'tocaron pelo'–, un buen crochet por allá –de Salvi, en el noveno, que sí impactó–, Juanfe y su decisión de sacar más la adelantada con el avance de la pelea… Y todo hasta llegar a la pausa previa al undécimo asalto, en la cual el lenguaje gestual de la esquina de Jiménez era de quienes creían, y el de la contraria, de a quienes les hacía falta un acto de fe.
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Varias décadas después
45 años después de la última contienda entre españoles por un Campeonato de Europa, después de que pasaran también varias décadas del último Europeo por el que pugnó un vallisoletano, el único título de este calado que se encuentra en manos de un boxeador nacional dejaba algunas dudas, pero quizás pocas. Si Salvi se hizo con los tres primeros con claridad y con otros tres en la parte central del combate, mientras Juanfe parecía tener muy claro el quinto y no más de tres en la segunda mitad, malo sería… y malo fue para el boxeador del barrio de Pajarillos, a quien su público fiel espoleó, una vez más, con su padre como principal animador. Conocido el resultado, apenas pudo hablar el aspirante, dolorido como si esos dos 114-114 hubieran sido un gancho al mentón. No lo fue, porque no ha habido todavía quien ose a doblegar al 'ciclón', el orgullo de un pueblo que se mostró herido con el nulo, por las semejanzas que guarda con una derrota que no fue, y que ya reclama venganza en forma de revancha. No será igual, pero en ella pensaba ya, en esos instantes en los que el espejo del alma parecía estar roto, el equipo de un campeón, todavía, sin cinturón.
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