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Lydia Valentín muestra el gimnasio que tiene instalado en casa para entrenar. Instagram

Los deportistas olímpicos piden un salvoconducto para poder entrenar

Cerrados los CAR y sin posibilidad de entrenar en piscinas, pistas o embalses, atletas de élite reclaman ser confinados o aplazar ya los Juegos de Tokio. El Gobierno no piensa ceder «hasta que pase la crisis»

Lunes, 23 de marzo 2020, 11:00

El debate lleva días en las redes, en los medios, en la sede del Comité Olímpico Español (COE), donde su máximo responsable, Alejandro Blanco, ha hecho suyas las quejas de los deportistas de élite por no disponer de un salvoconducto que les permita salir a entrenar. Tanto los que ya han sacado billete olímpico como los que están en esa carrera piden un permiso especial con el que mantener su ciclo de entrenamientos para no estar en inferioridad de condiciones con deportistas de otros países. «El Gobierno no tuvo en cuenta a los deportistas en el Real Decreto que declaraba el estado de alarma y tampoco ha querido escucharles después», señala Blanco, que el pasado viernes mantuvo una videoconferencia con dirigentes federativos y con algunos deportistas olímpicos –el palista Saúl Craviotto o el karateca Damián Quintero, entre otros–, para informarles de las últimas gestiones y de la negativa del Gobierno, que no piensa ceder «hasta que pase la crisis».

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Por si hubiera poca leña en el fuego, la última voz en sumarse a esta petición ha llegado desde la Junta de Andalucía desde donde se ha echado más gasolina al pedir formalmente al Gobierno que el entrenamiento de los deportistas de alto nivel sea considerado actividad laboral.

En ese escenario, el debate tiene dos frentes incluso entre los mismos deportistas con voces muy críticas y también otras más condescendientes con el estado de alarma que vive el país. En la gran mayoría de los casos coinciden en las dos soluciones que se proponen: O confinarles en los diferentes centros preparados (CAR) y así poder continuar con sus planificaciones o aplazar ya los Juegos Olímpicos de Tokio (JJOO) -lo hizo este domingo pero sin confirmar fechas-.

Este último extremo sentaría precedente en la historia de los JJOO que incluso en momentos extremos como la crisis financiera de 1987 o la guerra del Golfo en 1991 que hizo temblar el mundo se mantuvo firme para hacer prevalecer su lema: Más rápido, más alto, más fuerte ('Citius, altius, fortius'). La cita con los cinco aros se celebró en 1988 y también en 1992. Solo las dos guerras mundiales provocaron su suspensión en 1916, 1940 y 1944.

La pelota está ahora en el tejado del Comité Olímpico Internacional (COI), el Comité Organizador de Tokio 2020 y el gobierno japonés, que por el momento continúan empeñados pese a algunas voces críticas en inaugurar el evento el 24 de julio. Sí son muchos los intereses que hay en juego entre los deportistas, la caja que genera un evento como los Juegos Olímpicos no es moco de pavo. Basta echar la vista atrás a los de Río en 2016, con unos ingresos que alcanzaron los 5.700 millones de dólares, para adivinar por donde circula el debate interno entre los mandamases.

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En ese tablero ha irrumpido en las últimas horas una pieza nada desdeñable como la que representa Estados Unidos, dominador absoluto del medallero olímpico con 2522 preseas. Desde su Comité Olímpico (USOPC) se ha anunciado que no habrá atletas de su país en Tokio si no reciben «la más completa seguridad para la salud de los participantes».

A una y otra orilla son conscientes, sin embargo, de que el futuro del evento está en manos de la OMS.

Mientras se demora la decisión de aplazar o no los JJOO, los deportistas españoles se enfrentan a la obligación de entrenarse en casa y a la desmotivación que genera el paso de los días, máxime cuando muchos de ellos encuentran discriminatorias las medidas cuando las comparan con otros países.

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Carolina Marín, en el patio de su casa. Instagram

«Es una situación complicada, porque no estamos en igualdad de condiciones con el resto del mundo», denuncia Carolina Marín, que aboga por un aplazamiento mientras improvisa su entrenamiento en el patio de su casa en Huelva.

En la misma línea se manifiesta Lydia Valentín desde su gimnasio particular. «Los entrenamientos son un poco diferentes, porque no se pueden asemejar al Centro de Alto Rendimiento, pero intentamos hacer lo que podemos», comenta la haltera leonesa –bronce en Río, oro en Londres y plata en los Juegos de Pekín–, que comparte la incertidumbre de todos los deportistas. «Yo, personalmente, cada día pienso en si se van a celebrar los Juegos Olímpicos de este verano o no. Pase lo que pase, será lo mejor para todo el mundo y para los deportistas como tal. Solo espero poder ir en igualdad de condiciones que el resto», sostiene.

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En una situación diferente, casi extrema, se encuentra Mireia Belmonte, quien reconoce que en su domicilio de Badalona no dispone de espacios para entrenar y solo puede «subir y bajar escaleras». La campeona olímpica pide por este motivo ser confinada, «donde sea, para entrenar, sola si fuese preciso». Mireia se considera discriminada cuando lee a que a los olímpicos italianos se les han abierto tres piscinas en Roma y en Hungría, y va un poco más lejos en sus apreciaciones. «No es una exageración, pero si no te lanzas al agua acabas por no saber nadar», advierte.

El grado de desesperación va en aumento y en proporción al tiempo que llevan de confinamiento, algo que entiende perfectamente un olímpico como Narciso Suárez, bronce en Los Ángeles'84. «La gente se está jugando mucho en todos los sentidos, pero no se pueden hacer excepciones. Hay que cumplir las directrices de la OMS, eso sí todos en las mismas condiciones», apunta, consciente de que hay países que juegan con otras cartas.

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Celebrada ya la primera semana de confinamiento, la carta remitida por el ministro al presidente del COE no deja lugar a dudas sobre la postura del Gobierno para con los deportistas de élite. «Acogemos con preocupación sus quejas, y en cuanto la evolución de la enfermedad y del combate contra la pandemia lo permitan, sí intentaremos introducir algunas medidas de flexibilización para colectivos de deportistas muy específicos».

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