Y llegó la primera derrota
La Gimnástica pierde frente al Mirandés B su primer partido de Liga de la temporada en un choque plano en ataque
Sergio Perela
Miranda de Ebro
Miércoles, 24 de febrero 2021, 21:00
Tercer partido consecutivo fuera, partido en día laborable y hora extraña. Si había un encuentro propicio para perder por vez primera, era la visita en este aplazado ante un filial que llegaba de haber empatado en La Granja y acuciado por la presión de los equipos de atrás. Aunque perder nunca es plato de gusto, y menos cuando sabes que lo haces contra un equipo que tenía marcado el partido para cobrarse venganza tras la derrota por 6 a 1 en Segovia. La clave estaba en las dimensiones del campo, reducidas, y la altura y sequedad de la hierba, que se aliaron con la idea de Jonathan Prado de defender bien atrás y esperar sacar algo con la velocidad de los de arriba con espacios.
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Mirandés B
Alberto; Carles Marco, Rodrigo, Oier, Marotías, Santa; Santolaya (Chabo, min. 73), Óscar (Alfredo, min. 78 (Zunzu, min. 88)) y Juancar (Mario Espinar, min. 88).
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Gimnástica Segoviana
Christian; Adrián, Javi Marcos, Rui, Borao (Viti, min. 83); Del Castillo, Jorge Sánchez (Conde, min. 51), Nogueira; Dani Arribas (Ivi, min. 67), Adeva (Gómez, min. 67) y Calleja (Javi Borrego, min. 46)
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Goles: 1-0, Alfredo min 80; 2-0, Juancar min. 87.
La Segoviana, enfrentándose a una defensa de cinco atrás y mucho esfuerzo en medio, nunca terminó de estar cómoda en el partido. Los filiales no salían a buscar. Esperaban bien atrás, en las trincheras, repeliendo ataques poco comprometidos porque no llegaban por las bandas, sino con balones frontales demasiado fáciles. Las dos mejores ocasiones de la primera parte, y por ende del partido, llegaron en las dos únicas acciones medianamente reconocibles. Un balón de falta bastante frontal de Calleja que Adeva remataba al larguero y la única acción creativa por banda entre Arribas y Adrián, que el lateral ponía atrás y, en la segunda acción, Jorge Sánchez empalaba fuera por poco. Ambas llegaron tras muchos minutos de mascar la goma dura del frontón que proponía el Mirandés. Porque el filial hacía hincapié en la defensa y, en ataque, su propuesta nada versátil tenía dos nombres. O bien Juancar, espigado y de tranco temible, enganchaba la bola en línea de medios y conducía; u Óscar descolgaba alguna pelota con su fortaleza física que luego enviaba a portería con poco acierto, porque con el balón en los pies carecía de las virtudes que tenía sin él.
La velocidad, por tanto, sólo existía si aparecía Juancar; porque a la Segoviana la presión, la falta de espacios y la lentitud de la bola le estaban amargando la tarde. Era un partido en el que uno, la Segoviana, intentaba proponer sin mucha imaginación y menos acierto, y otro intentaba que pasase poco, sin más. Por eso Manu González en el descanso quiso adelantar y cambiar el paso para no bailar al son de los de Prado. Tiró de Javi Borrego y, poco después, de Conde. El primero lo entendió todo a la perfección nada más salir y empezó a volcarse el juego gimnástico hacia su zona de influencia, la izquierda. Amplió su zona de acción para aparecer también entre líneas, desde donde intentó sacar un par de balones hacia Adeva, que por su parte intentaba sacar de punto a los jóvenes centrales del filial de todas las formas posibles, sin demasiada suerte.
El tiempo en la segunda parte parecía transcurrir demasiado rápido, como escapándose entre los dedos del equipo de González, que ponía la voluntad faltándole todo lo demás. Y fue entonces cuando Jonathan Prado decidió ir subiendo la intensidad ofensiva, pero sin apretar el acelerador del todo. Primero apostó por meter a Alfredo, su nueve goleador, en lugar de Óscar. Estaba lesionado, de hecho duró diez minutos. Los suficientes. Nogueira salió a destiempo a un balón dividido en el medio que ofreció ventaja al Mirandés, que buscó profundo a un Alfredo que primero le tomó la espalda a Javi Marcos para luego escorarse a la izquierda y agazaparse esperando un apoyo. Ese apoyo se llamaba Juan de la Mata que, a lo mediapunta de calidad, puso una asistencia de vaselina por encima de los centrales para el desmarque diagonal de un Alfredo al que Borao habilitaba. Un golazo que condenaba a una Sego que quiso por voluntad, pero que vio cómo la venganza se consumaba con una segunda puñalada. Un corner a favor que, repelido, puso a prueba a Adrián, último hombre gimnástico. Su duda la aprovecharon las flechas del Mirandés, Chabo y Juancar. Ambos plantearon un dos contra una frente a Viti que terminaba como debía, con Juancar cruzando de izquierda a derecha en la portería de Christian.
Las derrotas siempre duelen, pero también son inexorables. La primera de la Segoviana ha llegado tarde para bien del equipo y no debe preocupar, porque no hay una sola señal de que esta sea la deriva que pueda tomar este equipo ganador que mantiene la distancia sideral con el resto de rivales por el ascenso.
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