El tictac de la Vuelta llega de nuevo a Valladolid
Será la décima contrarreloj en la capital; hubo dos más en Medina del Campo y Peñafiel. Hinault, Perico Delgado y Rominger, en la nómina de ganadores
J. C. Cristóbal
Martes, 9 de septiembre 2025, 07:04
El idilio de la Vuelta con Valladolid puede medirse con las treinta y seis pancartas de meta en las calles de nuestra ciudad, un amor ... a primera vista que se reflejó en que la etapa inaugural de la ronda, en 1935, discurrió entre Madrid y Valladolid, con llegada en la Avenida de la República, hoy Acera de Recoletos, frente a la calle Colmenares; el belga Antoine Dignef superó en el sprint a Mariano Cañardo y abrió la relación de ganadores de la Vuelta a España.
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Hubo más etapas en línea con final en Valladolid, muchas de ellas con salida en León, la clásica ruta llana con el viento como mayor enemigo, o desde Madrid; también desde la lejana Verín, con un largo recorrido de 301 kilómetros, desde Oviedo, o desde otras poblaciones de la actual Castilla y León: Soria, Ávila, Ponferrada, Béjar, Burgos, Salamanca o la galletera Aguilar de Campoo. La nómina de vencedores en Valladolid incluye a leyendas del pedal como Julián Berrendero (1941), Miguel Poblet (1956), Sean Kelly (1980) y Erik Zabel (2001); firmaron un doblete el gallego Delio Rodríguez en 1945, año en que ganó la Vuelta, y 1947, y el holandés Mathieu Hermans, que lo hizo de forma consecutiva en 1988 y 1989. Además de los ganadores de etapas en línea, están los que lo hicieran contra el reloj, que merecen párrafos aparte.
Valladolid, con el cerro de San Cristóbal y Parquesol como miradores de altura, supo hacerse un hueco en las clásicas de la Vuelta con las luchas individuales en sus llanuras. La del jueves será la contrarreloj número diez en la ciudad, la doce si nos abrimos a la provincia con los escenarios de Medina del Campo y Peñafiel. La lista de vencedores contra el crono mejora incluso la de vencedores en línea, y algunos de ellos tejieron sus maillots de ganadores finales de la Vuelta en las calles de Valladolid, con etapas tan decisivas como las de antaño en la Sierra de Guadarrama o las de hogaño en el Angliru.
Todo empezó en mayo del 64. La Vuelta llegó a León con una lucha cainita entre el Kas (Julio Jiménez) y el Ferrys (Otaño), vistiéndose de amarillo el Relojero de Ávila con la amenaza de los 63 kilómetros que separaban Becilla de Valderaduey del estadio José Zorrilla, donde se instaló un velódromo para la canonización del gran Raymond Poulidor, ganador de la etapa y líder definitivo en las dos últimas etapas hasta Madrid. Fue el único triunfo en una grande del eterno segundón. También fue el único día alegre para la parroquia pucelana, que acababa de ver cómo el Real Valladolid descendía a Segunda División para tardar dieciséis años en volver a Primera.
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Hubo que esperar quince años para disfrutar de una nueva CRI en Valladolid. Rodríguez Bolaños, que acababa de ser investido primer alcalde democrático de la ciudad, tuvo trabajo doble porque ese 10 de mayo de 1979 se disputaba una fórmula en desuso, por la mañana una etapa en línea, y por la tarde una crono, las dos con meta en la Cañada de Puente de Duero. El primer sector lo ganó al sprint el holandés Adri Van Houwelingen y el segundo el belga Fons De Wolf, por delante de Joop Zoetemelk, líder y amarillo hasta Madrid.
Este 1979 abrió una década prodigiosa con Valladolid como parada casi obligatoria de la Vuelta, parte gracias al rendimiento que ofrecían los equipos que dirigía el paisano Javier Mínguez, parte gracias al apoyo que brindaba la ciudad para salir a arropar en sus calles el paso del pelotón. Colegios, bares, tiendas y oficinas quedaban vacías durante unos minutos.
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La edición de 1983 es una de las más recordadas por el aficionado. El Renault presentó un equipo con tres ganadores del Tour, uno vigente (Hinault) y dos futuros (Lemond y Fignon) y los españoles plantaron batalla hasta el penúltimo día. Álvaro Pino entró líder en Valladolid y salió de amarillo el joven Julián Gorospe, que aguantó en el circuito del Pinar de Antequera la voracidad de Bernard Hinault, quien se exprimió de tal forma en Serranillos para entrar en ganador en Madrid que le costó su concurso en el Tour.
Dos años después Valladolid fue la elegida, el Día de Villalar, para arrancar la Vuelta con una CRI prólogo de solo 5,6 kilómetros por el casco histórico de la ciudad. El gigantón holandés Bert Oosterbosch fue el más rápido, ocho segundos por delante de un prometedor ciclista del Reynolds de nombre Miguel Indurain. Fue la Vuelta de la emboscada de Perico Delgado a Roger Millar en la Sierra de Guadarrama.
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La Vuelta repitió crono en Valladolid en 1986 con dos protagonistas que ya aparecieron en líneas anteriores: el escocés Roger Millar, gafado en España una vez más, y Álvaro Pino, que le arrebató el maillot amarillo en la Feria de Muestras y lo defendió hasta el último día en Jerez. La ciudad lo vivió como un triunfo más porque el gallego era el jefe de filas del Zor-BH de Mínguez, el equipo vallisoletano. El vencedor de la CRI fue Charly Mottet, un gran ciclista a la sombra de sus grandes compañeros del Renault.
1987, tercer año consecutivo con crono en Valladolid. Un día antes, el 'casanova' Roberto Pagnin venció en solitario y se fue a casa; al día siguiente, con salida y meta frente a la Plaza de Toros, hubo una pelea por la etapa, ganada por el 'teka' Jesús Blanco Villar, y otra por la general, con Sean Kelly, pese al forúnculo que le atormentaba, arrebatando por un día el amarillo a Lucho Herrera, quien lo recuperó de inmediato en Ávila y lo conservó hasta Madrid.
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En 1989 la crono viajó de la capital a Medina del Campo, donde Perico Delgado, vigente campeón del Tour, refrendó su liderato con la tercera victoria parcial en la ronda. Solo dos años tardó la Vuelta en volver a Valladolid con un guion similar al de la última vez: el líder Melchor Mauri ganó con autoridad a dos días de entrar en Madrid; poca broma, y es que Mauri superó a un Indurain en su momento cumbre y venció en las tres modalidades contra el crono que se sacó de la chistera la Vuelta 91: una en tríos, otra por equipos y la tercera, individual.
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La de 1994 volvió a ser especial porque fue la última que se disputó en primavera y Valladolid, como nueve años antes, abrió la Vuelta con un prólogo; la ciudad se hermanó con Lille, que también fue rampa de salida del Tour, y con ese motivo se levantó un monolito en la Acera de Recoletos caído en el olvido. Allí mismo se vistió de amarillo el suizo Tony Rominger, que ese año soñó con competir contra Indurain, y no abandonó esa prenda hasta la entrada en la Castellana.
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La Vuelta, ya en otoño, se olvidó de Valladolid. Muchos años después, en 2010, la crono se desplazó a Peñafiel, donde venció el eslovaco Peter Velits y se coronó líder el italiano Vincenzo Nibali, que arrebató el maillot, ya de color rojo, a Purito Rodríguez y lo vistió hasta Madrid.
Tuvieron que pasar veintinueve años desde la última contrarreloj en Valladolid capital, la de Rominger, para recuperar su etiqueta, casi tres décadas de olvido con solo cinco llegadas en línea, la última en 2012 (Daniele Bennati); así que había ganas de bici en 2023, se recuperó la expectación de los años 80, y la afición vallisoletana disfrutó con el poderío de Filippo Ganna y la defensa del estadounidense Sepp Kuss.
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