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En medicina, se conoce como TAC (Tomografía Axial Computarizada) a una serie de análisis que introducen al usuario en un gran tubo para examinar el ... interior de su cuerpo, a fin de localizar tumores, detectar fracturas, buscar apendicitis o evaluar problemas pulmonares, entre otros diagnósticos. En Valladolid, el TAC (cuyas siglas desbrozar ahora sería una falta de respeto a nuestros lectores) llega también a nuestras calles con el propósito de examinar los cuerpos, si bien esta vez desde el exterior: sus límites, a través de piruetas y acrobacias de numerosos artistas de todas partes del mundo, incluida la propia Castilla y León, para deleite de la ciudadanía aficionada de todas las edades.
La jornada del sábado por la mañana vino a rubricar lo que ya se intuía el viernes por la tarde: finalizadas las obligaciones laborales, y con un tiempo estupendo invitando a salir a la calle, las familias no tenían problema en esperar varios minutos, e incluso alguna hora, mucho antes del comienzo de la representación señalada en las sillas o los espacios intuitivamente dispuestos para gozar de la mejor ubicación.
Y es llamativo porque llegar a un TAC tarde, e incluso a tiempo, supone perderse mucho. Tal ha sido la entrega de nuestra ciudad con la cita anual, a la que un año más cabe esperar un notable éxito, al menos de público, y el respaldo de la gente a esta apuesta cultural que nutre de teatro diferentes espacios públicos durante unos pocos días de mayo.
Desde las ruinas de la Colegiata de Santa María la Mayor, la Compagnie Isi brindó uno de los espectáculos más bellos del día; con dos mujeres bailando en torno a un mástil con singular ritmo y armonía. Su diálogo de cuerpo y miradas, acompasado por música electrónica y danza 100% urbana fueron el vehículo perfecto para aludir a la (in)comunicación.
Desde el Campo Grande, los pinballs de los catalanes Holoqué hacían las delicias de pequeños y mayores nostálgicos, mientras Olga Martínez danzaba entre las sendas con su 'Al vaivén'. La máxima expectación se concitó en torno al estanque con 'Surcouf', de la compañía francesa Sacekripa, cuyos integrantes se confundían, figurada y literalmente, con el público minutos antes de la representación, cuando un periodista trató de entrevistarles para obtener sus valoraciones de esta vigesimosexta edición.
Pero al fin, Mickaël Le Guen y Benjamin de Matteis se hicieron 'a la mar', y sus payasadas, en el más teatral y positivo de los sentidos, culminaron desde la inestabilidad de sus balsas hasta los chapuzones más alocados, en un número de natación sincronizada «bien propio de Esther Williams», en palabras de Carlos, vallisoletano asistente a este número.
En los márgenes del Campo Grande, la portuguesa Margarida Montenÿ apelaba, desde sus blancos, a la tristeza en 'Blue', en otro espectáculo aéreo con grúa mediante ritmos desafiantemente lentos en su arranque y una banda sonora cuasi-lynchiana. En la plaza Zorrilla, no mucho más lejos, los británicos Motionhouse reconquistaban los aplausos cosechados el día anterior con sus bailes y equilibrismos en 'Wild', uno de los números más laureados de esta edición.
Pero no solo de puertas para afuera brilló el talento teatral de esta edición del TAC: 'VIuDAS' del colectivo de mujeres creadoras de Castilla y León, nacido del encuentro de residencia del TAC, vertebró pequeñas historias sobre la pérdida, el cambio o la vida y la muerte, a través de confidencias bajo nueve enormes paraguas para uno o dos asistentes en cada uno, mediante canciones, relatos y performances interactivas.
«Yo le sujetaba el paraguas mientras ella me cantaba una canción y relataba su historia con una polichinela», explica Charo. «A nosotros nos ha emocionado mucho su historia sobre viajar y seguir disfrutando de la vida después de perder a alguien que ha muerto», confiesan Verónica y Martín.
El ambiente de TAC se respiraba a cada esquina, incluso entre los comentarios casuales entre quienes paseaban, parecía que despreocupadamente, si bien trataban de seguir el itinerario más rentable logísticamente: «A este no vamos, que me han dicho que no está tan bien cómo parece», comentaba una mujer a su amiga. Otros comentarios aludían, inevitablemente, a la polémica que ha marcado esta edición: la cancelación de la francesa 'Quasimodo/Esmeralda', desarrollada por Lézards Bleus y Antoine le Menestrel en la fachada de La Antigua: «Una metedura de pata del Ayuntamiento», valoraba Martina.
En los espectáculos con entrada, tanto la instalación de la Casa Revilla 'La Calidesa', colaboración madrileño-balear entre Coma14 y La Societé de la Mouflette, como la interactiva 'Arbre' (árbol), de la compañía catalana Arrels de Bosc, en el Jardín Romántico de la Casa Zorrilla, se preciaron de colgar el cartel de 'Localidades agotadas'.
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