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Lola Herrera y Natalia Dicenta, en 'Camino a la Meca'.

La libertad no tiene edad

El Calderón se pone en pie para aplaudir a Lola Herrera en 'Camino a la Meca'

Victoria M. Niño

Valladolid

Domingo, 5 de octubre 2025, 11:40

El director argentino Claudio Tolcachir buscó una obra para trabajar con Lola Herrera y le propuso 'Camino a la Meca', un canto a la amistad ... y a la libertad de Athol Fugard. Tres personajes, una noche y el abrigo de una casa para desnudar sus almas en medio del desierto. Herrera es Helen Martins, la anfitriona, que recibe a Natalia Dicenta, su amiga Elsa. Su complicidad está por encima de la diferencia generacional, de la vida contemplativa de la primera y la activa de la segunda. Se tienen ganas, hace tiempo que no se ven.

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Camino a la Meca

  • De Athol Fugard. Dirigida por Claudio Tolcachir. Intérpretes; Lola Herrera, Natalia Dicenta, Carlos Olalla. Teatro Calderón.

Herrera se mete en la piel de esa escultora excéntrica que existió y vivió en un pueblo de la Sudáfrica del apartheid. Levantó en torno a su casa un bosque de 'monstruos', de estatuas que a sus vecinos protestantes les evocaban el infierno. Construyó su Meca, su lugar en el mundo, a pesar del rechazo de su comunidad. Un accidente doméstico le sirve de disculpa al pastor Marius para indicarle el camino a la Casa de ancianos. Pero Elsa detiene la maniobra. No la reconoce en la aceptación de la injerencia del religioso y le recuerda su libérrima soledad, su estoica mirada a un entorno que ha sido poco amable con ella y en el que, sin embargo, decidió vivir y crear. El texto bordea la depresión, el suicido, el miedo a la ceguera que acecha a Helen.

A su vez, la apasionada Elsa tiene sus propias ruinas que confesar. Ninguna busca la felicidad, más bien son consecuentes con su apuesta por la independencia. Se disfrutan antes de volver a la vida y, sobre todo, ríen. Son dos papeles a la medida de sus intérpretes y de su relación. Lola Herrera oscila entre la fragilidad y la determinación, entre la alegría y la desesperación. Habla y se produce el silencio, se mueve e hipnotiza a los incondicionales que llenaron el Calderón. La enérgica Dicenta y el elegante Carlos Olalla acompañan a esta Helen/Lola que ya no tiene edad, como la libertad que defiende. Los tres lucieron la kufiya al final en recuerdo de la guerra de Gaza.

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