Lola Herrera: «Hay muchas mujeres hoy que trabajan en contra de sus intereses»
La actriz vallisoletana protagoniza este fin de semana 'Camino a la Meca', un texto que reivindica la libertad de decidir y el valor de vejez, en el Calderón
Lola Herrera vuelve este fin de semana al Teatro Calderón, el escenario donde debutó cantando a los 12 años, donde creció haciendo radio antes de irse a Madrid. Viene con 'Camino a la Meca', una obra de Athol Fugard, dirigida por Claudio Tolcachir, que es una defensa de la libertad de decidir y la visibilización de la vejez en tiempos de edadismo. Por eso Herrera habla de «espejo» en el que el público, que lleva llenando los teatros desde que estrenaron en invierno, se puede mirar y sacar consecuencias. La acompañan en el escenario Natalia Dicenta, su hija, y Carlos Olalla, también presentes en la rueda de prensa, a la que no acudió la concejala de Cultura, Irene Carvajal. Sí lo hizo el alcalde, Jesús Julio Carnero. La coalición municipal se reparte la presencia pública escenificando las divergencias ideológicas.
La cita era también la primera para el nuevo director del teatro Calderón, José María Esbec, que aceptó su papel de reparto en una rueda de prensa transida por la actualidad internacional y los desvaríos políticos internos. Los tres actores lucieron la kufiya palestina porque «ya que no podemos acudir a las manifestaciones ya que a esas horas trabajamos, aprovechamos cualquier altavoz para gritar 'viva Palestina' y defender Gaza, para mostrarnos en contra del intento de exterminio de un pueblo», defendió apasionadamente Natalia Dicenta.
'Camino a la Meca' cuenta la historia de Helen Martins, una «escultora excéntrica» que vive en un pueblo en Sudáfrica y que «decide ser libre en un ambiente pacato, pro apartheid, regido por la Iglesia», explicó Natalia. «Decide hacer sus esculturas de visiones y escapar de la cuadrícula que determinaba su camino. Tiene una amiga más joven, Elsa Barrow, que soy yo, una activista contra el racismo. Una se convierte en el refugio de la otra».
Herrera encarna a Martins. «Que a los noventa años pueda meterme en su piel, para seguir defendiendo los derechos y la libertad de la mujer es lo mejor que me puede pasar», sostiene la vallisoletana. «Es un espejo para que se mire esta sociedad a la que no le importa la vejez, que silencia y desprecia. Es una obra que habla de los derechos de la mujer y de que la edad no debe interferir en nuestras decisiones».
En la «sororidad» de ambas protagonistas interfiere «la contra», como llaman al personaje de Olalla, el pastor Marius.«Soy parte de la iglesia reformada holandesa y estoy llamado a mantener el orden de la comunidad. Helen, esa díscola, presenta una amenaza. Creo que una lectura del texto que distingue entre religión y espiritualidad. Marius está anclado en la primera y Helen, en la segunda a través de su arte. Siempre recuerdo esa frase de Bowie que dice que la religión es para los que tienen miedo al infierno y la espiritualidad, para los que ya hemos estado en él». La metáfora del camino a la Meca tiene que ver con «que no nos tiene que avergonzar el dolor que es el que nos hace ser como somos».
Sobre la última propuesta de Vox en torno al aborto, Dicenta diagnosticó que «vivimos una involución. Las mujeres nunca podemos relajarnos, en cuanto nos damos la vuelta, nos pisan la cabeza» y lamentó el uso de la «enfermedad mental sin ninguna evidencia científica». Lola Herrera, por su parte, apuntó que «vivimos en un mundo donde todos los días hay disparates de estos. Pensamos poco en las consecuencias. Avanzar cuesta mucho y retroceder, muy poco». En cuanto a la situación de la mujer, recordó «lo mucho que hemos batallado, las de atrás de nosotras más aún.». Por si no lo recuerda la audiencia, advirtió, «siempre hemos vivido pisoteadas, no hacía falta ni el divorcio. El hombre se largaba y te dejaba con todo. Aunque trabajaras y sacaras a tus hijos adelante no podías ni firmar las notas, porque hacía falta un cabeza de familia que solo podía ser el padre. Por eso me choca tanto que haya mujeres hoy, y son muchas, que hacen una labor en contra de sus propios intereses».
A Lola Herrera le dan vergüenza los bulos, la falta de respeto a los ciudadanos, el lenguaje de la política. Es una de las excepciones al edadismo denunciado y a sus 90 años sigue disfrutando de sus trabajo: «Necesito estar en el teatro, descansar de mi siendo otras. Estoy enamorada de mi profesión. Sin ella hubiera saltado («nos ahorramos mucho en terapia», apunta Natalia)»
«Entiendo que haya un edad de jubilación establecida para algunas profesiones, pero para otras como esta, que es una pasión, en la que puedes conectar con el público y pasan cosas maravillosas, no. No pienso jubilarme nunca», dice riendo. «Soy consciente de que no me queda mucho, de que mi futuro está a la vuelta de la esquina y no vendré muchas veces más».
Las funciones son este viernes, sábado y domingo a las 19:30 h.