Escenas ambivalentes en el Teatro Calderón

La puesta en escena es un continuo deambular en una escenografía con unos listones de madera, una escalera y varios objetos, el ataúd en el que se turnan los tres actores, dos sillas, teléfonos móviles etc. Los actores se mueven continuamente en formas paralelas o juntos, una especie de aproximaciones hasta el abrazo final de los tres. Está cerca el pasado y ese juego del presente que no deja de tener tristeza.El montaje es geométrico y muy detallistas, sobre todo con el reloj de pulsera y los móviles.

La luz se apaga y cambia en algunos momentos y la pared de detrás sigue siendo un misterio. Es un espectáculo ruidoso desde ese título que le conviene. Los tres actores veteranos realizan una buena labor, y sus gestos son muy explícitos, siempre buscando proximidad en sus movimientos casi mecánicos y haciéndose muy bien los muertos cuando correspondía. Me parecía en algunos momentos que estaban reflejando esta época tan dura, aunque la risa asoma muchas veces. La escena puede llegar a ser fácilmente ambivalente.