Cristina Urdiales, con los trajes expuestos en Gondomatik. RODRIGO JIMÉNEZ

Cinco bares de Valladolid exhiben los trajes 'queer' para una obra de Shakespeare

Cristina Urdiales expone el vestuario diseñado para la obra 'Tito Andronico', puesta en escena por La Bien Pagá

Víctor Vela

Valladolid

Martes, 31 de enero 2023, 00:11

«Yo soy chamarilera de espíritu», dice Cristina Urdiales. Los cajones de su casa, los altillos, los armarios y baúles están todos llenos de flecos, ... de telas, de botones y alfileres. «A mí cualquier cosa me vale. Y si no es para hoy, me servirá mañana. Seguro. Así que lo guardo». Y lo mejor, explica, es que sabe perfectamente dónde conserva cada cosa. Nada se pierde.

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Por eso, cuando Anahí van der Blick y Eva Valdespino, del espacio escénico La Bien Pagá, le lanzaron el reto, Cristina lo aceptó al vuelo. Sin dudarlo. «Necesitamos un vestuario para poner en escena 'Tito Andronico', la tragedia de Shakespeare. Pero buscamos algo que recuerde a David Bowie, a Madonna, con estética 'drag queen'. ¿Te atreves?», le preguntaron. Cómo no, fue la respuesta.

Cristina buscó en los cajones, los armarios y los baúles y se sacó de la manga, con material totalmente reciclado, nueve trajes que ahora, fuera de los focos y lejos de los escenarios, pueden verse en cinco bares de Valladolid.

Gondomatik, Morgan, Coco Café, La Bici y La Passión

Gondomatik (calle Gondomar), Morgan (en Solanilla), Coco Café (en la plaza Federico Wattenberg), La Bici (Macías Picavea) y La Passión (Ruiz Hernández) exhiben, hasta este miércoles, 1 de febrero [finalmente, se ha prorrogado hasta el día 24], los diez vestidos que los actores de La Bien Pagá utilizaron durante las representaciones de la obra, en el jardín romántico de la Casa Zorrilla y el centro cívico Bailarín Vicente Escudero.

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«Fueron seis meses de trabajo para solo dos funciones. Y pensé: esto no se puede quedar así». Cristina planteó la idea a los cinco hosteleros implicados y el resultado es una 'ruta-vermú' que permite descubrir el vestuario teatral mientras se disfruta de una caña o un café. Así, colocados en maniquíes, pueden verse los trajes que llevaron en escena los intérpretes que se metieron en la piel de Bassiana, Saturnina, Lavino o Tamaro.

Los trajes de Cristina Urdiales diseñados para 'Tito Andronico' y expuestos en Valladolid. EL NORTE

«En el grupo somos más mujeres que hombres y cambiamos el sexo a los personajes», explica Cristina, quien ha contado con la colaboración de Virginia Díaz y Ana Gutiérrez-Semprún para el montaje de esta exposición textil.

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«Yo no hago bocetos, dibujo fatal. Pero no tengo problemas para trabajar en volumen», dice. Así que los vestidos fueron tomando forma según salían a borbotones de su imaginación. «Hasta que las ideas no salen de mi cabeza no descanso. Hago las cosas por salud mental», asegura Cristina, quien subraya que todo el vestuario se ha confeccionado con material reciclado, con esas telas y botones que guardaba por casa. Y buena parte procede, además, del mercadillo de la calle de la Salud.

«Ángel Borja tiene un puesto fantástico donde consigo muchas de las cosas que necesito». Allí recolectó un material gomoso y acolchado, procedente de viejas zapatillas de andar por casa, que unió a retales y adornos reciclados para crear este vestuario a lo Bowie. «Con todo lo que sobra por el mundo, ¿por qué no darle un nuevo uso?», se pregunta Cristina, encantada con el resultado de un vestuario resistente que captó la esencia de la obra.

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Humor en la tragedia

«'Tito Andronico' es una tragedia enorme, muere hasta el apuntador, y a veces, el dolor excesivo puede derivar en comedia, en una risa sanadora para no tomárnoslo demasiado en serio», asegura esta artista sin etiquetas que es actriz, marionetista, profesora de yoga y de pilates, fabricante de jabones artesanos y decoraciones florales.

«Al no saber muy bien lo que soy, puedo fluir. Ahora soy diseñadora de vestuario, pero dentro de cinco minutos me convierto en madre, en profesora, en actriz. Así nunca nos cansamos de quienes somos y podemos cambiar de papel. Somos intérpretes de nuestra propia vida», dice Cristina, quien, lejos de las etiquetas, se define así:«Mi cabeza es como una ferretería. Tengo cajones con tuercas, arandelas de todo tipo. Y todo, en un momento dado, puede servirme». Solo basta, dice, con dejarse llevar, pero nunca condicionada por las corrientes.

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«Como no puedo cambiar la sociedad (se me hace bola), decidí cambiar yo. Nos han hecho ir a todos por el mismo carril. Y yo ya estaba cansada de ver culos y cogotes. Si cambias de dirección y te das la vuelta, empezarás a mirar a las caras de los que van contigo en este camino. Ydescubrirás sus sonrisas, sus malestares, sus sufrimientos.Yeso es mucho mejor, ¿no?», plantea la diseñadora de unos trajes con inspiración drag que pueden disfrutarse en cinco bares de Valladolid, entre la caña y el café.

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