Rodrigo jiménez

El resurgir del vinilo 'salva' la última tienda de discos de Valladolid

Discocenter sobrevive como refugio para amantes de la música gracias al renacimiento de la afición por lo analógico

Domingo, 16 de mayo 2021, 09:18

Es la última tienda de discos de Valladolid. Un lugar para viejos placeres cada vez más exóticos. Ya saben, eso de entrar, mirar, tocar, preguntar, ... deleitar la vista con las cajas de Cd y, sobre todo, con los estantes repletos de los viejos vinilos, que hoy son perfectamente nuevos, impolutos y, de hecho, recién editados. Entrar a Discocenter, situada en Alonso Pesquera 2, es como viajar al pasado. Pero un pasado que, como en un eterno retorno, se ha convertido en presente actual. Porque si el vinilo mandaba cuando Carolina González, la propietaria, comenzó a iniciarse en los placeres de la música, ahora vuelve a ser el rey.

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Hace unos meses conocíamos que en Estados Unidos los vinilos superaron en ventas al Cd por primera vez desde el año 1986 cuando el nuevo formato digital todavía no había desbancado a lo analógico. El dato lo proporcionaba un informe de la Asociación de la Industria de la Grabación de América (RIAA, según sus siglas en inglés), según el cual en el primer semestre del año pasado las ventas de vinilo supusieron en EEUU 232 millones de dólares (195 millones de euros) frente a los apenas 130 millones de dólares (109 millones de euros) del cd.

En España, según los datos de Promusicae, no hemos llegado a tanto, aunque los grandes discos de plástico negro -ahora ya, también, de otros colores- copan ya casi el 40% de las ventas de música en soporte físico. Pero esos datos nacionales se quedan cortos respecto de la experiencia de la tienda Discocenter de Valladolid que, de hecho, ha convertido su apuesta por el vinilo en uno de los ejes de su supervivencia. Carolina González estima que los discos analógicos pueden suponer el 60% de las ventas de Discocenter, frente al 40% de los cd. Unos porcentajes que se aplican a unas ventas de entre 60 y 70 referencias cada semana.

Los vinilos más demandados

-Letter to you, de Bruce Springsteen

El retorno del Boss con la E Street Band es siempre una apuesta segura para los amantes del vinilo. Springsteen y sus viejos colegas no se reunían para dar forma juntos a un disco, como la banda que creó 'Born to run', desde hacía varias décadas.

-Power up, de AC / DC

La última entrega del más célebre grupo de hard rock sigue desatando pasiones. Actualmente coincide con varios lanzamientos recientes de conciertos del grupo agrupados en cajas como 'Problem child' o 'A long way to the top'.

-Paranoid 50 aniversario, de Black Sabbath

Que a los amantes del vinilo les gustan los sonidos duros y fuertes es una evidencia. Basta consultar el fondo de 'Discocenter'. A esta edición de Black Sabbath podría añadirse, además, Iron Maiden y su 'Live after death'

-Gigaton, de Pearl Jam

Otra referencia de rock intenso, editada el año pasado en formato de vinilo doble después de siete años sin publicar nuevo material. Un disco muy celebrado por los fans y con un diseño y trabajo de arte verdaderamente impactante.

-Beatles y otros clásicos

Los discos de los Beatles se venden siempre (Abbey Road el que más últimamente, por su edición 50 aniversario), pero también los éxitos de Queen, el 'Brothers in arms', de Dire Straits, que se ha reeditado como doble Lp, o 'London Calling', de The Clash.

-El madrileño, de C. Tangana

El último fenómeno musical en España, el disco de C. Tangana, con colaboraciones de Jorge Drexler, Calamaro, Kiko Veneno, los Gipsy kings, Niño de Elche o Elíades Ochoa, entre otros muchos, está impactando también en su versión vinilo.

-El árbol y el bosque, de Rozalén

El cuarto trabajo de Rozalén es el más intimista de los suyos y es de los más vendidos entre los intérpretes españoles, junto al 'Acústico' de Manolo García, 'Lo que yo te diga' de Dani Martín o el 'Nuclear' de Leiva, el ex de Pereza.

Carolina González está convencida de que el boom del vinilo, que viene notándose especialmente en los últimos tres años, no será efímero. El vinilo ha regresado del mundo de los muertos y lo ha hecho para quedarse. «Venir a ver vinilos ya se está convirtiendo en una costumbre y el formato atrae a la gente joven», constata la dueña de Discocenter. «A los educados en lo digital, el vinilo les atrae por la presentación y por el ritual que acompaña su escucha. Y, además, el sonido es mucho mejor que el de las descargas digitales con las que están familiarizados».

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A aquellos acostumbrados al argumento de que la mayor calidad, y calidez, del vinilo requiere de equipos de alta fidelidad, y alto coste, para su pleno disfrute les sorprenderá descubrir que la mayoría de los nuevos usuarios cuentan con aparatos de alta fidelidad modestos en los que, en realidad, no es posible apreciar la diferencia, cuando se da, con respecto a un cd. Se entiende bien, en cambio, el atractivo del objeto en sí. Ni el mejor digipack puede competir con fotos tamaño poster y con la magia de un objeto cargado de evocaciones y recuerdos. «El vinilo es una novedad exótica que atrae. Pero no es simplemente una moda. Su boom va a durar. En cambio, el cd es percibido como algo obsoleto», admite González. «El cd siempre parece caro porque puedes tener lo mismo gratis, pero con el vinilo no tienes esa mentalidad. La diferencia de precio no se ve tan negativamente».

Este peculiar fenómeno de consumo guarda, en realidad, una relación directa con la proliferación de los servicios digitales de streaming que facilitan a los aficionados acceso a todo tipo de música a bajo coste. Estas plataformas proporcionan el alimento musical básico a los aficionados, podríamos explicarlo así, de modo que el vinilo aparece como un placer gourmet, un plato de lujo que te concedes de vez en cuando, dependiendo de lo que tu economía te permita, y que alimenta una especie de colección de objetos sagrados que vas atesorando en tu vivienda.

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Esto explica, probablemente, por qué la combinación de vinilo y cd en el mismo paquete tiene un atractivo limitado entre los nuevos aficionados a este formato. «Al comprador de vinilo le gusta el vinilo; le da igual si, además, trae el cd», opina González. En realidad, cuando necesita escuchar música con comodidad, recurre a las plataformas digitales. Muchos puede que ni tengan reproductor de cd. La fórmula combo (Vinilo + cd, que en España está promoviendo, sobre todo, Warner) atrae más a quienes tienen colecciones mixtas. En esos casos, el coleccionista compra en realidad el cd y el vinilo lo concibe como un refuerzo, un plus.

Carolina González. R. J.

La hija del creador de Goher Shop

Carolina es hija de Miguel Ángel González, hombre ligado al mundo de la música en Valladolid desde casi todos los frentes imaginables. Tocó en Los Dingos, actuó como representante de otros grupos musicales, y montó tiendas de música y hasta discotecas (en Cabezón, Nava de la Asunción, Grijota…). Es especialmente recordado por una tienda: Goher Shop, que abrió en el Paseo de Zorrilla hace más de 40 años. Eran tiempos de vino y rosas, de ventas generosas y despreocupación en los que el cd todavía no había aparecido y los discos tenían dos caras y había que darles la vuelta. También, durante mucho tiempo, tiempos de ventas masivas de discos digitales sin competencia a la vista. Pero luego la familia tuvo otras tiendas de música en Labradores o Bajada de la Libertad, bajo los nombres de Beethoven, Discocentro y Discocenter. Esta última fue la única que sobrevivió, en la calle Labradores. «Cuando mi padre se jubiló y me quedé sola al frente me pareció que aquel edificio era demasiado grande y me vine a Alonso Pesquera». Eso ocurrió hace 5 o 6 años. En ese tiempo, y también desde mucho antes, hubo de afrontar la crisis del cd, el auge de la piratería y las descargas ilegales y el derrumbe, en fin, de lo que había sido el modelo de negocio que había conocido. Un derrumbe que, poco a poco, fue acabando con todas las tiendas de música de Valladolid. Entre las últimas, Mastropiero y Charlie Récords, en este último caso por razones personales, porque nadie como él había apostado por el único soporte ahora pujante, el vinilo.

«Las tiendas que subsistimos nos apoyamos en clientes más especializados que buscan referencias concretas», explica. Ella recibe pedidos a través del teléfono y hasta por whatsapp y email. «Ahora es muy habitual llamar para informarse o encargar antes de venir», reconoce. Pero el romanticismo solo no basta, hace falta que los precios acompañen, y eso hay que trabajarlo. «Las compañías discográficas están levantando un poco la mano con las pocas tiendas que quedamos y eso está siendo un alivio», admite. Quien se acerque a Discocenter a fisgar descubrirá, para su sorpresa, que, en muchas ocasiones, sus precios no sólo son competitivos, sino incluso mejores que los de grandes tiendas.

Curiosamente, los meses del confinamiento, y los que le siguieron, con parón de actividad cultural, fueron buenos para la venta de música. «La escasez de conciertos y el no poder salir tanto nos ayudó, porque mucha gente optó por comprar música como compensación. Como, además, otros gastos no eran posibles, muchos volvieron a dedicar dinero a esto».

El top manta influyó en la caída de las ventas, pero no tanto en realidad. «Lo peor fueron las descargas de internet», admite Carolina González. Ahora tiene también que afrontar la competencia de la venta online. Pero este 'enemigo' le preocupa menos. Ha logrado asentar una clientela que confía en ella, que le hace encargos y que, en última instancia, quizás busque referencias en Amazon, pero prefiere comprárselas a ella. Ser la última mohicana le dota de un inevitable aura romántico.

Lo que sí valora el coleccionista son las ediciones únicas y las tiradas limitadas. Y ese placer lo alimentan las tiendas que, como Discocenter, pertenecen a la asociación Record's Store Day, que ofrece, en exclusiva para las tiendas asociadas, una serie de ediciones y reediciones que no pueden encontrarse en otra parte. Habitualmente son dos los días del año en los que se distribuyen medio centenar de nuevas ediciones únicas. El próximo 'record store day' será el 12 de junio. Apunten la fecha.

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Es probable que los viejos coleccionistas de vinilo, aquellos que guardaban en su vivienda toneladas de plásticos, muchos de ellos auténticos incunables hoy desaparecidos, entiendan a la perfección esta fascinación. Algunos se preguntan aún hoy qué tipo de enajenación mental transitoria los llevó a desprenderse de todas aquellas joyas en esos tiempos, ahora ya viejos, en los que el venerable formato parecía desfasado y muerto. La historia del vinilo es toda una lección para aquellos que creen que las sociedades evolucionan en línea recta y que ignoran que más frecuente que el progreso recto es el avance en círculos.

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