Alban Gerhardt: «Hay más entusiasmo por la clásica en España que en Alemania»
El chelista berlinés inaugura la temporada de la OSCyL con el concierto de Dvorák, bajo la batuta de Andrew Gourlay
Debuta con la Orquesta Sinfónica de Castilla y León (OSCyL), aunque ya conocía la sala y a Andrew Gourlay, el director titular que inaugura ... la temporada este jueves con un programa encabezado por el 'Concierto de chelo', de Dvorák. Alban Gerhardt (Berlín, 1969), hijo de músicos y nieto de compositor checo, se siente muy cerca de esa música pero además es «el mejor concierto para el chelo, y no solo lo decimos los chelistas, también el resto de músicos, porque además de ser bellísima su parte, trata de una manera extraordinaria al resto de la orquesta».
Esta obra, de casi cuarenta minutos de duración, ha sido dirigida por todos los maestros titulares de la OSCyL. Gerhardt lo grabó de joven, pero «ya no recuerdo cómo lo tocaba entonces. No lo toco tanto, así que cada vez me resulta una experiencia nueva».
Con Pau Casals y Rostropovich como maestros de referencia, Alban coincide con ellos en «tocar las obras maestras y seguir estrenando música contemporánea. Tampoco hay tanto repertorio para el chelo, pero es que un músico de verdad no puede especializarse solo en la música de un momento. A mí me resultaría aburrido». Respecto a la subrayada personalidad del ruso y lo que significa ser músico hoy reconoce «que era hijo de su tiempo. Hoy quizá no hubiera sido posible. Ahora cuenta más el marketing, no es tanto tu música como la forma en que te presentas, siendo buen músico, por supuesto».
Alban Gerhardt vive en Madrid, desde que su esposa es la concertino de la Orquesta Sinfónica de Madrid (Teatro Real). «He ido tres veces a la oficina de la Seguridad Social y siempre han celebrado que fuera músico. Hay más entusiasmo por la clásica aquí que en Alemania. Cada vez hay más músicos españoles importantes por ahí y aquí no ha dejado de invertir a pesar de la crisis de hace diez años».
Junto al concierto de Dvorák, la OSCyLinterpretará otras dos obras nacidas de momentos de penurias económicas de Wagner y de Mozart. El primero intentó financiar sus proyectos con una obra cómica, 'Los maestros cantores de Nüremberg', y el segundo sufrió en 1788 la crisis de la guerra contra los turcos y la huida de la aristocracia vienesa que podía pagar por suscripción el estreno de su sinfonía más popular.
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