Jóvenes a todo ritmo

Los jóvenes de la OSCyL, bajo la batuta de la portuguesa Joana Carneiro, imprimieron un ritmo nacido de la percusión que se fue adueñando del resto de secciones. Fue un anticipo de 'El altar de bronce', una obra compuesta por la mejicana Gabriela Ortiz, quien explica su fascinación por la obtención del bronce. La compositora imaginó cómo la aleación aún en estado líquido iría impregnando todos los sonidos. Contó para esta obra con el trompetista venezolano Pacho Flores, que exhibió un sonido limpio de alta calidad. Utilizó hasta cuatro trompetas para exponer la riqueza tímbrica de la obra. La amplia percusión transmitió con energía la naturaleza salvaje.

Los 'solos' de Pacho fueron los de un virtuoso para el que la trompeta no tiene secretos. Dentro del ambiente festivo, la partitura permite momentos para la improvisación. El final fue apoteósico y Pacho rindió homenaje con un 'merengue' venezolano en 5/8 a Aquiles Báez.

Para terminar, la directora se enfrentó a las danzas sinfónicas que sobre 'West side story' compuso Leonard Bernstein. El norteamericano dejó con ellas una huella imborrable. La cuerda lució en el tema más emotivo de la obra y los ritmos sincopados ayudaron a los músicos a un éxito merecido. Hubo propina: el 'Danzón nº2' del mejicano Arturo Márquez. La percusión fue un vivero de ritmos, timbres y atrevidos empastes. La orquesta suena cada vez mejor. Era un proyecto necesario, llevado a cabo felizmente.