Alba Ventura triunfa con la Schubert Filharmonia en Valladolid

Con absoluta naturalidad, Alba Ventura, asentada en una técnica robusta, pulsó los temas con claridad cristalina, dando a cada frase el acento adecuado y fluido. Las 'cadenzas' fueron modélicas, transmitidas con el aire fresco que se respira cuando suena un Mozart de calidad.

La orquesta dejó claro también que es una formación bien conjuntada que Tomàs Grau dirige con flexibilidad y dominio. A los aplausos respondió la pianista con uno de los preludios de Mompou, preferidos por Alicia de Larrocha. Alba Ventura pertenece a una generación que ha dado varios exponentes de primer orden, entre los que están Javier Perianes, Iván Martín y ella misma, los tres nacidos el mismo año. En la 'Sinfonía nº 4' de Schumann, la orquesta demostró su conocimiento, tocando con libertad y coordinación sobresalientes, vertiendo una versión fresca y dúctil de una obra que contiene varias innovaciones. Estas novedades fueron expuestas por Grau, apoyado en un 'concertino' de la experiencia de Krzysztof Wisniewski. Fueron los violines los protagonistas del 'vivace', elaborado con sonoridad creciente.

En la 'romanza' lució el solo de oboe. La obra fue creciendo y el 'scherzo' fue excelente en esa escala que sube y baja, mientras los metales eran protagonistas en el 'trio'. Y como un todo sin pausa, otra de las novedades, y con los músicos inspirados, la cima se alcanzó en el esforzado 'unísono' del último tiempo que se tornó en 'presto' con total conjunción. La orquesta, dejó una grata impresión al público que aplaudió largamente.