El cuplé, según un maestro sinfónico
La OSCyL celebra el año con el concierto ‘La copla, el alma de España’ bajo la dirección de Javier Gutiérrez, con las voces de Joana Jiménez y Álvaro Díaz y la bailaora Alba Heredia
Victoria M. Niño
Miércoles, 4 de enero 2017, 13:23
Su éxito fue su condena. Las canciones que entretuvieron a la España de la posguerra, las mismas que fueron llevadas al cine con el beneplácito del régimen franquista, resultaron denostadas con la democracia. «Ahora, sin prejuicios políticos, los chavales las cantan con su atuendo juvenil y todo el mundo disfruta», dice Francisco Javier Gutiérrez Juan, el director que se pondrá al frente de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León esta tarde para ofrecer el programa La copla, alma de España, con el que celebra el año nuevo.
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Esas telenovelas sintetizadas en tres minutos alcanzaron tal demanda que músicos como el maestro Manuel López-Quiroga, poetas como Rafael de León y dramaturgos como Antonio Quintero las convirtieron en su oficio, formando el trío que firmó miles de ellas. El programa que interpreta hoy la OSCyL, junto a los cantantes Joana Jiménez y Álvaro Díaz y la bailaora Alba Heredia gira en torno a la obra de esta terna a la que han querido devolver «su color original, como pasa en la restauración de pintura, hemos querido quitarle los intentos de modernización de los años cincuenta y sesenta, porque la partitura primigenia ya es lo suficientemente buena», dice el maestro Gutiérrez Juan. «Se trata de una interpretación historicista, que quiere respetar el original. Ahora hemos socializado este repertorio, haciéndolo en salas grandes que requieren amplificación de voz y más cuerda que en la plantilla original que describe Quiroga. No hay que olvidar que aquellas primeras coplas se interpretaban en el cuarto del señorito, en lugares reducidos y ahora lo acercamos al gran público con excelente calidad y respeto». El director sevillano no deja de investigar en los archivos del Ateneo de su ciudad que le ha deparado grandes sorpresas.
«Quiroga es muy conocido por sus coplas, sin embargo también tiene suites sinfónicas que he podido grabar no con orquesta completa pero sí de vientos. Fue un compositor que se formó con Turina, solo que este se fue a Francia y Quiroga se quedó en Madrid. Tenía pues una formación sinfónica, como intérprete y director. Es un compositor que recoge la tradición del final del XIX y principios del XX. Orquestaba muy bien, como Ravel, al que hace un guiño en el Bolero flamenco con el que comenzamos el concierto. Utiliza instrumentos como el saxofón y orquesta pequeña», explica el director.
El concierto está concebido como un «punto intermedio entre la rigidez del clásico, el inicio es una obra sinfónica, y después se alternan las voces de los cantantes y la presencia intermitente de la bailaora. En un concierto de copla el público suele ser muy participativo, aquí sin llegar a eso sí queremos que lo pase bien y que sea distinta la escucha a un concierto de lieder de Schubert».
Gutiérrez Juan vive como el propio Quiroga en ese punto intermedio, «soy, como él, un infiltrado clásico en el mundo del flamenco y la copla. Mi casa está llena de toreros, cantantes y bailores. Yo dirijo indistintamente ópera, zarzuela, repertorio sinfónico o copla». Para este músico que hizo el camino contrario al habitual, del podio de la Orquesta Bética al de la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, «el flamenco además del ritmo domina el silencio y eso es lo propio de su fenomenología musical, esa tensión-reflexión. Cuando se produce lo que llaman el duende, el pellizco, hay que hacerlo bien. Ese folclore que acompaña a la canción española tiene muchos puntos en común con el folk centroeuropeo, el que viaja con los gitanos. Así se lo explico a los músicos de la orquesta y a partir de ahí hablamos todos el mismo idioma. Las orquestas son cada vez más flexibles». Luego están las historias de las coplas, esas que cantan besos de plata, a los ojos verdes como la albahaca o a los de la zarzamora, las que piden crespones negros para la Mezquita cuando muere un torero o las que apelan a un amor a prueba de infidelidades, consciente la tonadillera de que «no debía de quererte, y sin embargo te quiero». «Las hay muy modernas, que cambian en función de si las canta un hombre o una mujer. Antaño un niño sin padre escondía una historia terrible, en cambio ahora es algo normal», dice el director que confía las letras a dos jóvenes voces premiadas en la televisión autonómica andaluza, Joana Jiménez y Álvaro Díaz.
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Javier Gutiérrez anda ahora desempolvando la obra de Mezquida. «Hay muchos tesoros escondidos. El último que encontré fue la Romería de Zamarrilla, de Óscar Lehmberg. Hay mucha música que desapareció. Por ejemplo en la Orquesta Bética de Cámara, que fundó Falla, hubo una gran depuración y muchas partituras fueron quemadas».
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