El reto de alegrar un alma
Palomo tenía el encargo de componer una obra para un músico de salud quebrada y su ‘Humoresca’ se ha convertido en una celebración de la vuelta de Mirek a la OSCyL
Victoria M. Niño
Sábado, 21 de marzo 2015, 19:01
Hace hablar al contrabajo con el fagot, se dicen frases guasonas con las que arranca la broma sonora. Ese es el ánimo de la obra que ha escrito Lorenzo Palomo y ha estrenado Ximo Clemente con la Orquesta Sinfónica de Castilla y León. El encargo que recibió este cordobés, que lleva toda una vida en Berlín, era componer algo para el contrabajista Miroslaw Kasperek. Mirek, así le llaman todos, es el solista de su sección y lleva meses atendiendo la partitura de su cuerpo, al compás de los médicos. El juebes era bienvenido entre sus compañeros a los que en breve se sumará.
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«Mi música siempre quiere decir algo», asegura Palomo y en este caso tenía el reto de hacerlo a través del elefante discreto que es el contrabajo en la orquesta. «Era una apuesta difícil, nunca se me hubiera ocurrido escribir para el contrabajo. Es una obra corta, que quiere transmitir alegría a través del ritmo y el humor, y exigente, tanto para el solista como para la orquesta. Creo que Ximo lo resuelve colosalmente, se concentra desde el primer momento hasta el final».
Lorenzo Palomo conoció a Jesús López Cobos en Estados Unidos, cuando daba clase en la Universidad de San Diego. Al zamorano le propusieron la dirección musical de la Ópera de Berlín y le ofreció irse con él de colaborador. Y allá fue, de director, pianista y preparador del repertorio italiano. «En la cabina número cuatro de aquella casa he hecho buena parte de mi obra. Estoy acostumbrado a escuchar de fondo cantar a Verdi, Puccini o Mozart mientras componía, quizá por eso tiene un poso de lirismo casi toda mi obra, quizá por eso he escrito tanto para repertorio para voz».
Dos protectores castellanos
Considera a López Cobos y a Rafael Frühbeck de Burgos sus dos protectores. «Rafael estrenó y ha llevado por todo el mundo mis Nocturnos andaluces, con Pepe Romero a la guitarra.Poco antes de morir estrenó Fulgores, una obra para guitarra, violín y orquesta que me pidió. La premiere fue en Valencia, con él en el podio, y lo iba a dirigir en Berlín y Hamburgo, pero ya estaba muy enfermo. Lo dirigió Leopold Hagger, que ha estado hace poco aquí. A su vez, López Cobos estrenó mis Cantos del alma». Le gusta estar en los estrenos de sus obras. Hace dos semanas fue la Sinfonía de Córdoba en su tierra y ahora esta Humoresca. Lo que puede parecer normal es excepcional, lo sabe este escritor con lápiz que reniega de los programas para composición orquestal. «Me marché y he tenido la suerte de encontrarme en la vida con españoles a los que les ha gustado mi obra y la han incorporado a su repertorio. Además de los citados, hay que añadir a Miguel Ángel Gómez Martínez. Pero si no encuentras gente así, la obra del compositor es desconocida». Desde su mirada cenital en Berlín concluye que «países como Alemania, Italia o Francia aman y defienden a sus compositores y ahí están. España necesita reconocerlos y apoyarlos un poco».
Siempre le ha preocupado el público, por eso mide tiempos y condicionantes. «Las sinfonías largas son propias de los alemanes, de gente con una gran capacidad de concentración. Ni italianos, ni franceses, ni españoles somos dados a escribir obras tan largas. Los italianos escriben muchas óperas, pero se dividen en escenas. Mi Sinfonía Córdoba dura 30 minutos». Esa obra, junto a Fulgores, será grabadas en un cedé por la OSCyL el próximo año para el sello Naxos.
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