Francisco Umbral, con una hormigonera. EL NORTE

Umbral, a la conquista de la gloria madrileña

Austral reedita 'Trilogía de Madrid', la primera novela de un escritor que se curtió en El Norte y que convirtió en ficción su relación con una ciudad a la que dedicó libros y crónicas

Víctor Vela

Valladolid

Domingo, 17 de julio 2022, 00:17

Yo me vine a Madrid sin trabajo, sin una perra en el bolsillo, con una mujer a la que mantener y no dispuesto a que ella me mantuviera a mí, que hubiera sido lo más fácil». Se lo contaba Francisco Umbral, el 31 de mayo de 1964, a su compañero ManuLeguineche en una entrevista publicada en El Norte de Castilla.

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En aquel momento, Umbral llevaba ya tres años en la capital, abrillantando su nombre en las páginas de los periódicos y labrándose la fama en tertulias de café, las lecturas públicas (como en las del Instituto de Cultura Hispánica)y en premios literarios. Ganó por aquella época (con la novela corta 'Días sin escuela')el certamen de exaltación de los valores leoneses, consiguió el primer premio de un concurso de artículos sobre la lotería nacional, logró el segundo puesto en el Ciudad de Barcelona (con el relato 'Paradoja del flautista y el bombero')y se hizo, en 1964, con el premio nacional de cuentos Gabriel Miró, con 'Tamouré'.

Meses después, el 14 de junio de 1965, puso el punto final a su primera novela. Presentó al manuscrito alPremio Alfaguara, que se estrenaba ese año en el panorama literario español. No lo ganó. El jurado –entre los que se encontraban Camilo José Cela y Fernando Lázaro Carreter– eligió 'Las corrupciones', de Jesús Torbado. Y, según cuenta Anna Caballé en 'El frío de una vida', aquella decepción por no ganar desembocó casi en depresión (angustia, vértigos, mareos, hiperventilación). El texto de Umbral quedó finalista y vio la luz en 1966. Aquel libro, 'Travesía de Madrid', regresa este verano a las librerías de la mano de Austral, que recupera esta primera novela de Francisco Umbral, en una nueva edición con prólogo de Ángel Antonio Herrera.

«Estamos ante el gran libro inaugural de la obra masiva de Umbral», escribe Herrera, quien destaca que en esta travesía asoman ya «todas las prosperidades del porvenir de la palabra del autor, desde la prosa esbelta, adjetival y arborescente, hasta la autobiografía como impostura». Dice el protagonista y narrador –en un momento de la novela– que esta es la historia de «una vida entre la cama y la navaja».

El personaje principal es un joven macarra que busca cobijo en las pensiones y compañía en las calles de Madrid, al tiempo que intenta buscarse un sustento.

Por estas páginas desfilan los bares de Argüelles y los guateques en Bravo Murillo, los camiones de pescado aparcados en la puerta de Toledo y los cines de Gran Vía, las sillas metálicas del paseo de Rosales y los desayunos de café con churros en Chamberí. Más que la trama, Umbral se deja deslizar «por los despeñaderos del lenguaje», como explica Ángel Antonio Herrera. Porque 'Travesía de Madrid' es un «collage»(así lo definió el propio Umbral) que intenta captar la belleza frenética, el caos organizado, las miserias cotidianas de una gran ciudad en la que hay que hay que vivir y sobrevivir. Y todo ello, con unas ansias de libertad que el protagonista cree alcanzar en su relación con sucesivas mujeres.

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«El tema principal podría ser la mujer o la ciudad», comienza Herrera, pero a continuación matiza. Porque el gran asunto de esta primera novela larga de Umbral es «la confesión del yo, el poderío de la vivencia, la invención de la verdad, donde el estilo va antes que la certeza». Ydonde el escritor convirtió en ficción muchas de las incertidumbres y problemas que vivió, en primera persona, durante su desembarco en Madrid.

En 1958, Francisco Umbral comenzó sus colaboraciones con El Norte de Castilla. Un año después, se casó con María España en la vallisoletana iglesia de San Martín. En febrero de 1961, con 28 años y 15.000 pesetas (90 euros), puso rumbo a Madrid con un objetivo claro: triunfar en la literatura, colocar su nombre en las negritas que él mismo popularizaría en sus artículos periodísticos.

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En 1976, quince años después de su desembarco, de su periplo por pensiones y sus peticiones de colaboración en las revistas literarias, se convirtió en el gran cronista de la ciudad desde las páginas de 'El País'.

«El centralismo no es solo un fenómeno español. Lo mismo ocurre, sin ir más lejos, con París en Francia. Y en literatura esto es mucho más grave», defendía Umbral en aquella entrevista con Leguineche. Y añadía:«Hay que tener la categoría humana y literaria de un Miguel Delibes» para triunfar en el mundo de las letras más allá de la M-30. Precisamente, Delibes fue su padrino en El Norte, periódico que durante esos primeros años madrileños se convirtió en uno de los sustentos económicos para Umbral.

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El escritor se convirtió en un enviado especial al día a día del foro madrileño. «Reportajes, nada de ensayos», era la consigna de Delibes. Mientras escribía cuentos y diseñaba novelas (como esta 'Travesía de Madrid'), El Norte publicaba los textos, columnas y reportajes con los que Umbral conseguía ingresos en una capital hostil. Hizo entrevistas a Dolores Vargas, Vicente Escudero, Antonio Gades, Francisco Rabal. Charló con Francisco de Cossío en el Chicote. Visitó la Feria delLibro. Fue enviado especial a Robledo de Chavela (para ver cómo se recibían las fotos que el Mariner IV enviaba desde Marte). Remitía en verano unas «crónicas litorales» desde la Costa del Sol. Y publicó además las reseñas de esos libros que leyó mientras escribía su ensayo sobre Larra o esta primera novela. Como 'Alegría', de Francisco Pino. O'La linterna sorda', de Gabriel Celaya.

«Puede decirse que yo ya conocía la vida madrileña a través de los libros y los periódicos. Lo que hice al principio fue ir constatando lo que ya sabía», contaba Umbral en 1964. Ysacaba entonces su veta más provocadora. «Por ejemplo:es verdad que Cela tiene cara de burro. O es verdad que Zunzunegui suelta unos tacos muy bilbaínos».

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Francisco Umbral, frente a la máquina de escribir. EL NORTE

Pero Madrid era el destino claro. Pese a las dificultades iniciales. «Aquí estoy, metido en lo duro y difícil de la competencia. Yo sé que tengo que ser esto, malo o bueno. Y ni me duelen los golpes ni me entontecen los pequeños éxitos. Desde los ocho años escribo todos los días», contaba Umbral, quien en aquella época se declaraba admirador de Cela, de Delibes y Mihura, de Sartre, Henry Miller, Italo Calvino y Nabokov.

Hay 'lolitas' que desfilan por esta 'Travesía de Madrid', con una sucesión de personajes femeninos con los que el protagonista se intenta encamar. En noviembre de 1974 (con motivo de una reedición de la novela en Destino), El Norte publica una reseña sobre el libro inaugural de Umbral en la novela. Viene firmada por S. y el crítico dice que el artefacto umbraliano «trata de demostrar que el sexo es el último refugio de libertad», al tiempo que manifiesta un «profundo conocimiento de la gran ciudad y un talento infrecuente para comunicarnos su latido a través de una técnica de acciones simultáneas y proliferantes».

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Miguel Ángel Pastor –quien defendía que «el estilo de Umbral quizá tomara consistencia formal» con este título– publicó el 29 de diciembre de 1966 una recensión. «Umbral, con su dandismo más o menos estudiado, es un fenomenal trabajador de la pluma, un anarquista de las formas literarias». «Ha recreado algo de lo más recóndito de la colmena humana capitalina, la 'dolce vita' y el sexo, que dice que es el último reducto de la libertad humana», añadía Pastor, al tiempo que resaltaba la «provisionalidad» de muchos personajes, casi todos, en un «delirante conteo encadenado de seres que pasan un momento ante el objetivo de la cámara y a quienes solo podemos pedir su provisionalidad».

Hubo una reseña más en El Norte sobre 'Travesía de Madrid'. La firmaba Carlos Campoy. Y no ahorraba elogios. Situaba este texto ahora recuperado por Austral a la altura de 'La familia de Pascual Duarte', 'El camino' y 'El Jarama'. Destacaba su apuesta por «la descripción de un mundo en una gran turbulencia, seres que se mueven con una tremenda orfandad, sin asideros, sin firmeza ni seguridad». Con un protagonista «que no se encuentra a sí mismo» e intenta comprenderse a través del «erotismo sin fin, atormentado con la idea metafísica de la libertad».

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«Madrid es una dura y luminosa y hermética ciudad, pero la libertad está en las calles», apunta Umbral en esta novela, que convierte casi en personaje a una capital que fue constante material literario para el escritor. Su columna en El País se titulaba 'Spleen de Madrid'. Ypublicó títulos como 'La noche que llegué al café Gijón', 'Madrid 650', 'Madrid 1940' o 'Trilogía de Madrid'.

Miguel Delibes conversa con Francisco Umbral, en 1986. EL NORTE

«Lo gloria literaria –escribió Francisco Umbral en 'La noche que llegué al Café Gijón'– es una cosa de provincias, porque en Madrid el escritor no es nadie (aunque solo en Madrid puede ser alguien)». Madrid como trampolín y destino de la fama literaria se encontró siempre en el horizonte vital de Umbral.Valladolid se quedaba pequeño para sus sueños y ambiciones. Y en ese salto hacia la Puerta del Sol y alrededores contó con el impulso de Miguel Delibes.

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El autor de 'Los santos inocentes' le dedicó un artículo en El Norte, publicado el 24 de octubre de 1965. Era un espaldarazo público a un Umbral alicaído que sobrevivía en Madrid «con más sueños que dinero, con más versos que calderilla», como escribió en 'Diario de un escritor burgués'. Decía Delibes en ese texto de El Norte:«De tiempo atrás, la meta del escritor español ha sido Madrid. La conquista de Madrid suponía la gloria y su secuela, tampoco desdeñable, de la estabilidad económica».

Y seguía: «De los comienzos difíciles de los hombres grandes suele escribir todo el mundo, mientra que los fracasos de los pequeños que pretendieron desarrollarse y crecer en Madrid, nadie los recuerda;la vida estranguló sus aspiraciones y nada más». Pero no era este, a juicio de Delibes, el caso de Umbral, que por esa época publicaba su ensayo sobre Larra, su premiado cuento 'Tamouré' y se hallaba inmerso en la escritura de esta 'Travesía de Madrid'.

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«La edición de dos libros de Umbral, en el corto espacio de unas semanas, viene a refrendar un hecho que para quienes vigilamos desde sus inicios su sagacidad crítica y su ingenio creador no encierra nada sorprendente: la conquista de Madrid, en un brevísimo periodo y por la vía tradicional, es decir, tomando el tren con lo puesto y haciéndose de infantería». Y concluía:«Umbral figura entre los periodistas españoles de primera fila y se ha acreditado como un agudo y sensible narrador y como un biógrafo consumado». «Ha conquistado la ciudad», decía, «a pulso, con esfuerzo y con su talento».

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