«La sexualidad en el Siglo de Oro debía estar más presente de lo que creemos en la vida cotidiana»
El biógrafo, asesor de Amenábar en 'El cautivo', sacude en 'Cervantes íntimo' los mitos que rodean al escritor y lo contara en su Casa Museo este miércoles
Tono desenfadado, directo, humoroso. Títulos y referencias cinematográficas, de la calle. Así ha escrito Juan Manuel Lucía 'Cervantes íntimo' (Plaza & Janés) su último libro sobre ... el escritor a cuya vida ha dedicado tres tomos (Edaf). Sacudir prejuicios y mitos que pesaban sobre Don Miguel para llegar al hombre y contárselo al gran público era su objetivo. Un libro que habla de la intimidad del autor de 'El Quijote' aunque sea su posible homosexualidad, «mito de los ochenta» sin base alguna, la que centra la atención. Este miércoles ofrece una conferencia en la Casa Museo de Cervantes en Valladolid, 19:30 h.
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–¿Ha vislumbrado al Cervantes hombre finalmente?
–Este es el camino que emprendí hace más de diez años cuando me pidieron desde la editorial Edaf una nueva biografía de Cervantes. Empecé a trabajar con la documentación de la época y me di cuenta de que, en lo referente a la vida de Cervantes, todo era una construcción del propio Cervantes, que, con los siglos, se ha ido llenando de mitos. De ahí que me dijera: tenemos que probar otro camino y superar el pecado original de buscar en la obra de Cervantes indicios documentales de su vida. Abrí el foco, situé a Cervantes dentro de los Siglos de Oro, y comencé a comprender un poco más al hombre.
–¿Es un mito nacional que resulta inextricable?
–Cervantes como mito es claro y diáfano. En una única dirección. Y esta es la esencia del mito, su naturaleza. Como la de la estatua de bronce la de mantener siempre la misma postura, ese instante al que se reduce toda una vida. Las sociedades y el poder necesitan de mitos, de puntos de anclaje que permitan defender una serie de valores. A lo largo de estos siglos, los mitos alrededor de Cervantes se han multiplicado. Y es importante conocerlos, saber de dónde proceden. Y a este cometido he dedicado buena parte de 'Cervantes íntimo'. El Cervantes hombre, como cualquiera de nosotros, sí somos inextricables.
–Visitó el Archivo General de Simancas ¿qué encontró?
–Es uno de los archivos más valiosos de todo el mundo. En mi última visita descubrí que entre las fuentes de financiación del Consejo de Cruzada (el que ayudaba a rescatar a los cautivos en Argel), había una dispensa por la que «fulanito» (nunca se decía el nombre) pagaba entre cinco a diez ducados por haber mantenido «contacto carnal» con alguna persona de su familia, antes o después del matrimonio: y las hermanas de la novia eran lo habitual, pero también leí dispensas porque el novio se había acostado con su futura suegra o la novia con su futuro cuñado. ¡La sexualidad en el Siglo de Oro debía de estar más presente en la vida cotidiana de lo que podemos imaginarnos!
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–¿Qué destaca de los años que vivió en Valladolid?
–Son los años en que se publica 'El Quijote', y comienza, como personaje, a tener una presencia pública. Son años complicados, pues Cervantes frisa los cincuenta años y su vida gira en torno a esa construcción familiar que le lleva a ser 'agente de negocios' e intentar todo tipo de negocios con esos 'amigos' que dice tener. Pero también Valladolid es el duelo a las puertas de su casa y de la muerte de Gaspar de Ezpeleta. Gracias a la investigación que se lleva a cabo y al encontrarnos con un proceso contaminado y corrupto para desviar la atención del autor del asesinato, que conocemos como las 'Averiguaciones del caso Ezpeleta', conocemos detalles de la vida cotidiana de Cervantes, las personas con las que convivía en aquella casa, así como una variedad de modelos familiares (desde el ortodoxo de la familia Cervantes, a la mancebía o a los grupos de viudas y de beatas), que nos habla de una sociedad más diversa y divergente de lo que el poder le gustaría.
–Siempre rodeado de mujeres, ¿cómo le influyó?
–Es el modo habitual en la época pues las familias debían tener siempre un núcleo masculino, así que las mujeres solteras, por ejemplo, siempre tenían que estar relacionadas con un varón, ya sea el padre o el hermano. La familia de Cervantes estaba compuesta por su mujer Catalina, sus hermanas Andrea y Magdalena, su hija Isabel, así como una criada de Esquivias. El gran sistema de control del poder era el matrimonio, y el debate era: ¿el matrimonio debe ser una relación libre entre hombre o mujer, o debe ser un contrato económico, donde la mujer está supeditada a la voluntad del padre o del hermano? Cervantes lo tiene claro: la mujer tiene que ser libre, decidir con quién formar su núcleo familiar, su voluntad ha de ser tenida en cuenta. A mí más que la pastora Marcela (que se puede permitir ser libre porque es una campesina rica), me gusta más el personaje de la gitanilla, de Preciosa, que, cuando le casan los gitanos, dice que le pueden entregar su cuerpo (el ser social), pero no su voluntad, su alma, que solo a ella le pertenece. ¡Qué gran lección de vida, de libertad! ¡Cuánto debemos leer a Cervantes!
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–En tiempos de autoficción, ¿ya Cervantes dio algunas pistas?
–Miguel de Cervantes, como tantos otros escritores que deseaban conseguir un oficio, una 'merced' en la administración de la Monarquía Hispánica, aprovecharon la literatura para defender su currículum, para mostrarse con sus mejores galas dentro de sus obras. Y no se trata de dejar pistas de su vida en su obra como de hacerlo de una manera clara: en la 'Epístola a Mateo Vázquez' (1577) estando cautivo en Argel, en la 'Información de Argel', de 1580, realizada en el mes que permaneció en Argel habiendo sido liberado, en 'Los tratos de Argel', la comedia de cautivos escrita a su vuelta, en la 'Historia del cautivo', esa novela insertada en el Quijote de 1605… etc. En estos textos nuestro autor va a crear el Cervantes-personaje, la mejor versión (la más heroica y ejemplar) de sí mismo… que ha sido la base de las primeras biografías del siglo XVIII, y los cimientos del Cervantes-mito.
–¿Por qué la etapa de Argel dispara el interés de Amenábar?
–Miguel de Cervantes tuvo una vida de novela, una vida de aventuras y de constante construcción… materiales idóneos para cualquier ficción, como lo es 'El cautivo', de Amenábar. Lo curioso es que hayamos tenido que esperar a 2025 para vivir un momento histórico: la primera gran película sobre Cervantes.
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–¿Cuál ha sido su tarea en la película?
–Asesor filológico y cervantista. He trabajado tanto en el guion para que los diálogos fluyeran como necesita una película actual, con el cuidado de que todo lo que se escuchara pudiera haberse también oído en los Siglos de Oro. Y también he trabajado con la Dirección de Arte para ambientar la película.
–Hablar de la sexualidad de Cervantes hace saltar su obra de la academia al público general.
–Mi propuesta ha sido rescatar al Cervantes-hombre insertándolo en su época, en su sociedad. Un tema que había dejado en los márgenes de mi investigación. ¿Cómo no voy a tratar algo tan consustancial al ser como es la sexualidad? Cuando comencé a escribir fue difícil conseguir el tono. Y cuando me di cuenta de que el humor podía ser un buen compañero para hablar de sexualidad, todo fue muy fácil. Es uno de los libros que he escrito que más he disfrutado. El poder compartir mi pasión por Cervantes con todo tipo de lectores es una de las mayores alegrías que me está dando.
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