Una novela evoca la desaparición en los años 50 del pueblo segoviano que fue engullido por el pantano de Linares
La escritora Monteserrat Iglesias bucea en los recuerdos familiares como inspiración para su libro 'La marca del agua'
La novela está dedicada a su abuelo («el Marcos verdadero»). Los agradecimientos del final regalan tinta a sus padres, Demetrio y Lucía, quienes le entregaron ... una historia llena de «nostalgia». Fueron ellos, especialmente su madre, los que le animaron a escribir 'La marca del agua'. «La historia es completamente ficción, de la cruz a la raya, pero los sentimientos son reales», cuenta la escritora Montserrat Iglesias (Madrid, 1976).
Publicidad
Porque esta es una novela que evoca la historia de un pueblo. De su pueblo. De ese puñadito de casas, con sus calles, sus plazas, su iglesia y el cementerio, en el que siempre vivió su familia. Los padres («aunque mi madre era de San Esteban de Gormaz»), los abuelos, los bisabuelos y se podría mirar más atrás. «Ellos querían que también allí viviéramos los hijos y luego los nietos». La herencia de la tierra. Pero no pudo ser. La construcción de un embalse en el río Riaza (inaugurado en 1951) sepultó bajo el agua el municipio segoviano de Linares del Arroyo. Sus habitantes tuvieron que mudarse forzosamente a La Vid, núcleo burgalés de nuevo cuño (fundado para acoger a los exiliados por el pantano) y donde este viernes se ha presentado la novela, publicada por Lumen.
«Los vecinos de Linares sabían, desde los años 20 del siglo pasado, que iban a hacer un pantano y que se tendrían que mudar. Era algo que se hablaba, que se comentaba, pero como el tiempo pasaba, nunca llegaban a creérselo». Al final, el agua llegó. Lo anegó todo. En 1944 tuvieron que abandonar sus hogares. Sus casas, engullidas después por el pantano. «Vivieron un doble desarraigo. Primero el del pueblo. Y luego, el éxodo rural, porque muchos se marcharon a vivir a las ciudades», cuenta Iglesias.
Los otros portagonistas
El buitre
«A mi abuelo le encantaban y a mí también. Es el animal más hermoso. Un 'alter ego' del protagonista:su existencia depende de la muerte de los demás».
Los cortados
«Son paisajes espectaculares, dos paredes que se han escindido y separado. La novela cuenta una historia de desgarro silencioso, casi secular».
El pantano
«Parece una lámina de agua muerta, pero ahí debajo se esconde un pueblo (desde el punto de vista físico), pero también recuerdos y muchos sentimientos».
El pulso de aquel suceso que cambió tantas vidas late en estas páginas, donde el paisaje es un protagonista más. «El pantano y el pueblo lo son. Cuando preparaba la novela, los trataba como si fueran personajes», explica Iglesias, quien planea sus libros con la minuciosidad de un cartógrafo. «Se dice que hay escritores que usan brújula (tienen una dirección y se dejan llevar)y otros que llevan mapa (con el camino planificado antes de empezar a escribir). Un amigo me dice que yo soy de las de Guía Michelin. Lo tengo todo atadísimo». Estructuró 'La marca del agua' a partir de los espacios donde se desarrollaría la acción:el pueblo antiguo, las hoces, los páramos, el encinar, los regadíos, la nueva localidad.
Publicidad
«El pantano y el pueblo son dos personsajes más de la novela»
montserrat iglesias
Escritora
–En el libro escribe: «No se trata de que un sitio te pertenezca, sino de ser parte de un sitio».
–En esa frase hay mucho de mí. Soy una chica de ciudad, nacida en Madrid... y en las grandes urbes hay algo que no te permite alcanzar ese sentimiento de pertenencia. La primera vez que me sentí de un lugar fue cuando nuestra familia terminó de construir mi casa en La Vid. Entonces sí, pensé: 'Esto es mío'. Esa sensación de pertenecer a un lugar era muy propia de los años 50, cuando se desarrolla la novela.
Publicidad
–Y también dice :«La nostalgia es un amargor que no cede».
–Y a medida que te haces mayor eres más consciente de que lo perdido no vuelve. Esta novela nació en el contexto de un máster de escritura. Y un profesor me dijo que no se podía escribir sobre la nostalgia de algo que no se ha tenido. Yo no viví en Linares... pero puedo comprender esa pérdida.
Porque pérdidas hay muchas.
Julio Llamazares presentó la novela en la librería Alberti de Madrid. Jesús Carrasco y Sergio del Molino cantan alabanzas en la contraportada. «Yo quería un estilo de prosa lírica, poética, reposada, con una gran carga rural, que se vincula con Cela, con Delibes, Luis Mateo Díez, la Matute. Delibes, por ejemplo, tomaba más la óptica de los testigos. Llamazares, la de los hijos. Yo quería darle voz a los protagonistas que fueron expulsados.
Publicidad
–¿Y se ven reconocidos?
–Están entusiasmados en La Vid. Aunque al principio alguno, como mi tío pequeño, se llevó una decepción. Cuando empecé a preparar el libro, pensaron que iba a hacer un documental, no una obra de ficción. Mi tío me decía: '¿Y no sacas cuando me sacaron del pueblo en toquillas siendo un bebé?' Pero me cuentan que he captado muy bien los sentimientos que tuvieron al abandonar su hogar.
3€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión