Laura Riñón: la escritora que creó un hogar para los libros
Siempre quiso convertir la ficción en realidad, así que primero escribió una novela, 'Amapolas en octubre', y luego abrió una librería con el mismo nombre
Llevo viviendo toda mi vida en la ficción», dice Laura Riñón Sirera (Zaragoza, 1975), como si la realidad fuera tan solo una excusa para escribir ... sobre ella. O un reflejo de lo que pasa en la imaginación. «La literatura es vida y la vida es literatura. No sé qué se inspira en qué», asegura la escritora, que recientemente visitó Valladolid para presentar su última novela, 'Todo lo que fuimos', un libro de amor, en un momento en el que hablar de amor en la literatura está «defenestrado».
Publicidad
«Vivimos en el mundo de las etiquetas. Los libros que hablan de amor se conciben como novela rosa, con exceso de azúcar o almizcle», lamenta Riñón, quien recurre a García Márquez para subrayar que«todas las novelas son novelas de amor». «No quiere decir que sea un amor romántico o empalagoso. Puede ser amor a tu pareja, a tu familia, a la amistad, el amor propio o a lo que haces».
–¿Por qué está mal visto?
–Mi percepción es que tenemos mucho pudor al abrazo, a los te quiero y las cosas bonitas de la vida. Es más fácil el insulto y la palabra fea que decir qué belleza de puesta de sol o qué guapa tal persona. Solo dejamos el pudor de lado cuando estamos en una pantalla, a distancia, y nadie nos ve. Las redes sociales son muy buenas para según qué cosas, pero estamos perdiendo humanidad, cercanía y calor humano. Si se acabaran todos los aparatos electrónicos y todos los enchufes se estropearan, al final quedaríamos nosotros. Y como no sepamos cómo tratarnos, mal vamos.
Laura cuida y cultiva esta idea en 'Amapolas en octubre', su librería madrileña, a la que bautizó con el nombre de su primera novela. «Aunque suene cursi o ridículo, lo primero no fue ni el libro ni la librería, sino la ilusión.Un 11 de enero, el día de mi cumpleaños, brindé, con 22 años, por algún día tener un lugar como el que tengo ahora. Pasaron los años y, como no tuve oportunidad de abrir la librería, dije: 'Pues, de momento, la voy a hacer en ficción. Y luego ya veré qué pasa'». Y lo que pasó es que, dos años después de que la novela llegara a las librerías de los demás, ella encontró el momento de lanzarse a su aventura para abrir la propia.
Publicidad
«Más que librera, soy una escritora con un hogar donde hay libros y los recomiendo. Al principio, llené la librería con los títulos que tenía por casa, con mis preferidos: 'El olvido que seremos', de Héctor Abad Faciolince, 'Stoner', cualquiera de Paul Auster, 'Nada', de Carmen Laforet, 'La campana de cristal', de Sylvia Plath. 'Mujercitas', por supuesto. Las novedades fueron llegando después. Siempre entendí que para recomendar libros tienes que conocer su historia antes».
–En su primera novela, en 'Amapolas en octubre', hay un personaje que hace terapia de lectura, que lee en voz alta a su madre hospitalizada.
–Cuando viene gente a la librería y dice: 'Quiero un libro de autoayuda', siempre les encamino hacia los libros de ficción. Los personajes de ficción son espejos para que te des cuenta del lugar en el que estás, de quién eres o de quién podrías llegar a ser. Hay que tomar un poco el pulso al lector. No vale decir: este es bueno, léetelo. Porque depende del lector y en el momento en el que esté.
Publicidad
–¿Y al que no lee?
–Le doy el pésame. Hay personas que vienen a la librería para regalar a otras personas y, si les preguntas, te dicen: 'Yo no leo, pero me gustaría'. Y ese es un reto divertido, porque tienes que buscar un libro no solo que le guste, sino que le haga engancharse a la lectura. Conseguir eso es uno de los grandes éxitos del librero.
La ficción se incrustó para siempre en la vida de Laura gracias a 'Mujercitas'. «No es el primer libro que leí, ni mucho menos. Pero sí es el libro con el que dije, guau, yo quiero ser Jo March».
–Uno de sus personajes asegura: «Lo mejor de Mujercitas es que parece que tienes hermanas aunque no las tengas».
Publicidad
–Es que en realidad los libros son así. El lector es quien termina de escribir la novela. Y también es quien decide qué parte es ficción y cuál incorpora a su realidad.
–Otro personaje dice: «Se escribe con la emoción, no con la verdad».
–A mí me funciona. Cuando escribes, lo que dices puede ser muy cierto y muy veraz, pero si no tienes la capacidad de emocionar, es muy difícil que el lector lo perciba. A mí me ocurre con muchos autores. Sobre todo, Paul Auster. Yo decidí que quería ser escritora cuando lo leí. Yo siento y vivo la vida así, como él lo cuenta. Creo mucho en el azar, en esos tropiezos que te hacen desviar la mirada hacia un lado u otro y hacen que tu vida cambie en un instante. Lo creo y me ha pasado: la vida puede ser diferente y más emocionante. Y la emoción no tiene por qué ser tirarte en paracaídas, que también lo he hecho, sino un simple paseo por la calle y que te suceda algo mágico y distinto.
Publicidad
–¿Cómo animar a la lectura entre los jóvenes?
–Leen mucho más de lo que creemos, pero no hay que infravalorarlos. No hay que decir que, como tienen 15 o 16 años, hay que darles un libro juvenil. No. Aese niño a lo mejor hay que ponerle 'El gran Gatsby' entre las manos. Al lector nunca hay que infravalorarlo. Pero ni al joven ni al adulto. Es uno de los mayores defectos que puede tener un librero. Pensar: 'Uy, este libro no lo va a entender'. Pues igual sí, le puede costar un poco más, pero luego la conexión es mayor. La literatura es buena porque no se trata de juntar palabras, sino de crear una armonía entre la emoción y la palabra que eliges.
La escritora-librera mantuvo un encuentro con sus lectores vallisoletanos en Oletvm, días antes de que su nueva obra llegue a los escaparates. 'Cartas desde Massachusetts' (Tintablanca) es un libro de viajes y literatura por el Concord de Louis May Alcott y Thoureau y Emerson, la casa de Emily Dickinson o la de Melville.
3€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión