Juan Gualberto, el Barbas
Mis horas con Delibes ·
El avezado perdicero natural de Valdestillas al que Miguel Delibes convirtió en coprotagonista de su libro 'La caza de la perdiz roja'Las personas y personajes de carne y hueso que Delibes retrató en artículos periodísticos o libros misceláneos, así como algunos personajes de ficción de sus ... novelas, fueron no pocas veces objeto y materia de comentarios en nuestras charlas andariegas. Lo vengo contando en algunas de mis 'horas' precedentes.
Y hoy voy ocuparme de un personaje de carne y hueso, al que Delibes convirtió en personaje de ficción y al que el novelista profesó una especial simpatía y apego. Y que más de una vez salió a relucir en nuestros paliques.
Hablo de Juan Gualberto, alias el Barbas, un avezado perdicero natural de Valdestillas, al que Miguel Delibes convirtió en coprotagonista de su libro 'La caza de la perdiz roja' (1962). Y digo coprotagonista porque el libro va de un mano a mano, de un diálogo entre el escritor-cazador, Delibes, que en el libro se autodenomina el Cazador, a secas, y el aludido Barbas. Un diálogo jugoso y fluido sobre la escurridiza perdiz roja, sobre el tirón irresistible de la caza, sobre la filosofía de la caza, y todos los aledaños discursivos que la práctica de este deporte lleva consigo.
A los sólidos argumentos del Cazador, que fundamenta sus teorías cinegéticas nada menos que en el filósofo Ortega y Gasset, Juan Gualberto, el Barbas, por cuya boca habla la más socarrona y sentenciosa sabiduría popular, contrapone y argumenta que para qué le sirve a Don José ser una buena pluma, si no es, además, una buena escopeta. Discurso de altos vuelos frente a discurso a ras de tierra.
Y sin embargo, qué compenetrados se les ve a los dos interlocutores del libro. Qué amigos. Hasta tal punto que, cuando el presentador Federico Gallo, de Televisión Española, llama a Delibes a su programa 'Esta es su vida', y le pide que traiga a la tertulia a las personas y acompañantes que él quiera, uno de los invitados fue precisamente el perdicero de Valdestillas, Juan Gualberto, el Barbas.
Miguel me lo contaba, con zumba, muchos años después, en alguno de nuestros ires y venires:
–Mientras otros se rodeaban de críticos, intelectuales y artistas, yo pedí que llevaran al plató a un fraile «babero» de mi colegio de Lourdes; a un carpintero que nos arreglaba cosas en casa; al herrero de Sedano, que jugaba de defensa derecho en el equipo local (yo era el izquierdo); y al Barbas. Así es que los amigos de mis hijos, cuando vieron el programa por la tele, saltaron sin pelos en la lengua: «¡Vaya amigos que tiene vuestro padre!»
El libro 'La caza de la perdiz roja', para mí uno de los textos delibeanos de mayor altura literaria y en el que el castellano de Delibes brilla con luz propia, salió a colación en nuestros paseos y charlas en otras ocasiones, particularmente cuando un día se me ocurrió plantearle a Miguel la posibilidad de llevar ese diálogo entre el Cazador y el Barbas al escenario, al teatro.
Y fue después de comprobar el éxito, en 1989, de la teatralización de 'Las guerras de nuestros antepasados', también, al fin y al cabo, un diálogo entre dos personajes : Pacífico Pérez y el doctor Burgueño.
Miguel nunca entró al trapo de mi propuesta.
–El argumento, la temática de uno y otro libro no tienen nada que ver y además la de 'La caza de la perdiz roja' es monocorde y de escaso eco entre el gran público.
La perspicacia y el proverbial sentido común de Delibes. He constatado más de una muestra a lo largo de estas mis 'horas' dominicales.
Como también he dejado constancia del apego a personas y personajes de su vida y su literatura. Sin ir más lejos a Juan Gualberto, el Barbas.
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