Isabel González: «Soy devota de la chapuza, de la esperanza en hacer las cosas bien aunque salgan mal»
La escritora presentó en Valladolid 'Nos queda lo mejor', una colección de cuentos llenos de personajes «abiertos al azar» tratados con somarda aragonesa
Se crió en una gasolinera, a las afueras de Ejea de Los Caballeros, Zaragoza. A esa circunstancia atribuye Isabel González su visión «caleidoscópica de la ... vida, paradójica, dual y fronteriza donde conviven el ritual y la fuerza de la naturaleza, el teatro de lo que construimos y el taller donde se repara o destruye». Este miércoles habló con sus lectores en la librería vallisoletana El rincón de Morla de su libro 'Nos queda lo mejor' (Páginas de Espuma) «un canto a los seres vibrantes y enamorados de la vida», a pesar de «nuestro patetismo».
«Escribo de forma natural, nunca sé cuando empieza un libro pero sí cuando acaba. Con el último cuento de esta colección llegó el final, y luego les di la forma de uno por mes, cuatro por estación. En todo el libro está la idea del fluir del tiempo, de cómo nos cambian las estaciones. Me interesa el lugar, lo material, lo orgánico», dice la escritora.
Sin embargo no hay más nombre propio que los personajes, sus cuentos escapan a las coordenadas mayúsculas para jugar en el ámbito íntimo de un coche accidentado, una cocina, una piscina o la consulta del dentista. Su interés por el tiempo tampoco tiene al calendario o al reloj como referente mesurable, como demuestra en 'Nadie cumple años', en el que la protagonista afirma «había entrado a la tienda con 36 años y salí con 50».
«Ese cuento me salió muy fluido. Hace referencia a la cronología íntima que cada uno tiene, tan fácil como preguntarnos ¿qué cinco momentos la han marcado?», propone Isabel que ensancha la mirada a lo que pasa a casi todo el mundo. «El libro acaba con la frase 'la vida extraordinaria en común continúa' y ese es el eje de estas historias de gente distinta, de diferentes edades y circunstancias que se relacionan entre ellas en situaciones no dramáticas. Son pequeños momentos que si giras la perspectiva, el ángulo de mira, puedes ver nuestras tristezas y melancolías desde una perspectiva del absurdo. Planteo las relaciones seguras en el momento que dejan de serlo, cuando aparece lo inesperado, el perro que habla, la oveja que resucita». Enlaza con una frase de su paisano Buñuel antes de la proyección del 'Ángel exterminador', «decía 'si la película que van a ver les parece enigmática e incongruente, la vida también lo es'» y con el humor, la retranca. «En Aragón lo llamamos la somarda, el amalgama de la contradicción, el sí y el no a la vez. Hay que salir con ella puesta a la vida».
Comienza con la cita de Violette Leduc, «una costumbre es más intensa que un amor». «Siempre me perturbó el adjetivo de 'intenso', la costumbre no es pasional, el amor puede volverse costumbre y la costumbre puede matar al amor. Me ha interesado mucho la relación costumbre y ritual». En esa dualidad bucea otro cuento, 'El círculo', el que forman varias señoras en la piscina y el que teme cruzar la nadadora.«Tener 50 años te permite entender mejor las cosas, el círculo es un rito de paso. Yreconciliarte con personajes demonizados como esos grupos de señoras o los hombres de masculinidades descolocadas que con su buena voluntad quieren colocar». Ternura es lo que le despiertan estos personajes suyos con los que conforma «la oda a la chapuza que es el libro. Soy devota de la chapuza entendida no como hacer algo mal, sino intentar hacer las cosas bien y que te salgan mal. Me identifico con esa esperanza infinita. Todos somos seres patéticos y enamorados, vivos y abiertos al azar. Esa respuesta más instintiva que reflexiva es la que busco».
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