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El escritor Adolfo García Ortega. Lep Pérez
García Ortega: «La sociedad occidental del bienestar se cree libre y nunca vi mayor adocenamiento»

García Ortega: «La sociedad occidental del bienestar se cree libre y nunca vi mayor adocenamiento»

El escritor vallisoletano publica 'Milicia', segunda entrega de su poesía 'de lo común' tras 'Kapital'

Victoria M. Niño

Valladolid

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Sábado, 20 de agosto 2022, 00:04

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La segunda vida del poeta Adolfo García Ortega, tras la antología de 2015, surge de su pelea con el mundo. Abundan gramaticalmente la primera y la tercera persona, sin embargo su sentido ambiciona el 'nosotros' y lo que iba a ser un díptico crecerá probablemente hasta el tríptico. 'Milicia' (editorial Ya lo dijo Casimiro Parker) es un poemario protesta con trazas de ironía.

–¿'Milicia' es la segunda entrega de los poemas 'de lo común'?

–Con 'Kapital' abrí una puerta nueva en mi poesía. Quería hablar de lo que nos rodea, del momento en que vivimos como sociedad, de la indignación que nos causan los indignos. Me sentí interpelado por la realidad, es mi motor literario. Digamos que necesité insultar, protestar, acusar, dejar claro que no todo es igual ni todos son los mismos. Que los hay malvados y estúpidos. Ahora con 'Milicia' ha vuelto a repetirse ese sentimiento, pero con mayor profundidad. Hablo de lo común que nos une, pero desde la crítica, la denuncia; y también desde un tono ácido, subrayando cuestiones ineludiblemente políticas y revolucionarias: el vuelco del papel de la mujer, los frentes abiertos como la pederastia, la desigualdad, la violencia contra la mujer, el suicidio, la búsqueda de una esperanza, la emigración, la toxicidad de las religiones, las guerras, entre otras cosas. Tal vez exista una tercera entrega, pero tiene que llegar sola.

–¿Alerta frente al gregarismo?

–Sí. Incluso podría servir de antídoto. Es curioso cómo, en tan poco tiempo, el mundo se ha vuelto confuso y uniforme, sin resquicio para el individuo crítico y la diferencia. La inmensa mayoría, en la sociedad occidental del bienestar, se cree libre, con ideas propias, pero es falso, nunca he visto mayor adocenamiento mental, físico, social. Hay un borreguismo absoluto. Somos dirigidos, manipulados permanentemente. Vivimos frente a una pantalla que nos absorbe. La novela profética de Orwell, '1984', alcanza su verdadera dimensión.

–¿Hay un desencanto generacional con la izquierda que hoy ocupa el poder?

–Diría que a la derecha española, que siempre ha dominado a España como si fuese de su propiedad, le interesa fomentar esa idea de desencanto. Más que desencanto, lo que hay es una angustiosa situación de callejón sin salida para las generaciones que buscan un futuro, y esa situación, que es universal debido a la degeneración del capitalismo. En España ha sido causada, fomentada y mantenida por los gobiernos de derecha, por su incompetencia a la hora de gobernar y por la falta de escrúpulos y de inteligencia de sus políticos. La izquierda, al menos, es capaz de abordar los problemas y darles una solución social. Creo que es injusto no reconocer que el actual gobierno, con todos sus errores, está resolviendo los problemas de España, que son de gran calado. Por principio, sostengo que hay que ser críticos con el poder y con los gobiernos, pero también hay que ser justos y saber cuándo arrimar el hombro. La derecha no ha hecho eso nunca. La ultraderecha, menos aún. Los poetas debemos reflejar también esto. La poesía no es un espacio para expresar los ensimismamientos del yo o la belleza de la rosa. La poesía ha de hacer pensar a los lectores y conmoverlos.

–«Convengamos que la poesía es un cóctel de ambigüedades», dice ¿por el que «solo transitan los gigantes»?

–Me refiero a ese lenguaje único, excepcional, plural y etéreo que es la poesía. Hay ahora mucha poesía, de todo género y de todas maneras y vehículos. Me parece muy bien, si sirve. Pero, desde Baudelaire, Rimbaud o Eliot, la poesía siempre ha jugado con lo oscuro, lo extraño, lo esencial colectivo; encierra en sus versos un lenguaje que ha de ser recibido como el estallido de una bomba verbal, con múltiples sentidos y significados. Esa ambigüedad para tratar de decirlo todo es lo que hace que los poemas, muchas veces, desalienten al lector, que ha de hacer el pequeño esfuerzo de no querer entender a la primera. La poesía no es información ni un lenguaje que se dé ya masticado al lector. El lector tiene que dejarse llevar por la belleza, la ironía o la visceralidad de las imágenes y por la comunidad sentimental que está agazapada en el poema. Los 'gigantes' serían aquellos poetas que lo dan todo, incluida la vida, por ese lenguaje universal que ha de estallar en la mente del que lo lea.

–¿Encontró la gracia poética a los divorcios? ¿su poesía tiene tendencia a la narración?

–En 'Milicia' hay un importante papel protagonista cedido a la mujer, a su realidad y a su empoderamiento; a su drama, también, que lo sigue habiendo. Y la mejor manera que sé de abordar muchas realidades es haciendo que el poema cuente una historia, como en el poema 'Luna de miel', uno de los más largos, que es una micro novela. Siempre he tendido a la narración. No soy poeta de vuelo lírico.

–El paso del tiempo, las rendiciones que va imponiendo la edad, es un tema recurrente. ¿Le ha cambiado la mirada?

–El paso del tiempo da templanza e indignación a partes iguales. La edad, si uno no se mira el ombligo en la madurez como en una vía muerta a ninguna parte, termina siendo un arma poderosa contra la estupidez y contra la injusticia. Desde Homero, los clásicos han llamado a ese arma 'sabiduría' o 'experiencia'. Tengo una mirada más compasiva, sí, pero no menos afilada contra el engaño o la maldad. Siempre digo que el poeta es por antonomasia un ser subversivo y lúcido que amenaza a los poderes. Echo de menos que no se lea más a Blas de Otero, a Celaya o incluso a Machado.

–Elige formas muy variadas, a veces verso, a veces enumeración, relatos fragmentados ¿su territorio de experimentación?

–Con los años me acerco más a la poesía de Francisco Pino, o de John Ashbery o de la gran Anne Carson, que a esa poesía, tan española, del éxtasis y del ego dolido. ¡En la poesía cabe tanto! Es tan amplia la capacidad de modulación que puede ofrecer un poema, que inevitablemente, en cuanto obligas al lector a pensar o a sentir ya estás experimentando con él. Esa es la propuesta de mi proyecto 'De lo común'.

–¿Qué escribe ahora?

–Estoy en capilla de una nueva novela que saldrá en noviembre, en Galaxia Gutenberg, 'El gran viaje'. Vuelvo a contar historias; esta vez es la gran aventura de muchos viajes que son un único viaje de quinientos años por el escenario del Estrecho de Magallanes y sobre el eje de un hombre que se cree invisible y una mujer que lo ha perdido todo.

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