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Juanjo Ruiz-El Norte
Delibes y Umbral, una amistad carta a carta

Delibes y Umbral, una amistad carta a carta

Luciano López y Araceli Godino editan un libro que refleja el afecto, el respeto y la admiración entre ambos escritores a través de las misivas que se cruzaron durante décadas

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Miércoles, 16 de septiembre 2020, 07:06

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«Él me soltó en Madrid como se suelta una cometa en el cielo de España. Yo volaba ligero, lleno de viento y nada más que de viento. Él, desde Valladolid, tenía firme en la mano el hilo de la cometa». (Del Prólogo de 'Miguel Delibes', escrito por Francisco Umbral en 1970 y publicado en la colección Grandes Escritores Contemporáneos, de Ediciones y Publicaciones Españolas).

Miguel Delibes fue nombrado director de El Norte en 1958, pero ya desde seis años antes, encaramado a la subdirección con plenos poderes en las decisiones de la Redacción, mostró su determinación por rodearse de jóvenes periodistas capaces de conducir al decano de la prensa española hacia la modernidad.

Fue así como un espigado aspirante a escritor llegó al diario que ya entonces defendía su lema «el que más circula en la región». El 21 de marzo de 1957, Francisco Pérez (no firmó como Umbral hasta años más tarde, ya instalado en Madrid) debutó en las páginas de El Norte con el artículo 'Tres actitudes de la lírica contemporánea Española', «la primera borrachera de letra impresa y tipógrafo dormido cuya resaca duró toda la vida», según la descripción del propio autor en el artículo que escribió para el especial que conmemoraba el 135 aniversario del diario.

Pero el ansia de éxito del joven Paco, la necesidad de abrirse hueco a codazos en la literatura con el handicap añadido de su autodidactismo, le llevaron a dar el salto a la capital en 1960. «Llegó a Madrid –previo paso por León, donde trabajó en la radio– como tantos otros jóvenes provincianos, con la idea obsesiva de construirse como escritor», en descripción de Manuel Vicent.

Umbral vio recompensados ambición y esfuerzo con las más altas distinciones y su ingreso en la RAE, pero además su viaje hizo posible una larga comunicación epistolar con su maestro, su mentor, su hermano mayor a veces, su padre otras, según sus propias palabras. Una correspondencia que se extendió durante décadas y que ahora, Luciano López y Araceli Godino, quienes con anterioridad han llevado a cabo estudios sobre el lenguaje de Delibes, recopilan y seleccionan para un libro que verá la luz en primavera de 2021 editado por Destino.

«Recibimos el encargo de Elisa [hija del escritor y presidenta de la Fundación que lleva su nombre] y nos sentimos honrados desde el principio», explica Luciano López, quien destaca que lo que más les cautiva es la amplitud de enfoques con los que se puede abordar esta relación epistolar, desde la meramente afectiva, a la del análisis de una época en la que España viajaba hacia cambios profundos. Y, sobre todo, «desde la perspectiva de cuádruple crítica literaria», la que hacen ambos sobre las obras del otro y las que hacen de las propias.

Y es que si, además de afecto, algo destilan las cartas que intercambiaron con frecuencia más o menos constante entre 1959 y 1991 Delibes y Umbral es respeto y admiración por la obra del otro, pese a lo alejado de los caminos creativos de cada uno. Así, cuando el crítico sevillano Manuel García Viñó publicó un análisis que denostaba la obra delibeana por retrógrada, al anteponer al hombre de campo por delante del progreso, Umbral le defiende [Carta de Umbral a Delibes fechada el 16 de mayo de 1968]: «Te reprochan ser un reaccionario porque defiendes al hombre de campo frente a la civilización industrial y Marcuse y otros vienen a darte la razón. Lo tuyo no es una vuelta al arado romano, sino a la persona, que en el campo se perfila y en las grandes ciudades se pierde». Juicio al que el aludido Delibes responde en carta remitida ese mismo mes: «Tu teoría respecto a la intención de mi obra, el retorno del hombre a la naturaleza para reencontrarse, es una teoría inteligente y además, es cierta».

Pero esta relación no se define siempre por la unanimidad de criterios. En agosto de 1969, Delibes muestra su discrepancia sobre la calificación de «localista» que hace Umbral en una reseña de 'La hoja roja' y de 'Cinco horas con Mario', obras que su autor defiende tratan temas universales, pero en todo caso le agradece «por haber gastado parte de su talento en juzgar mis cosas». Como ya alertara Mahatma Gandhi, «la amistad que insiste en el acuerdo en todas las cosas no merece tal nombre».

No faltan, pues, en el intercambio de correo, las disquisiciones literarias, pese a que el 3 de septiembre de 1964 Umbral le advierte a Delibes: «No me gusta hablar de literatura en las cartas», luego de elogiar el cuento 'Las visiones', publicado por su mentor en la 'La estafeta literaria', lo que demuestra la incapacidad del autor de 'Mortal y rosa' para sustraerse de lo literario. Sirva de coda lo que escribió Delibes sobre la portentosa capacidad literaria de Umbral en su artículo 'El don de la palabra': «Umbral escribe como los demás meamos, es decir, naturalmente, dando salida a unos fluidos».

Además de este intercambio que se prolongó durante décadas, hay dos misivas del autor de 'Mi idolatrado hijo Sisí' en las que Paco fue el beneficiario pero no el destinatario. Una de ellas, la que Miguel escribió a Carmen Laforet, con la que compartía lugar en la nómina de ganadores del Nadal y esposa de Manuel Cerezales, director de 'Vida mundial', revista de vida efímera fundada por José Manuel Lara en la que pronto Umbral empezó a colaborar. La otra, remitida al poeta y escritor José García Nieto, responsable de las publicaciones del Instituto de Cultura Hispánica 'Poesía española' y 'Mundo Hispánico'. En esta última, Umbral colaboró entre 1962 y 1971 y llegó a rechazar un puesto de responsabilidad en la misma.

En cuanto a los temas más recurrentes en la correspondencia, esta sí, Delibes-Umbral, un examinando en la materia podría recurrir a una regla mnemotécnica: «Salud, dinero y amor», siguiendo la letra de la canción compuesta en 1941 por el argentino Adolfo Sciaramella 'Tres cosas (salud, dinero y amor)' y que había devuelto a la popularidad el grupo Cristina y los Stop en 1967, precisamente uno de los años más productivos en el intercambio epistolar entre ambos escritores.

Salud, porque a la aprensión que siempre manifestó Delibes dio réplica un Umbral enfermizo y con nula capacidad para cuidar de sí mismo. No es extraño encontrar cartas en las que buena parte de las mismas están dedicadas a informarse mutuamente de cólicos, lumbalgias y otras dolencias e incluso ambos las describen como escritas «de cama a cama». «Yo también he pinchado –comenta Delibes recurriendo al argot ciclista en un correo de abril de 1966– llevo tres días con una especie de lumbago alto, más de pulmones que de riñones», para a continuación advertir a su amigo: «no quiero hacer de madre regañona pero no puedes abusar del bruto», a modo de admonición.

Dinero, una constante en las cartas de Umbral. «Atentáis contra mi tambaleante presupuesto», llega a quejarse en una de sus primeras misivas desde la capital, en 1960, tras comprobar que El Norte no publica (y por tanto, él no cobra) todos los originales que remite. Hay que recordar que llegó a un acuerdo con el director Delibes por el cual enviaría una crónica semanal para el diario y otra para el suplemento literario, además de encargarse de recoger los ejemplares del periódico llegados en tren cada mañana a Príncipe Pío para repartirlos por los quioscos del centro, tarea que siguió desempeñando o al menos tutelando hasta finales de los sesenta, según puede leerse en alguna carta. Años más tarde, precisamente en esa carta de 1966 en la que intercambian achaques, Delibes tranquiliza a un Umbral postrado en la cama: «Cuenta durante tu paro con tu asignación de El Norte y en su caso, con lo que necesites. Este periódico tiene un defecto, paga mal, pero no abandona jamás a su gente en la estacada».

Esas penurias colean años después. En noviembre de 1969 y ante las dificultades de Umbral para consolidarse en la recién creada Sapisa, agencia que ofrece informaciones y colaboraciones de opinión a periódicos de toda España y germen de la actual Colpisa, le ruega a su mentor: «Vela un poco por mis intereses, no puedes imaginarte lo mucho que trabajo para vivir al día».

Préstamo

Aunque quizá la ayuda que más agradece Umbral es la del préstamo de 20.000 pesetas que le hizo el periódico cuando en 1967 tiene que ponerse en manos de los médicos por unos vértigos que le impiden trabajar. «A El Norte le debo la vida y seguramente le dejaré a deber la muerte», le escribe a su amigo en mayo de ese año. Además del préstamo, que después devuelve, Umbral agradece la mediación del diario para ser tratado por los mejores especialistas.

Amor. En forma de «amistad entre quien siempre sintió como obligación la de velar por el bienestar de su amigo doce años menor», explica Luciano López. Hacia alguien que aunque «empeñado en construir un personaje al que todo le resbala, muestra ante Delibes sus dudas, que no puede ocultar a su 'padre'»: «Sigo siendo tu octavo hijo, qué le vas a hacer», le recuerda en noviembre de 1969 en la carta en la que le narra que ha sufrido un accidente de automóvil cuando se dirigía a Granada y se ha roto tres costillas. A lo que Delibes contesta «¡Cuánta contrariedad y cuántos disgustos nos dan los coches! (...) en el fondo me consuelo porque el accidente leve es una especie de vacuna». Una amistad que se hizo más fuerte tras los hachazos que sufrieron ambos con pocos meses de diferencia, la muerte de Ángeles, la esposa de Delibes, a los 49 años, y la de Pincho, el hijo de Umbral, a los seis años. «Umbral arrastra la vida como yo, con el eje roto», describe Delibes en una carta a José Vergés, su editor, en 1976.

Y en cincuenta años de amistad también hubo espacio para malentendidos más que para discusiones. Destaca el que se produjo en agosto de 1967 tras las respuestas de Umbral a la entrevista de un joven reportero, un tal Raúl del Pozo, sobre el valor literario de Delibes. Como quiera que al intentar ocultar la referencia a la censura Umbral y Del Pozo dejaban al autor de 'El Hereje' como alguien comprometido con el régimen, Paco se esforzó en dos cartas en tratar de aclararlo: «Eres el escritor más independiente de España». A lo que Delibes, siempre más templado, contestó: «Me ha sorprendido tu última carta. Nuestra amistad –bien sólida– está muy por encima de esas menudencias». Genio y figura.

Francisco Umbral pronuncia una conferencia en el Aula de Cultura de El Norte de Castilla, en mayo de 1980, con Miguel Delibes, a la derecha, como uno de sus oyentes .Cacho-El Norte

Pepi Caballero, la letra de Delibes y la de Umbral se hacen legibles

Luciano López y Araceli Godino han contado con la inestimable colaboración de Pepi Caballero, secretaria de Delibes durante 24 años y encargada de mecanografiar –a veces, de traducir–, la letra de un autor que escribía a mano y con pluma en cuartillas hechas con los restos de bobinas del papel de prensa.

Por la otra parte, casi todas las cartas de Umbral son mecanografiadas. Y menos mal, en una de las pocas manuscritas –circunstancia que respondía a episodios de enfermedad– Delibes protesta (abril de 1969): «O yo voy envejeciendo y embruteciéndome o tu letra cada día es más difícil (...) y es terrible [no entenderla] porque siempre dices cosas sustanciosas o tienes intuiciones casi mágicas, o las dos cosas juntas».

«¡Es que la letra de Umbral!», suspira Pepi Caballero. Si en lo de entender la letra de don Miguel necesitó un periodo de adaptación, la de Paco era para máster, como ha comprobado al colaborar en la tarea de desentrañar su letra para este libro.

Pepi recuerda con cariño su etapa junto al autor de 'El hereje' y guarda clasificadas en carpetas todas las notas –con frecuencia, salpicadas con su retranca– con los encargos que le dejaba el escritor cuando se iba a clase, a cazar o cuando dormía siesta. Mecanografiar las novelas de Delibes, todas desde 'Madera de héroe', era una tarea gratísima para ella, privilegiada primera lectora del novelista. «Me solía dejar veinte o treinta cuartillas cada día y yo empezaba a trabajar con ganas de saber por dónde seguiría la trama desde la entrega anterior».

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