Adolfo García Ortega: «Soy partidario del magnicidio, entraña justicia y liberación»
El escritor vallisoletano vuelve a la poesía con 'Kapital', un libro en el que canaliza su indignación ante la realidad circundante
Clausuró su poesía con una antología hace un lustro porque creía que le había abandonado, pero ella volvió a la pluma de Adolfo García ... Ortega (Valladolid, 1958) más irónica. 'Kapital' (Ya lo dijo Casimiro Parker) es el nuevo poemario del autor de 'Una tumba en el aire'.
–Un poemario nuevo tras la antología, ¿no dejó la poesía entonces?
–La verdad es que sí creí que la poesía me había abandonado a mí. Cuando publiqué 'Animal impuro' en 2015 estaba seguro de que habíamos llegado, la poesía y yo, a una especie de divorcio. Siguiendo con el símil, digamos que la poesía ha vuelto a seducirme. Cuando ya creía que no tenía nada más qué decir en forma de poemas, han surgido de la realidad asuntos que solo en verso me permiten expresarlos. Quizá ha sido porque he encontrado de nuevo el tono de ironía y de denuncia adecuado para hablar de situaciones muy agudas y actuales de mi tiempo, de nuestro tiempo.
–¿Qué es el poema en la vida de un novelista?
–Me considero un escritor en el sentido amplio de la palabra, que es como decir un navegante por la literatura y por sus distintos géneros expresivos. Mejores o peores, he escrito poesía, novelas, ensayos. Es en la novela donde más recorrido narrativo veo, claro, pero mis poemas y mis ensayos también cuentan cosas, también son narrativos. Por tanto, como novelista, los poemas complementan a lo que busco como escritor, que es contar. Lo que cuenta un poema no se puede contar en una novela, y viceversa, así que escribo poesía para contar historias de otra manera.
–Parecen versos a pie de lectura de periódico ¿Toda su literatura es deudora de la realidad?
–En cierto modo, sí. Creo que la literatura es una modo de conocer y de dar a conocer. No solo ha de expresar los sentimientos de un escritor, que probablemente sean intransferibles, sino que debe darle una forma a las ideas y a las emociones colectivas, para que termine significando, es decir, siendo voz universal. Dar voz es recoger la voz de los que no pueden hablar y también es dar otra voz para que la utilicen como voz propia. Mis poemas surgen de la realidad inmediata, ante la que urge dar una respuesta y, si es posible, algo de lucidez.
–El cambio climático, el maltrato, los muertos en las cunetas o Trump se cuelen en la poesía ¿es un medio de canalizar la indignación moral?
–Yo creo que sí lo es. No toda la poesía, claro, porque en ella cabe también todo tipo de reflexión, de conmoción, de canto. Pero en 'Kapital' he canalizado la necesidad de poner el dedo en la llaga para indicar lo que es indigno y lo que nos está destruyendo. Digamos que como escritor, ni puedo quedarme de brazos cruzados ante una serie de cosas viles que me interpelan o nos interpelan a todos. Siempre he tenido a la poesía como «un arma cargada de futuro» que decía Celaya, un poeta que habría que volver a leer hoy con nueva luz. Cuando empecé a escribir, de joven, me influyeron dos poetas muy distintos: T.S. Eliot y Bertolt Brecht. Cuando descubrí a Cernuda, se formó mi trinidad perfecta. Los tres son poetas políticos desde la intimidad. Esa mezcla de sentimiento y acción es la constante de mi literatura.
–¿'Kapital' tuvo vocación de poemario?
–Todo empezó por Salvini. Lo considero un fascista al viejo estilo, es decir, un fascista auténtico. Me salió un poema. Poco después empecé a pensar en que podía dar forma, desde la ironía y la denuncia, a una serie de poemas que abordasen temas actuales que nos están hiriendo. Surgió el poema sobre la memoria histórica. De ahí pasé a reflexionar sobre otra cosa no menos interesante: la edad, y la sabiduría que se adhiere a los años. Entonces me di cuenta de que había llegado a una edad en que ya sabía algunas cosas de la vida y las podía decir sin ambages. Pero la conclusión es que, ante la realidad, el tiempo nos descoloca y la sabiduría se convierte en exabrupto, cuya máxima expresión es el magnicidio. Soy bastante partidario del magnicidio. Entraña justicia y liberación.
–Hay dos partes distintas estilísticamente y por tono. ¿Hay dos 'adolfos' tras ellas?
–Bueno, yo creo que no y que sí. Como géminis que soy, asumo ambos extremos. Los poemas de la segunda parte, más breves, titulados irónicamente 'Escenas de lo real', son píldoras amargas, pero confío en que reveladoras y útiles, para hacer la digestión de la realidad.
–El título, 'Kapital', anuncia cierto aroma punk, ¿es capital tener un nombre, solo lo que se nombra existe y ese nombre hace que exista de determinada manera?
–Confieso un lado punk en mí que me encanta que aflore de vez en cuando con un poco de valentía. Creo fundamental llamar a las cosas por su nombre, y decir el nombre de quiénes son los malvados. Tal vez me atribuya rasgos de juez, pero no es eso, es que hay hechos y situaciones que todos podemos y debemos juzgar desde la tolerancia y la libertad. El capital que tenemos, el que da réditos, es nuestro nombre; y a su vez, es lo peor que tenemos, porque es algo heredado y cosificador, como bien denuncia Paul B. Preciado. El poema que da título al libro dinamita mentiras.
–Feroz contra la pederastia clerical y observador de la liturgia en 'Letanía de los retrógrados'.
–Soy anticlerical de todas las religiones. La letanía tiene un efecto hipnótico. En ese poema me permito mandar a la porra, que es el pasado, a una gran cantidad de seres y personas que quieren traer al presente un pasado superado. Lamentablemente, están demasiado presentes.
–«Dejad a la literatura morir en paz/ que todo sea ya un videojuego». ¿Es la elegía por su pasión?
–Ha llegado un momento en que, en España al menos, la literatura está clasificada como marginal. Ha triunfado el entretenimiento vacío, cuanto más banal mejor, el pensamiento mínimo. A la palabra la ha sustituido la tecla, de smartphone, de videojuego, de cualquier cosa que ayude a no pensar.
–¿Sigue haciendo novelas?
–El novelista espera que una buena historia le reclame. Mientras tanto, escribo un ensayo de tema japonés que espero sea una sorpresa. Todo me interesa.
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