«Me gustan las ilustraciones con detalles que quizá nadie aprecia, soy un antiguo»
Vitali Konstantinov enseña a sus alumnos de Ilustratour la ‘quintaesencia de la ilustración’
Victoria M. Niño
Martes, 8 de julio 2014, 11:07
Trabaja despacio, atendiendo cada milímetro del papel, deleitándose con la tinta. Más cerca del dibujo artesanal que del digital, Vitali Konstantinov sonríe considerando que quizá «esté fuera de la moda». El ilustrador ucraniano, radicado en Alemania desde que estudiaba, imparte el taller Quintaesencia ilustrativa dentro de la programación de Ilustratour, en el Museo Patio Herreriano.
Konstantinov (Odessa, Ucrania, 1963) atesora premios como el de la Feria de Bolonia, el Stepan Zavrel y el 3x3 Childrens Book Show (USA) a pesar de estar tan «fuera de lo que se hace hoy». Reconoce que disfruta cuando está trabajando en una ilustración pero al verla terminada «me parece demasiado llena de detalles que quizá nadie pueda apreciar. Me siento feliz por el resultado y a la vez sufro porque no llegue al público». Lo que llaman estilo es su «tendencia personal a poner demasiada información. A veces envidio la línea sencilla de otros colegas. Quizá debiera ser más moderado». Considera que el dibujo «simétrico, detallista y lleno de símbolos» caracteriza su trabajo, un poco parecido a la estética que sublima de forma barroca Ricardo Cavolo, otro de los ilustradores presentes en los talleres de esta semana.
Dibujar para divulgar
Precisamente en torno al dibujo y a las herramientas del ilustrador gira la propuesta didáctica de este arquitecto e historiador del arte. «En cinco días de trabajo quizá no da tiempo a hacer un álbum, pero sí una buena ilustración. Propongo tareas, ejercicios, colores para trabajar sobre ellos», explica este ilustrador que imparte cursos de forma regular y se esfuerza por usar el español. En España ha publicado álbumes infantiles como ¡A mí no me comas!, sobre un texto de Margarita del Mazo (editorial OQO) y Seis barbudos, un texto de Mar Pavón en el sello Mamá Vaca.
«Estoy acostumbrado al público infantil. Desde que nacieron mis hijas me he ido adaptando a esas edades fácilmente, pero ahora ya son mayores. Me gustaría hacer más trabajos para adultos; cómic y novela gráfica. Pero adquieres una fama en un campo y las editoriales alemanas me encargan trabajos para pequeños». También ha firmado dos libros ilustrados de no ficción. «Eran textos de divulgación para adolescentes. A priori me parecía raro trabajar en algo que no tuviera fantasía, pero a medida que me metía me gustaba más y aprendí mucho de física, de astronomía, de cosas que desde el colegio había olvidado. Uno de ellos Desde las estrellas hasta el rocío (Von den Sternen bis zum Tau) estuvo a punto de ganar el premio nacional alemán al mejor libro de literatura juvenil»
Influencia bizantina
La memoria visual es la que predomina su cerebro. «No olvido lo que veo, aunque pase delante de mis ojos una sola vez. En ese sentido, supongo que el arte bizantino, el que más estudié, pesa en mi dibujo». También sus orígenes. «Nací en una ciudad cosmopolita, llena de mezclas de religiones, razas, culturas, a las orillas del mar Negro. Había griegos, judíos, rusos, ucranianos, turcos, rumanos, no reconocidas por el sistema soviético. No tengo una identidad personal marcada». Sin embargo se mete en la piel de cada una de ellas cuando ilustra y los alfabetos son parte del dibujo. «Si estoy ilustrando un libro de Dostoievski y hay que escribir algo, lo pongo en caracteres cirílicos, igual que si es algo de la Biblia, intento que sea el alfabeto hebreo el que se vea», explica quien alterna textos clásicos (Grimm, Andersen, Rodari) con autores nuevos. Dibujo pop, combinaciones monocolores en los álbumes y trazo clásico estilizado son las señas personales de Konstantinov que está embarcado en el proyecto Cornflakes desde el futuro.