La venganza de Javier Cercas, un ensayo sobre cultura y las hipotecas de Nickolas Butler
Estas son las tres recomendaciones literarias de la semana
Las propuestas literarias de la semana incluyen un ensayo sobre la cultura y dos novelas recién llegadas a las librerías. Javier Cercas cierra con 'El ... castillo de Barbazul' su trilogía de Terra Alta, y Nickolas Butler explora de nuevo la amistad en la América profunda de la mano de 'Buena suerte'.
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'Buena suerte', Nickolas Butler. Libros del asteroide
«Construyendo el cielo en la tierra» (389)
Un grupo de buitres sobrevuela ese paraje de Wyoming, alejado de todo, donde Gretchen llega a un acuerdo para que los tres propietarios de un negocio local (Bart, Cole y Teddy) le construyan en tiempo récord una despampanante mansión. Deben terminarla en apenas unos meses. Entregarle las llaves el 25 de diciembre. Y no hay excusas que valgan. Los tres constructores, amigos desde la infancia, firman. Necesitan el dinero para llegar a fin de mes, para poder comprarse ellos su propia vivienda (construyen una de lujo para poder pagarse una normalita), para sacar adelante a su familia (Teddy), pagarse las drogas (Bart), finiquitar el divorcio (Cole). Pero una manada de buitres sobrevuela la zona, como presagio de que ese acuerdo traerá lo peor. Me fascina la facilidad que tiene Butler para quedarme enganchado a sus historias. Este es un thriller que tarda en destaparse como tal. Es una historia donde, como en sus otros libros, la amistad tiene un peso fundamental. Ese encargo millonario cambiará para siempre las vidas de sus tres amigos (con un capítulo impresionante, el 25, que lo cambia todo). No puedo dejar de pasar las hojas de esta novela que es el reverso del sueño americano, un libro que habla sobre las expectativas que nos forjamos y que tal vez no podamos cumplir, que se asoma a todas esas personas que viven para su trabajo y dejan a un lado su vida, que dedican todo su tiempo y esfuerzo a una empresa (empresa como negocio, como reto, como objetivo o misión) de la que luego no obtienen recompensa (264). En un momento, se dice que esa casa es un monumento a la codicia (337), se echa en cara a los personajes la avaricia (248), se habla de esfuerzos y decisiones innecesarias para luego morir solo, de si merece la pena hipotecar la vida por el éxito, el dinero. Y esto se ve no solo desde las perspectivas de los tres constructores, sino también de la misteriosa mujer que les hace el encargo. Solo me desconecto un poco en el capítulo en el que se recuerda la infancia de esta mujer, pero el resto es un mecanismo estupendo de tensión acumulada que termina por explotar. Y de fondo, ese retrato de la clase trabajadora, de la amistad, de las drogas, de las hipotecas vitales (las económicas y las que no lo son). Me ha encantado.
'El castillo de Barbazul', Javier Cercas, Tusquets
«Las mejores mentiras no son las mentiras puras, sino las mentiras mezcladas con verdades, porque gozan del sabor de la verdad» (18)
Valentía. Barbazul sale derrotado en el clásico cuento infantil porque una de sus mujeres tienen la valentía que rebelarse, de no callar, de desvelar sus crímenes. El silencio sobre los crímenes es una forma más de ocultarlos. Pero, la duda, claro, está en lo siguiente: ¿Cómo hablar cuando levantar la voz puede suponer tu condena? ¿Cómo denunciar a alguien cuando señalar con el dedo puede suponer tu fin? Javier Cercas avanza en su trilogía de 'Terra alta' con una muesca más en esa duda que atraviesa la serie: ¿puede la venganza suplir a la justicia? ¿puede, cada uno de nosotros, tomarse la justicia por la mano cuando la Justicia establecida no persigue los crímenes, las injusticias? La hija adolscente de Melchor, el expolicía bibliotecario protagonista de la serie, ha desaparecido durante un viaje a Mallorca. Tal vez sea desvelar mucho de entrada, pero habría que decir ya que se ve inmersa en un trágico episodio de abusos sexuales. En aquella zona de la isla hay un Barbazul, un millonario que organiza fiestas en su casa donde se explota a mujeres (muchas de ellas menores). Cuando Melchor intenta investigarlo, se topa con un muro de silencio. Hay agentes, jueces, periodistas empeñados en cubrir y proteger los crímenes de este Barbazul. Cuando más poder, más impunidad. ¿Es la justicia igual para todos? Melchor se topará con Carrasco, un hombre íntegro (en los márgenes de la sociedad, tachado de loco, que pagó por denunciar) que anima a Melchor a actuar, aunque sea al margen de la ley, para detener a este millonario y que no haya tantas víctimas como su hija. Melchor emprende así una cruzada para atrapar a este tipo. La primera parte del libro me chifla: cómo se reconstruyen las horas previas a la desaparición, cómo se fragua el desencuentro entre Melchor y su hija, cómo se estrella Melchor contra aquellos que quieren ocultar. La segunda, se me hace un poco más farragosa (creo que el reclutamiento para la operación que tiene Melchor en mente se extiende por demasiadas páginas). Pero al final, remonta. Aunque le queda a uno el mal gusto de que hayan tenido que ser los reversos de la justicia los que por fin hagan justicia ante tanta impunidad.
'Como el aire que respiramos. El sentido de la cultura', Antonio Monegal, Acantilado
«La literatura y la otras artes son drogas saludables. Ayudan a vivir y combinan los efectos de otros psicotrópicos: estimulan, evaden, aguzan la percepción, generan modificaciones y revelaciones cognitivas». (15)
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Hay una pregunta trampa que más de una vez hemos escuchado: ¿para qué sirve la cultura? Plantearse esta cuestión, así formulada, ya lleva «implícito un juicio», puesto que se «subraya la utilidad y justifica el valor (de la cultura) por la bondad de los fines» (40). En su lugar, Antonio Monegal prefiere esta otra interrogante: ¿qué hace la cultura? Con esta reformulación, «se da por sentado que hablamos de un pilar fundamental de nuestra existencia y que el objetivo es comprender el porqué y el cómo de esta centralidad». A resolver estas dudas (y plantear muchas otras) se dedica este estupendo ensayo publicado por Acantilado, en el que se reivindica la cultura no como una distracción superflua, sino como un vehículo para explicar el mundo, ordenarlo y dotarlo de sentido. En capítulos breves, el autor (catedrático de Literatura, licenciado en Filosofía, doctor en Harvard, programado cultura en Barcelona) reflexiona sobre la propia definición de cultura (si más humanista o antropológica) y acerca del valor del bien cultural. También le dedica páginas a la apropiación cultural, la memoria colectiva (100), la transformación que ha operado Internet (donde el foco ha girado hacia el consumidor) y la ceguera del algoritmo (86), la censura como síntoma del valor de la cultura (145), la globalización y el intercambio cultural (93), la irrelevancia de la falsa cultura (158) o esa definición que no se conforma con la producción de obras, sino que se amplía con los procesos e interacciones que tienen lugar en ateneos, centros cívicos, bibliotecas... (161). Un libro luminoso sobre el valor y el papel central de la cultura. «No se trata de que el tema no les importe suficientemente a los políticos, sino que estos entienden que no les importa a sus votantes: la cultura no hace ganar votos más que entre los que viven de ella (148).
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