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Era el 18 de octubre de 1976 y un nuevo periódico de información general se estrenaba en los kioscos españoles: 'Diario 16' venía a sumarse a la revitalización de la prensa diaria durante la Transición. Y en él se estrenaba Carmen Martín Gaite como crítica ... literaria. El encargo, ante el que no estaba muy convencida, se lo había hecho su amiga Jubi Bustamante, a la sazón jefa de Cultura del diario. Ese no estar muy convencida se debía, al menos, a dos cuestiones. La primera: ella no se consideraba una crítica al uso y siempre se negó a esa etiqueta que sustituía por la de 'lectora atenta'. Y la segunda, su distancia de la manera en que se ejercía esa labor en los medios, ya por entonces. Sobre este punto, nada más esclarecedor que sus propias palabras en el artículo que inauguró cuatro años prácticamente ininterrumpidos de reseñas sobre libros en el citado periódico: «La poca afición y esmero con que, en general, se ejerce hoy la crítica literaria creo que tiene sus raíces en un vicio fundamental, el de la selección tendenciosa de las obras que se recomiendan o rechazan. Los libros que el crítico se siente inclinado a comentar los escoge en el coto limitado de las recientes publicaciones, criterio que en sí mismo está condenando como circunstanciales y efímeras unas opiniones nacidas al dictado de la urgencia por estar 'a la page', restando valor a su entidad y alcance».
Cabe preguntarse qué pensaría hoy nuestra escritora de un fenómeno que no ha hecho más que crecer. Pero, salvando sus propias reticencias, Carmiña, como la llamaban sus íntimos, se puso a la tarea con la misma seriedad y honestidad con la que abordaba toda su obra, como se puede comprobar por las referencias a ella en sus diarios y en sus célebres 'Cuadernos de todo'.
Martín Gaite fue una colaboradora habitual en todo tipo de periódicos y revistas desde sus tiempos de estudiante hasta prácticamente el final de su vida. De hecho, su último artículo, apareció en la revista 'Academia', órgano oficial de la Academia Española de Cinematografía, el 31 de mayo de 2000, apenas dos meses antes de su muerte. Cerraba no sólo sus colaboraciones en prensa escrita sino también su mirada hacia el cine, un arte que le interesó durante toda su vida y al que dedicó varios de sus artículos. En este final, titulado 'De Furtivos a Leo', homenajeaba a su amigo, el director de cine José Luis Borau, con quien había colaborado en los guiones para la serie de televisión sobre el personaje de Celia, la heroína infantil salida de la imaginación de Elena Fortún. Homenaje no exento de crítica, pues si bien establecía que la película 'Furtivos' por su calidad y su cualidad de fábula atemporal establecía un antes y un después en el cine español, no le dolían prendas para afirmar que posteriormente sus películas se habían extraviado por caminos herméticos. Y es que esta fue una característica primordial del trabajo periodístico de la autora de 'Nubosidad variable', característica que iluminó tanto su trayectoria literaria como su trayectoria vital: la independencia. Ni se dejaba llevar por la pasión cuando se trataba de juzgar la obra de alguien cercano ni por la animadversión cuando el sujeto de la crítica no era precisamente de su agrado.
La coherencia con la que el corpus de su obra periodística encaja a la perfección con el resto de su obra se debe, en los aspectos técnicos, a su radical respeto a la palabra escrita y, en general, a la palabra cabal, sin falsos revestimientos ni vacuos adornos como explicita en un artículo publicado durante su etapa de estudiante.
En el aspecto más íntimo, salvando temáticas, y otras circunstancias temporales, su impulso no es otro que el que guió todas sus facetas creativas: la búsqueda de interlocutor. Así tituló la autora la primera recopilación de sus artículos publicada en 1973 en la desaparecida editorial Nostromo y recuperada después por el sello Anagrama. El título tuvo tanto éxito que, como la misma Martín Gaite afirma en la introducción a una nueva edición, se suele utilizar como comodín a la hora de referirse a su obra. Esa búsqueda animó todos sus proyectos y no es aventurado decir que animó su vida entera. Para ello, la claridad en el lenguaje y el gusto por introducir dichos o refranes del habla popular eran parte de sus herramientas.
Además de las reseñas literarias, en las que gustaba de comentar novelas primerizas (y por su pluma pasaron los comienzos de escritores hoy plenamente reconocidos como Álvaro Pombo, Soledad Puértolas, Rosa Montero o Belén Gopegui) sus artículos de opinión se ocuparon de los más diversos temas, salvo la política que rara vez tocó: los cambios sociales durante la Transición, la situación de la mujer en la sociedad española de su tiempo, la degradación del lenguaje o la importancia de la palabra para la vida humana. Y siempre en el tono de esa larga conversación que para ella fue la vida y la literatura.
Angélica Tanarro es autora de una tesis doctoral sobre 'La obra periodística de Carmen Martín Gaite'.
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