Algunas arquitecturas y formas de habitar sostenibles
«En otro tiempo había una belleza innata en lo que nos rodeaba: éramos nosotros mismos» (Hassan Fathy)
Durante siglos la construcción guardó relación directa con su entorno (clima, topografía, hidrología, materiales) lo que suponía economía de medios y escaso impacto ambiental, como ... resultado de utilizar el sentido común y la experiencia. Los avances tecnológicos abrieron camino a ciudades y arquitecturas espectaculares, pero la Revolución Industrial alteró profundamente ese equilibrio con nuevos materiales, producciones masivas para la creciente población, realizó alardes constructivos y creó un lenguaje global ajeno a la edificación local; de hecho, el Movimiento Moderno se dice «estilo internacional». El campo dejó de ser paisaje de pequeños agricultores, se mecanizó y ganó productividad para abastecer a la población, que busca oportunidades en aglomeraciones urbanas.
La palabra Sostenibilidad surge hace unos cuarenta años y responde al principio de que los recursos naturales son limitados y su consumo no debe exceder su capacidad de reposición, para transmitir a generaciones futuras un planeta viable. Parece de «sentido común», pero no es así. Poco tiempo después se concluyó que el impacto de la demanda de recursos, la huella ecológica, excedía la capacidad de renovación planetaria y la creciente carbonización amenazaba con el cambio climático; llevamos unos quince años consumiendo en exceso y se necesitaría un 25% más de planeta. Es una amenaza real y la Humanidad puede pagar un alto precio… En la idea de colonizar otros planetas subyace el futuro sombrío de un mundo superpoblado y sin recursos suficientes para su población, como advierten muchos relatos de ciencia ficción. Cuando se habla de «la ciudad de los quince minutos», que permite acceder a servicios básicos en ese tiempo, como ejemplo de escala humana para la calidad de vida urbana, recordemos a Mahatma Gandhi: «Los materiales de construcción no deberían estar más lejos de 5 kms de la obra», todo un ejemplo sobre trazabilidad de materiales y responsabilidad ambiental, pero su austeridad dista mucho de un mundo de despilfarro. Algunas arquitecturas apuestan por responder a estos desafíos con que la descarbonización evite el cambio climático.
Hassan Fathy fue de los arquitectos más reseñables del siglo XX, autor de una obra muy personal por su respetuoso uso de recursos naturales, admirable integración en el entorno y su compromiso con un hábitat digno y bello, lejos de la fruición mediática. Si viviese en la actualidad, hubiera logrado un premio «Pritzker» conforme a la valoración de resoluciones recientes; pero Fathy, nacido en la Alejandría de 1900, «competía» con los grandes maestros del Movimiento Moderno, aunque su obra tiene un valioso discurso propio. Sus ideas eran reconocidas, colaboraba con el Ministerio de Educación y daba clases en la facultad de Bellas Artes, en la sección de Arquitectura. Pero, ante todo, pensaba mejorar la Sociedad desde la Arquitectura y, como el tiempo era su cuarta dimensión, recurría a materiales y formas intemporales de arquitecturas populares, siendo el ladrillo de adobe recurso fundamental. Así lo expresa su emblemática obra del «Nuevo Gourna» (1947), un asentamiento próximo a El Cairo, para realojar a una población procedente de unos yacimientos arqueológicos. Su libro «Arquitectura para los pobres» abarca su visión de la Arquitectura y el Urbanismo, más allá de retóricas académicas, para llegar al usuario y su entorno. Tras el acceso al poder de Nasser y el hastío de la burocracia, se trasladó a Atenas y colaboró en la Escuela Politécnica con Konstantinos A. Doxiadis, autor del concepto «Ekística» (ciencia general, que concibe el hábitat humano en su totalidad y que comprende desde la arquitectura que da expresión a los conjuntos menores, hasta el regionalismo con la concepción y creación de la región, pasando por la urbanística que se concreta en las áreas urbanas). Este sentido del hábitat lo comparte Fathy, pero manejaron escalas de trabajo muy diferentes; Doxiadis proyectó grandes desarrollos urbanos de nueva planta (Islamabad, Tema…) o grandes ampliaciones (Bagdad, Riyhad, Jartum), pero Fathy se centra en la escala humana del barrio y sus edificios. En 1963, Egipto lo recuperó y el gobierno le encargó «Nuevo Baris», un asentamiento para una comunidad agrícola nueva, según la estela de «Nueva Gourna» y con similitudes en la génesis de pueblos del Plan Badajoz. Fathy planteó la ecología, la sostenibilidad, la arquitectura bioclimática, el valor de la construcción vernácula, etc. cuando nadie lo hacía y el paso del tiempo aumenta su prestigio. Pero la realidad tiene su lado oscuro: Nueva Gourna, ha sido deteriorado por muchos vecinos que quieren vivir en «casas americanas». Más allá de la propaganda, es inevitable la reflexión.
El Instituto Nacional de Colonización, de la España autárquica, promovió la regulación de la cuenca del Guadiana y la agricultura de regadío, que se reforzó con una estructura territorial de nuevos pueblos a partir de 1952. Fueron 42 y 21 asentamientos, construidos en Badajoz y Cáceres respectivamente, para poblaciones de 500- 2500 habitantes; las familias de colonos recibían una finca para cultivar, una sencilla vivienda con huerto, análoga a la arquitectura tradicional de la zona, una vaca y una mula. Fue el Plan Badajoz y constituye una singular experiencia española, iniciada el mismo 1952, con encargos a diversos estudios de arquitectura (De la Sota, Fernández del Amo, Corrales, Vázquez de Castro...) que aportaron un urbanismo básico de admirable arquitectura popular con los pies en el suelo (como Fathy), potente de volúmetría, síntesis de racionalismo organicista aaltiano y ladrillo cerámico encalado, de admirable resultado con sus limitados recursos. Vegaviana supone el reconocimiento a estos pueblos y su respeto a la naturaleza, con numerosas menciones internacionales: Congreso de la UIA Moscú 1958, medalla de oro en Bienal de Sao Paulo 1961... El Ministerio de Fomento, lo considera una de las 17 obras maestras del siglo XX; incluso se intentó protegerlo como Bien de Interés Cultural sin éxito. Vegaviana es referente de Arquitectura y ejemplo para arquitectos, como práctica profesional honesta que muestra cómo con escasos recursos puede lograrse la excelencia. Fernández del Amo, su autor, lo resumió: «Sólo hay una Arquitectura: la que sirve al hombre. Pero tenemos el deber, la responsabilidad de hacer que ese hombre quiera vivir mejor. Desde fuera y por dentro: desde el urbanismo a la interioridad.»
Christopher Alexander fue de los primeros arquitectos que incorporó ordenadores al diseño arquitectónico, la capacidad de análisis informático le llevó a explorar un «lenguaje de patrones» (pattern language) en el que subyace un modo intemporal de construir que la gente ha usado durante miles de años, al edificar sus propia casas, dando lugar a poblaciones muy armónicas y bellas. Por eso, «partiendo de la base de que la vida es una realidad dinámico-temporal», prevé la permanente renovación del lenguaje de patrones, a fin de adaptarlos a las nuevas exigencias arquitectónicas de las futuras generaciones. Alexander comparte planteamientos de Fathy, como la arquitectura y los materiales del lugar, la participación de los usuarios… Lo que hace Alexander es sistematizarlos y aplicar la metodología de patrones al lugar de la intervención, y desde la sencillez de sus elementos constructivos (vernáculos) plantea una arquitectura sin arquitectos y facilita la ejecución por los propios usuarios. Es otro caso de promotor de la sostenibilidad, anterior a que surgiera el concepto: los resultados son dignos, pero no llegan a alcanzar la belleza intemporal de conjuntos como Nuevo Gourna o Vegaviana.
Francis Kéré, nacido en Burkina Fasso y residente en Berlin tiene un merecido prestigio internacional que no le impide mantener sus raíces respecto a Gando, el pueblo donde nació. Nunca olvida que abandonó su aldea a los siete años, para poder ir a la escuela, y sus vecinos costearon los estudios… Su gratitud es un compromiso indeleble que ha convertido a su pueblo en un admirable ejemplo de Arquitectura, por su belleza innata, como los casos de Fathy o Fernández del Amo. Es el arquitecto africano de mayor proyección, su obra y su sentido de la Arquitectura aportan un admirable equilibrio en los diferentes mundos donde se desarrollan, lo que le convierte en un serio candidato al premio Pritzker. Su arquitectura comparte principios de las referencias anteriores: recurrir a materiales del lugar, emplear soluciones bioclimáticas tradicionales y tecnologías que puedan aplicar los vecinos. Como excepción incorpora puntualmente materiales externos para superar las limitaciones vernáculas: cubiertas de chapa de aluminio sobre cerchas para proteger de la lluvia, eventualmente intensa, pero la ventilación bajo ellas y la protección solar permiten refrigerantes corrientes de aire. El resultado es una arquitectura funcional, adaptada a su entorno y admirable. Pero Kéré también trabaja en Europa, China y los USA y su Arquitectura es diferente según contextos, pero igual de expresiva e innovadora, aunque los materiales sean diferentes. Así lo manifestó en el pabellón «Serpentine» de Londres, o en instalaciones llenas de color en Coachella, o en sólidos proyectos en marcha, como la Asamblea Nacional de Benin, o la Escuela Waldorf (Weilheim, Alemania)… Domina diferentes gramáticas e incorpora sus argumentos esenciales: la base bioclimática y de energías renovables, la deseable luz natural y facilitar los espacios de convivencia en la comunidad a la que sirven. Kéré da respuesta a contextos muy diferentes desde la escala humana y local y su compromiso es ejemplar.
Masdar está a 20 kms de Abu Dhavi, la capital de los Emiratos Árabes Unidos, y «reinterpreta de manera contemporánea las estrategias medioambientales y los patrones urbanos propios de los asentamientos tradicionales árabes, para crear una comunidad emplazada en el desierto, libre de huella de carbono y de residuos». Así resumen Foster & Asociados su mesiánico proyecto urbano surgido de la nada del desierto. Debería haber finalizado en 2016, pero se habla de 2025. Masdar es una apoteosis tecnológica aplicada a la nueva ciudad autosuficiente energéticamente, en un medio especialmente hostil, y cuya mayor dificultad es el suministro de agua, necesario para consumo, implantación vegetal y la reducción de temperaturas con torres refrigeradoras. Para ello se captura todo el agua ambiental posible (lluvias, rocío), se recurre a desalinizadoras y al reciclado de aguas grises y negras; se evitan residuos, aplicando la economía circular, y la movilidad se realiza por vehículos eléctricos públicos. Toda la energía procede de fuentes renovables (solar, eólica). La edificación y el espacio público son de la mayor calidad, varía entre edificios de alta tecnología y una espectacular construcción tradicional adaptada a las últimas demandas residenciales. Ante un futuro post-petróleo, Masdar expresa la apuesta estratégica de Emiratos por energías renovables; aspiran a captar las empresas más innovadoras de este campo. No hay límites económicos para un proyecto donde prima el marketing de una costosa filosofía innovadora, ante la irrelevancia de materiales locales, pero no puede ignorarse como referente de tecnología renovable. Si todo el mundo asumiera esa gestión de recursos, tal vez no bastara colonizar Marte, habría que pensar en Júpiter.
Mantener y amortizar son claves para la sostenibilidad y diferencia básica entre ejemplos precedentes, desde la sencillez, hasta los costes de Masdar. Son arquitecturas y formas de habitar sostenibles, donde apreciar cómo la complejidad del problema global precisa soluciones de proximidad, pero también acercar tecnologías globales a entornos locales; paneles solares y aerogeneradores son complementos inevitables para lograr autonomía energética limpia y sin despilfarro; evitarlo debe impregnar lo cotidiano. Francis Kéré es un gran ejemplo actual y se concluye que cada solución es específica y un territorio, organizado sobre asentamientos bien adaptados y diseñados, es un objetivo a lograr. Se cuenta que preguntaron al colibrí por qué continuaba echando agua con su pico, sobre la selva en llamas, mientras todos los animales huían… «Yo cumplo con mi parte», respondió. Todos debemos asumir nuestra parte y algunos lo hacen mejor.
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