Gumersindo Bueno: «No es de recibo restaurar edificios cerrados al poco tiempo, sin uso ni visitas»
El director de Patrimonio de la Junta marca distancias con la anterior dirección y asegura que se primará la transparencia y la concurrencia competitiva en las subvenciones, «sin discriminación ideológica o de afinidad»
Durante doce años ha trabajado en la Fundación Santa María la Real, referencia en la utilización del románico como dinamizador de la Montaña Palentina, con ... restauraciones y todo un programa cultural vinculado a la investigación y las publicaciones. Debutante en política, Gumersindo Bueno (Torrelavega, 1968), licenciado en Derecho, ha asumido la dirección de una consejería en manos de Ciudadanos y anuncia nuevos enfoques en la orientación de subvenciones y criterios para restaurar en una comunidad con más de dos mil Bienes de Interés Cultural y una gran dispersión de iglesias, castillos y edificios monumentales en sus 2.248 municipios. «El mayor riesgo para el patrimonio de Castilla y León –advierte– es la despoblación y el cambio de usos».
–¿Qué se ha propuesto cambiar?
–La forma en que afrontamos la gestión del patrimonio. Hasta ahora estaba centranda en la intervención cuando ya hay problemas de deterioro; hay que anticiparse a la ruina. Tenemos que transitar de un modelo de rehabilitación a uno de conservación. Es importante llegar a un pacto político y social para la gestión del patrimonio en el que podamos planificar cómo se va a gestionar a largo plazo. La principal línea de trabajo va a ser la digitalización. También hay que modernizar la ley de Patrimonio Cultural para introducir esas prioridades, impulsar la implicación social de modo que todos aquellos proyectos que se pongan en marcha tengan un análisis de viabilidad económica en la gestión de ese edificio y conocer su impacto en la sociedad.
–Buena parte de estos criterios ya figuran en el Plan Pahis de la pasada legislatura. ¿Qué va a haber de nuevo sobre lo ya contemplado?
–Esas ideas de alguna manera están pergeñadas en el Plan Pahis, pero faltaba concreción y el impulso de participación social, de concierto social y de planificación adecuada para llegar a los objetivos. Lo que podemos aportar ahora es cambiar algunas cosas de una forma más racional, con unos criterios más técnicos, más profesionales.
–¿Qué se va a mantener y qué se va a suprimir?
–No se trata tanto de suprimir como de reforzar varios criterios. El primero, la transparencia. Trabajamos en una nueva línea de subvenciones que nos permitan impulsar la transparencia en el apoyo a proyectos. Creo que es un principio esencial de la gestión pública, al igual que promover la concurrencia competitiva en los modelos de subvenciones.
–¿Y eso no estaba sucediendo?
–No.
–¿Por qué?
–Yo no puedo decir por qué no pasaba. Puedo decir qué es lo que va a pasar, que es que cuando vengan entidades con proyectos tendrán que acudir a unas convocatorias de subvenciones que se regirán por el principio de concurrencia competitiva, de igualdad, de transparencia, lo cual nos dará la posibilidad de evaluar esas propuestas de una forma técnica, sin discriminar a nadie por una cuestión ideológica o de afinidad. Yo no voy a decir cómo estaban haciéndolo los demás, me parece feo hacer eso, pero sí puedo decir cómo creo que hay que hacer las cosas. Aquí viene mucha gente a presentar proyectos, y utilizar el criterio de validez técnica, de publicidad y de igualdad me parece esencial para transformar la gestión de esta comunidad autónoma y que las cosas sean más transparentes.
–¿En qué se van a traducir esos cambios?
–Por ejemplo, hay dos líneas nuevas de subvenciones para proyectos de innovación en gestión de patrimonio y de educación patrimonial. Reforzaremos las de apoyo a las entidades locales y particulares sin ánimo de lucro para restauración de BIC. Es necesario que la concesión de ayudas no dependa de criterios aleatorios, sino de argumentos técnicos.
–¿Sabe de cuánto dinero va a disponer para todos esos proyectos?
–Habiendo una región con 2.157 Bienes de Interés Cultural el presupuesto siempre es escaso. Pero lo que tenemos que demostrar es cómo el patrimonio revierte en el bienestar de Castilla y León. Hay que empeñarse en justificar adecuadamente los aumentos de presupuesto. Cuando hay una crisis, donde se recorta primero es en cultura y estamos caminando hacia una sociedad basada en los servicios, en lo digital, y la cultura va a ser un elemento clave desde el punto de vista económico, pues genera el 3% del Producto Interior Bruto de la región y el turismo el 11%.
–Esta consejería lleva años participando en la plataforma Evoch y uno de su objetivos era medir el impacto económico de la cultura sin que aún se hayan presentado resultados.
–Rematar eso es uno de los objetivos que tenemos. Además, hay que hacer estudios para conocer cuál es el futuro del patrimonio en Castilla y León, de las empresas del sector, que se quejan de que es muy difícil encontrar un buen carpintero, un cantero, quien trabaje la forja... Con la crisis hemos perdido fuerza laboral especializada que se había formado en los últimos años, muchos en las antiguas escuelas taller. Ahí la Junta tiene que dar un impulso, eso sí, sabiendo que la administración no es una máquina de restaurar; tiene que ser quien lidere la conservación en colaboración con ayuntamientos, diputaciones, el sector privado y con la sociedad de forma colaborativa.
–¿Se puede salvar todo el patrimonio en riesgo de desaparición o hay que ser selectivo?
–Siendo honesto, todo es difícil de conservar. Básicamente porque hay dos elementos que afectan gravemente al patrimonio. Uno es la despoblación, y otro el cambio de uso, los cambios sociales. Por ejemplo en lo inmaterial, las costumbres, los usos tradicionales, oficios que están en riesgo de desaparición... Se pueden hacer cosas como documentarlo, digitalizar para que quede un registro científico que sirva a las generaciones futuras, ahí sí que habrá que hacer un esfuerzo relevante. En las cuencas mineras hay mucho patrimonio industrial abandonado y en riesgo de desaparición porque es imposible mantenerlo todo.
–¿Supone eso que solo los bienes con planes de sostenibilidad y de impacto social recibirán apoyo para evitar la ruina?
–Hay que valorar qué propuestas culturales, sociales o de uso están detrás de los proyectos. Tendremos que potenciar aquellos que vayan acompañados de un plan de uso cultural, empresarial, económico, científico, turístico... No creo que sea de recibo seguir restaurando edificios que al poco tiempo estén cerrados, sin visitas, sin utilización, sin una idea de uso. En eso hay que ser selectivo.
–¿Cómo se van a plantear Las Edades del Hombre después de la fricción por el enfoque entre la Consejería y las diócesis?
–No ha habido fricción, al final se llegó a un acuerdo. La idea es que la exposición sea bienal y más potente en un contexto nacional e internacional, que pueda atraer la mirada de un público más amplio, y que los años que no se celebre en Castilla y León se organice alguna muestra relevante en alguna capital europea o de otros países para reforzar la presencia de la región o captar visitantes.
–¿Cómo encajará los informes de Hispania Nostra alertando de que otro monumento entra en la Lista Roja?
–Protestar es fácil, resolver problemas es más complejo. Creo que deberían transitar hacia modelos más de tomar las riendas del problema y resolverlo. La lista no es mala, lo que nos hace es estar más atentos a toda la sociedad. Han conseguido una buena herramienta para concienciar, pero se necesita más criterio científico.
–¿Le han abrumado ya con peticiones para arreglar iglesias, murallas y castillos?
–He tenido algunas, pero me parece normal. Lo que veo es que hay un compromiso de los alcaldes con el patrimonio que probablemente no existía hace 30 años, y se ha conseguido que esté dentro de la conciencia y de las prioridades de las personas. De esa manera podemos conseguir mayor implicación de la sociedad civil.
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