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Fernando Lara
Miércoles, 14 de mayo 2025, 13:35
Dejó dicho François Truffaut que, en una primera película, si había al menos un buen plano, eso justificaba ya su existencia. Alguno hay en 'Partir un jour', ópera prima de Amélie Bonnin, pero la verdad es que no muchos más en su ampliación del cortometraje con el que ganó el César (equivalente francés de los Goya) hace tan solo dos años. Pero más allá de la escasa valía de esta pequeña y localista película, lo que realmente sorprende es que haya sido elegida para, fuera de concurso, inaugurar la 78 edición del Festival.
Tiempo atrás la gala de inauguración de Cannes solía contener un título de primera fila, que en diversas ocasiones llevó la firma de Woody Allen. Ahora no, ahora probablemente llevado del típico chovinismo francés, es a un filme de este país al que suele corresponder la apertura de la programación del certamen más importante del mundo.
El resultado viene siendo muy negativo, y en este caso, después de una ceremonia donde se sintetizaron las muy potentes filmografías de Robert de Niro (Palma de Honor de 2025, entregada por Leonardo di Caprio) y Juliette Binoche (presidenta del Jurado Internacional, que deberá decidir entre las 22 películas en competición), lo que vino después palideció de manera excesiva. Era difícil elegir algo más inadecuado que 'Partir un jour' para abrir boca, con su historia de una mujer, ganadora de una especie de 'Master Chef' televisivo e involuntariamente embarazada, que vuelve al pueblo de origen donde encuentra a su amor de juventud entre canciones para 'amenizar' el relato…
Menos mal que, tras una apertura matinal con tres documentales sobre la situación en Ucrania, y dentro de la costumbre ya establecida de 'preinaugurar' con un filme clásico, tuvimos la fortuna de estar paladeando todavía las maravillas de Charles Chaplin en 'La quimera del oro', una de sus obras más famosas y de cuyo estreno va a hacer cien años el próximo mes. Por tanto, era todo un centenario el que se celebraba en Cannes, con una nueva copia restaurada ejemplarmente por la Cinemateca de Bolonia, que ha contado con la colaboración de centros similares, entre ellos la Filmoteca de la Generalitat de Catalunya.
Fue 1925 un año fértil para el entonces llamado 'cinematógrafo', pues también por entonces Eisenstein realizó 'El Acorazado Potemkin', entre otros filmes importantes de un periodo mudo que muy pronto iba a ser sustituido por el sonoro. Ojalá un siglo después encontremos títulos valiosos en este Festival, que, por una vez, cuenta con una buena participación española: 'Romería', de Carla Simón, y 'Sirât', de Oliver Laxe, en la competición oficial; 'Ciudad sin sueño', de Guillermo Galoe, en la Semana de la Crítica, y el corto '+10k', de Gala Hernández, en la Quincena de Cineastas.
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