Miguel de Lucas: «Triunfar es sentirte bien contigo mismo»

Debajo de unas gruesas gafas de pasta negra, de un pelo azabache ensortijado y de un gesto divertido, como de niño travieso, se esconde un hombre sencillo, «un tipo muy normal», según declara en el Aula de Cultura que ha acogió ayer la web de El Norte de Castilla, con el patrocinio de Obra Social laCaixa y Fundación Vocento. Miguel de Lucas es un mago que ha conquistado la fama gracias a la pequeña pantalla, como presentador del espacio 'Un país mágico' que se emite cada domingo en La2. Un andarín que cada semana recorre, delante de una cámara, rincones de esta vieja piel de toro, para mostrarnos la magia cotidiana que atesora «un país en el que lo verdaderamente mágico son las personas que lo habitan».

Pero no siempre fue así. A los poco más de veinte años, cuando ya había encauzado su vida por el cauce de la magia, hasta el punto de haber logrado hacer de ella su único modo de vida, de su chistera empezaron a salir dudas, desvelos, inquietudes por su futuro y el de su familia. Tantas que, aquellas palomas indeseadas empezaron a posarse por cientos sobre su ánimo hasta convertirlo en alguien inseguro, lleno de ansiedad y destinado sin remedio a la depresión. Aquel tiempo, confiesa a sus dos interlocutores, fue duro y duro varios años. Y el libro, más que de magia –que también– va de eso: «a través de mi propia experiencia quería echar una mano a las personas que sufren esas enfermedades tan contemporáneas, tan de nuestros días, como son la ansiedad y la depresión.

«Mi trabajo llegó a darme miedo», confiesa, «tanto que era un mar de dudas y un manojo de nervios antes de cada actuación. Lo pasaba muy mal. Pero, después de ponerme en manos de dos especialistas, una psicóloga y la otra psiquiatra, empecé a darme cuenta de que justamente hacer cosas que nos dan miedo es una forma de superarnos». Miguel de Lucas no entiende por qué nos cuesta tanto aceptar que nuestra mente pueda necesitar ayuda. «Si nos rompemos un brazo vamos al traumatólogo, con total normalidad. Pero no asumimos con la misma normalidad tener que ir al psiquiatra. Muchos amigos que han leído el libro se han sorprendido de que yo hubiera pasado por esos difíciles momentos. No nos dimos cuenta de nada, me decían». Y es que la soledad con la que muchas veces se sobrellevan estas dolencias invisibles y neurálgicas sólo contribuye a su alimento.

Después de aquello se matriculó en un máster sobre inteligencia emocional de la Universidad de Salamanca. «Me maravilló que el hecho de que todos los profesores utilizaran la palabra magia muchas veces en sus clases. Y a partir de ahí pude entender mucho mejor la íntima relación que existe entre la magia y la inteligencia emocional. El mago tiene que saber generar emociones a través del misterio».

Y a su entender, la magia que todos podemos hacer cotidianamente consiste en ofrecer la mejor versión de nosotros mismos. Una versión que solemos tratar de dar en los perores momentos, pero que debemos acostumbrar a dar siempre, también en los buenos. «Al mismo tiempo que debemos hablarnos a nosotros mismos con la misma delicadeza que solemos hablar a los demás. Muchas veces somos muy duros con nosotros mismo en nuestro diálogos interiores».

Incluso, Miguel de Lucas encuentra momento entre sus comentarios y respuestas para hablar del momento presente y de la improvisación reinante: «vivimos tiempos de improvisación absoluta. La vida es un gran escenario y debemos ser capaces de improvisar, pero para improvisar siempre hay que estar muy preparado, porque la preparación te da seguridad y esa seguridad se transmite». Y termina con un truco, que es un consejo: «debemos creer mucho en nosotros mismos. Triunfar va a consistir en estar bien con nosotros mismos cada mañana».

Levantando la vista al horizonte, magia es justo lo que vamos a necesitar. Y mucha.