
Juan Manuel de Prada, escritor
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Juan Manuel de Prada, escritor
«He escrito una novela llena de quijotismo y escatología, de tremendismo y poesía áspera»C. A.
Valladolid
Miércoles, 23 de abril 2025, 08:42
Más de mil seiscientas páginas. Tras el éxito de la primera parte de 'Mil ojos esconde la noche', publicada bajo el título de 'La ciudad sin luz', Juan Manuel de Prada concluye esta «obra maestra de la escritura en castellano», en palabras de Luis Alberto de Cuenca, con la segunda entrega de su última novela: 'Cárcel de tinieblas'. Una nueva y espléndida inmersión literaria en el mundo de los españoles de todo cuño que coincidieron en el París de la Segunda Guerra Mundial, ocupado por los nazis. El autor y su obra serán los protagonistas el jueves, en el Círculo de Recreo (19:30 horas), de una nueva edición del Aula de Cultura de El Norte de Castilla, que el periódico celebra con el patrocinio de la Fundación Caja Rural de Zamora y la Fundación Vocento.
-¿De qué manera completa esta segunda parte de la novela lo que nos quedaba por conocer de la primera?
-Ante todo, debo aclarar que 'Cárcel de tinieblas' no es una continuación o secuela de 'La ciudad sin luz'. Juntas componen una única novela, 'Mil ojos esconde la noche', que le editorial Espasa decidió publicar en dos entregas, dada su insólita extensión. Así que en 'Cárcel de tinieblas' prosigue la acción que al final de 'La ciudad sin luz' quedaba interrumpida. Hacia el final de aquella primera entrega, Ana de Pombo proponía al protagonista y narrador, Fernando Navales, que dejase de hacer el mal, que abandonase su resentimiento y aprendiera a perdonar y perdonarse. En esta segunda entrega, que abarca los dos años y medio últimos de la ocupación nazi de Francia (1942-1944), asistimos a la lucha agónica de Navales por superar su resentimiento; empresa que no será pacífica ni sencilla, pues Navales es hombre de mala índole. Todo ello sobre el telón de fondo de un París cada vez más peligroso y depauperado, donde la guerra se hace notar cada vez más: bombardeos de los aliados, persecución a los judíos, atentados de la Resistencia, represalias de los ocupantes, etc., mientras en el frente ruso se suceden las derrotas del ejército alemán. Y, por supuesto, la novela sigue a todos los personajes de la primera parte en su peripecia personal: Picasso, Marañón, González-Ruano (Ruanito), María Casares y otros muchos siguen teniendo en 'Cárcel de tinieblas' gran protagonismo. Aparecen también algunos personajes nuevos, como Ernesto Giménez Caballero, de paso por París tras su visita a Katyn, y, sobre todo, Victoria Kent, que adquiere gran protagonismo hacia el final de la novela, a quien veremos convertida en una suerte de detective a la antigua usanza, capaz de desvelar el misterio del doctor Petiot, un asesino múltiple que aterrorizó París en los últimos meses de la ocupación.
-Con respecto a la primera parte, algunos personajes, como dice sobre Navales, parece que buscan en gran manera la redención, aunque no la encuentren, mientras que el resto parece sumirse en una especie de locura colectiva que convierte el esperpento en drama… ¿Fue realmente así?
-La suerte de los personajes es diversa. Algunos de ellos, consiguen marchar de París, que se va convirtiendo en un lugar muy poco grato. Vuelven a España Ana de Pombo y César Gónzalez-Ruano; también Gregorio Marañón, que por fin consigue el perdón de Franco y puede recuperar su cátedra y su prestigio; incluso hay algún exiliado, como Sebastián Gasch, que prefiere afrontar un hipotético castigo en la España de Franco antes que permanecer en una ciudad que se ha vuelto por completo hostil y amenazante. Quienes se quedan en París hasta el verano de 1944 lo hacen porque no tienen nada que perder, por no haberse implicado políticamente con ninguno de los bandos, o bien porque ya lo han perdido todo, por haberse implicado demasiado. El ambiente se torna crecientemente opresivo, crecientemente menesteroso (escasean los alimentos y el combustible para calentar las casas, incluso la electricidad), crecientemente merodeado por el mal: así que es inevitable que algunos de los personajes de la novela empiecen a perder la salud, tanto física como mental. Así le ocurre al propio Navales; lo que hace que esta 'Cárcel de tinieblas' tenga por momentos cierta textura onírica, casi surrealista. A veces será un surrealismo humorístico, como cuando Marañón mantenga una conversación con el general Oberg utilizando siempre citas del Quijote; en otros casos, será un clima casi alucinatorio, como cuando Navales crea descubrir que el pintor Beltrán Massés ha sufrido una posesión diabólica. Sin duda, aquellas fueron unas circunstancias terriblemente angustiosas, que se traducen en una escritura en la que el esperpento se torna por momentos visionario. En general, he querido que la novela sea un homenaje a la gran tradición literaria y artística española, que es el barroco. Y ello incluye homenajes a la literatura picaresca, al esperpento, a un cierto misticismo (porque también Navales haré sus pinitos místicos) y también al surrealismo buñueliano o buñuelesco.
-¿Cómo ha condicionado el estilo (la escritura) una novela tan larga, tan profusa y llena de datos? ¿Y cómo queda el escritor después de escribirla?
-'Mil ojos esconde la noche' me la tomé como la obra en la que tenía que dar lo mejor de mí mismo, mi do de pecho definitivo. No porque buscase ni desease un reconocimiento que, en esta época sórdida, sólo obtienen los escritores sistémicos o del régimen, sino para que la posteridad pueda enjuiciarlo. En alguna ocasión he dicho que esta novela está escrita, sobre todo, para quienes ya han muerto y para quienes todavía no han nacido. Con ello no quiero decir que no pueda ser valorada o apreciada por lectores de nuestra época, pero creo que quienes manejan el cotarro nunca van a reconocer sus valores; pues hacerlo significaría reconocer una forma de entender la literatura que está por completo demonizada, en aras de un cosmopolitismo grotesco. En una época en que la mayoría de novelas españolas parecen escritas por pálidos finlandeses políticamente correctos, que aspiran a que Netflix les compre los derechos de adaptación, yo he escrito una novela llena de quijotismo y escatología, de tremendismo y poesía áspera, en un intento por recuperar nuestra tradición barroca. Escribir 1.600 páginas con el grado de tensión estilística que tiene esta novela le aseguro que no es una tarea sencilla; tampoco manejar la ingente documentación que he reunido para poder escribirlos. Ha sido una labor que me ha dejado por completo vacío; pero espero que después de este vaciamiento, después del barbecho, vengan otra vez buenas cosechas.
-En su ciclo desde 'Las máscaras del héroe', parece que ya solo nos queda por saber a los lectores qué pasa con alguno de sus personajes en la guerra civil. ¿Sería posible (o saludable) hacerlo en un momento de polarización y maniqueísmo como el que vivimos?
En realidad, si fuese posible me gustaría escribir todavía dos novelas más narradas por Fernando Navales: una que, en efecto, abarcarse los años de la guerra civil y otra más que narre la vuelta de Navales a España, en 1944, tras la experiencia parisina. Ambas novelas son complicadas y me exigirán muchísimo trabajo, así que no sé si podré completarlas antes de morir…, ojalá Dios me dé salud para hacerlo. También valor, desde luego, porque el cainismo reinante en España es angustioso. Pero creo que es un cainismo excitado por demagogos que necesitan enviscar a los españoles, para hacerse fuertes dividiéndolos; si los españoles logran liberarse de esos demagogos, ese maniqueísmo y esa polarización a las que se refiere amainarán: muerto el perro, se acabó la rabia, que reza el refrán. Esto no ocurrirá de forma inmediata, pero tampoco puede durar eternamente; de hecho, es una anomalía que, tantos años después, no se puedan escribir novelas sobre la guerra civil si no muestran siempre la misma versión. Y, desde luego, una novela sobre la guerra civil narrada por Fernando Navales va a ser muy distinta a todo lo que se escribe en España, tan distinta como lo es 'Mil ojos esconde la noche'. Pero creo que, junto a maniqueos y cainitas, también hay en España mucha gente deseosa de leer libros distintos que den un poco de vértigo. Esa es mi apuesta, lo ha sido siempre y lo seguirá siendo, si Dios me da salud.
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