Emilio Calatayud. Oscar Solorzano

Emilio Calatayud: «No soy un ejemplo, simplemente soy libre»

El juez hablará este jueves 28 en el Aula de Cultura virtual de El Norte sobre cómo afectará esta situación a la juventud española

Fernando conde

Martes, 26 de mayo 2020

En estos tiempos en los que soportamos impasibles esa estúpida dictadura de lo políticamente correcto, entre otras, resulta gratificante, fresco y esperanzador escuchar a alguien que es políticamente incorrecto por naturaleza, por convicción y por genio. Un militante absoluto de la libertad de expresión y de la independencia de pensamiento.

Publicidad

Pocas personas hoy pueden presumir de ambas cosas en España. Pero quien sí puede es Emilio Calatayud, el juez de menores de Granada, que con sus sentencias ha convertido el sentido común en piedra angular de la justicia. Emilio Calatayud, persona cercana, amable y directa desde la primera palabra que uno cruza con él, será el invitado al Aula de Cultura de El Norte de Castilla que, gracias al patrocinio de Obra Social laCaixa y Fundación Vocento, podrá seguirse en directo mañana jueves, a partir de las 18:30 horas, en la web de este periódico.

–Estado de alarma: ¿confinamiento o reclusión?

–Pues no sé, pero fijaos cómo nos sentimos cuando nos privan de libertad. Yo siempre digo que la vida es un don y la libertad un derecho. Y de eso los jueces debemos ser muy conscientes. Los jueces deberíamos pasar por la cárcel alguna vez para saber de verdad lo que es y supone la privación de libertad. Se suele decir que la justicia es ciega, yo digo que es tuerta, es decir, que es igual para todos, pero no puede ser ciega del todo.

–¿Habrá más delincuencia juvenil después de este confinamiento?

–Sin duda. La delincuencia juvenil ya estaba subiendo antes. Y pensemos que, después del coronavirus va a venir el 'coronahambre', que puede ser peor. Con las familias recluidas en sus casas y las tensiones que eso genera, la delincuencia, pero sobre todo la violencia y el maltrato de los hijos hacia los padres va a crecer, y mucho. Y no pensemos sólo en clases deprimidas. Esa violencia está creciendo mucho en familias de media y medias/alta. Y con un añadido, antes el perfil de maltratador era de un 25% chica frente a un 75% de chicos. Hoy estamos ya en un relación 40/60%. No es una broma.

–El coronavirus nos ha hecho entrar en la digitalización total abrupta y repentinamente. Los chavales ahora se 'teleducan', ¿qué opina?

–Tampoco tengo duda: los maestros y la escuela tienen que seguir existiendo. Tiene que haber un contacto físico, visual, sensorial entre el maestro y el alumno. Sin eso, no habrá educación posible porque la escuela no sólo enseña, también socializa. Y tengamos en cuenta que ahora los chavales han introducido la pantalla también en su franja educativa, con lo que, si la sumamos al tiempo de ocio, ahora pueden pasar doce horas o más frente a una pantalla. Son ya adictos y la tecnología es una droga que puede llegar a ser tan nociva como el resto.

Publicidad

–La justicia no parece estar pasando por sus mejores momentos. ¿Hay independencia?

–La justicia cada vez está peor. El juez es el verdadero poder judicial. El poder judicial soy y todos los jueces que impartimos justicia. El juez de a pie es independiente, pero a medida que asciendes vas perdiendo libertad. La mejor época de la justicia ya ha pasado. En los juzgados, pero en cualquier profesión debe imperar la moralidad y la ética. Esas dos son las que me permiten decir a mí lo que muchos piensan y callan. Yo no he sido ningún ejemplo de nada. Y reconocerlo me permite empatizar y hablar desde la humildad de quien ni fue ni ha querido ser ejemplo nunca.

–¿Y el sistema de acceso a la judicatura es bueno?

–No, es francamente mejorable. Los chavales hacen su carrera, se confinan (esos sí que se confinan) a estudiar una oposición, dura; luego a Barcelona, donde tienen un montaje estupendo y de ahí a impartir justicia, sin experiencia vital ni profesional. En mi tiempo existía el juez de distrito y empezabas con cosas leves para ir aprendiendo. Debería haber un periodo de aprendizaje real, con un tutor judicial que te vaya enseñando. Si no, corremos el riesgo de que los chavales en vez de jueces se crean dioses, y para impartir justicia sobre todo hay que ser humilde.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3€ primer mes

Publicidad