Jesús Carrasco: «La influencia de Delibes va a perdurar durante generaciones»
El autor de 'Intemperie' hablará sobre el rastro del escritor vallisoletano en su obra, en un encuentro en la Bodega Protos con el Aula de Cultura y Hay Festival
fernando conde
Martes, 18 de mayo 2021, 07:18
Pocas veces un escritor conquista unánimemente a crítica y público más allá de las fronteras de su idioma con su opera prima. Pero en el caso de Jesús Carrasco exactamente sucedió así cuando en 2013 publicó aquel libro titulado 'Intemperie'. Un texto que se convertiría en un auténtico fenómeno editorial y literario. El escritor extremeño participará mañana en una conversación organizada por la Fundación Delibes en colaboración con el Aula de Cultura de El Norte de Castilla y como parte de la programación anual del Hay Festival. El encuentro tendrá lugar en la Bodega Protos y podrá seguirse de forma on line a través de la web de El Norte de Castilla, mañana miércoles a partir de las 20 horas.
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–¿A qué atribuye el enorme éxito de 'Intemperie?
–Supongo que el éxito del libro es una combinación de factores. Por un lado está la historia en sí, que apela a valores humanos universales: la violencia, el cuidado, la protección, la generosidad, el magisterio. Pero también pienso que hay muchísimos lectores en España que se sienten reconocidos cuando un texto está ambientado en el medio rural. Ese grupo amplio por el que tanto hizo la literatura de Delibes.
–¿Qué hay de Delibes en la obra de Jesús Carrasco?
–Diría que mucho. Mi interés por el paisaje y por los que lo habitan y transitan. Por los que lo sufren y lo admiran. La precisión de su castellano, su resonancia, su transparencia. Esos son atributos de su literatura que yo aspiro a incorporar a lo que escribo. Miguel Delibes es una figura central en nuestra literatura cuya influencia va a perdurar por muchas generaciones.
–Su obra es una obra muy apegada al terreno, ¿hay también una reivindicación de la ruralidad en su obra, como en la del autor vallisoletano?
–Desde luego que sí. La España rural es mi territorio emocional, por más que viva ahora en una ciudad. Es el espacio donde me he formado como ser humano. Mi lugar de juego es un campo de olivos y un secano que se extiende hasta donde se pierde la vista. Me siento muy cómodo hablando desde ese espacio. De hecho, me cuesta escribir sobre emociones en un paisaje urbano.
–¿Cree que 'Llévame a casa' debería ser lectura obligatoria para quienes padecen ese complejo llamado de Peter Pan?
–En primer lugar, preferiría que nada de lo que escribo fuera obligatorio para nadie. A la lectura debe dirigirse el lector por su propio pie. Dicho esto, me acojo a las palabras de Victoria Camps cuando relaciona la ética con el deber. ¿Qué debo hacer?, se pregunta ella. El personaje de la novela y yo mismo, nos hacemos la misma pregunta. Es una pregunta pertinente en todo momento y para todos, particularmente para quien desea seguir siendo un niño por siempre.
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–Una de sus novelas se ha llevado al cine, de Delibes se han llevado varias, ¿contribuye o resta?
–Yo creo que contribuye porque, generalmente, todo el mundo distingue ambas expresiones como obras distintas. Si novela y película tienen por separado suficiente calidad, se retroalimentarán. El libro lleva personas al cine y la sala lleva personas al libro. Esa es, al menos, mi experiencia. En el caso de Intemperie, asumo las diferencias entre película y libro y las entiendo perfectamente. Estoy muy satisfecho con el trabajo dirigido por Benito Zambrano.
–Como escritor, ¿qué piensa del llamado lenguaje inclusivo?
–Pienso que es una herramienta necesaria que todavía no sabemos muy bien cómo emplear. Una herramienta que, aunque en ocasiones se utilice de manera extravagante, tiene por objeto invitar a la luz a los que estaban en la oscuridad. Por ejemplo, hasta hace unos años las asociaciones que representaban a las familias en los colegios eran llamadas asociaciones de padres de alumnos cuando, todos lo sabemos, eran mayoritariamente mujeres las que asistían a las reuniones y, por tanto, las que se encargaban de esa tarea. Ahora se llaman asociaciones de madres y padres de alumnos y, en esa duplicación, los hombres tenemos una ocasión para sentirnos invitados y también para, quizá, darnos cuenta de que no estábamos asumiendo esa responsabilidad.
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