Tras la mentira verdadera
Gonzalo Suárez y José Luis Cuerda hablan de sus películas esta tarde en el Aula de Cultura de El Norte de Castilla
Victoria M. Niño
Miércoles, 29 de octubre 2014, 12:38
Hablan de ellos sus canas, sus películas, pero Gonzalo Suárez y José Luis Cuerda son poco dados a sentir el peso del pasado, prefieren el aquí y el ahora. Tienen en común la puerta de entrada al cine, la comedia, su interés por la literatura, su gusto por el vino, por la trashumancia de modos de contar y por una mirada lúcida, con mucha retranca sobre lo que les rodea. A partir de aquí, cada uno en su estilo. Suárez luce el sambenito de cine intelectual. Cuerda revive ahora el éxito de Amanece que no es poco, cuyo recuerdo anega el relieve del resto de sus películas. Se cumplen 30 años del guion para la serie que nunca fue. De «las mentiras verdaderas», que dice Suárez sobre la ficción, hablan esta tarde en la Facultad de Derecho, en una sesión organizada por el Aula de El Norte y la UVA.
Gonzalo Suárez (Oviedo, 1934) prefiere la conversación al análisis. Como la señorita Escarlata, pospone algunas preguntas porque «esa no me la sé», aunque se las sabe todas. Lejos de querer sentar cátedra, el director asturiano gusta de sembrar todo de posibilidades e incertidumbres porque «uno siempre quiere descubrir el Polo Norte, o el Sur, o algo. Ahora vivimos en otros parámetros que están en manos de la ciencia, descubren cosas que nos explican pero nadie entiende». Aún así, quien se dedica al arte, siempre quiere descubrir. «El artista lo que tiene que hacer es encontrar resquicios en el muro, como el preso en la cárcel (sin dramatismo), lo que buscas es el agujero en la pared. No construyo la pared sino que voy tras un agujero por el que asomarme y ver lo que pasa fuera de mí».
Y ese agujero lo ha ido encontrando en distintas disciplinas. «En realidad yo iba para actor, hice con barba postiza el Próspero de La tempestad, trabajé en el María Guerrero, en Mérida. Pero luego di un volantazo y me fui a París, porque no estaba a gusto en las condiciones del país, pero eso está ya contado», parece reñirse a sí mismo por rebobinar. Otro volantazo le llevó a Barcelona donde se ganó la vida como periodista firmando Martin Girard, como escritor y adaptador de teatro y hasta algún libreto hasta ponerse tras una cámara en 1966.
«Cuerda me gusta, nos caemos bien. Me encanta Amanece que no es poco, y cuando la hizo, para mí era equivalente a mis películas iniciáticas, como El extraño caso del Doctor Fausto, sin tener nada que ver, por otra parte. En ambos casos veo la idea de ruptura, la necesidad de desbordar los cauces existentes». Y esos cauces «eran más constreñidos que ahora. Rodé Fausto con el país en estado de excepción, sin permisos, en 15 días, por las terrazas, con iluminación como se podía. Era un salto fuera del territorio, con la intención y la ingenuidad de quien cree descubrir el cine».
El «tinglado de Europa»
Si se le pregunta por lo que constriñe hoy el cine, Suárez no admite ni un ápice de nostalgia. «No hemos cambiado tanto la mentalidad, somos los mismos y es lógico. En nuestra especie animal un cambio de cerebro tarda siglos en realizarse».
Lo único que lamenta del estado del cine hoy es que sufre del «horror de nuestro tiempo, en el que todo se valora según a cuánto el kilo. Eso que antes daba hasta pudor, el éxito, hoy es lo que mide la valía de las cosas. Vivimos en la contaminación de la Europa de hoy que no pasa de ser un tinglado económico a la deriva, nada que ver con la Europa cultural de antaño en la que el referente era París». Así que dice sentirse «como el explorador en la selva», en una selva en la que quiere seguir escribiendo y rodando. «En la escritura nadie te impone nada, no tienes más límites que tu talento. El cine es un combate diferente. A ver si de mayor lo entiendo», dice el autor de la recopilación de relatos Las fuentes del Nilo.
El director de Remando al viento, de Mi nombre es sombra, Tindaya-Chillida; un proceso de creación u Oviedo Express, aspira a descubrirlo rodando. De momento tiene «un baúl lleno de guiones», esas ficciones que son «mentiras verdaderas».
Su compañero de tertulia será José Luis Cuerda (Albacete, 1947). Si Suárez es un asturiano alejado del clima atlántico en Madrid, Cuerda es un manchego que lleva décadas prendado de Galicia. «Mi primera aproximación fue literaria, me gustaba mucho Cunqueiro, me lo pasaba en grande leyendo sus colaboraciones en prensa. Luego le hice una entrevista para TVE, de tres minutos. Era un pozo de sabiduría e imaginación. Después tuve que ir con la tele a Vigo para grabar unos goles. Cuando no había autovías, Galicia estaba lejísimos de Madrid. Cruzabas un valle y cuando ya pensabas que estabas allí, otro más, y otro. Años después fuimos para rodar El bosque animado, pero tampoco hay tantas escenas allí. Tras hacer 3.500 km por la provincia de Coruña, cuando volvimos a Madrid el productor dijo que allí solo lo indispensable, el resto en Madrid porque no había que pagar dietas. El argumento era incontestable: de noche todos los gatos son pardos. Así que hay mucha película rodada en El Escorial». Ydespués Cuerda se hizo viticultor, «aunque este año ha sido un desastre, solo nos ha faltado un terremoto».
Estos días habla de Amanece que no es poco, que ya es un clásico de la comedia surrealista española. «Quería hacer algo sobre una tradición literaria y cultural española, podía valer la pena ponerla en celuloide. Pero de lo demás, no tengo la culpa», bromea. «Cada vez que hago una mención, un prologo, algo sobre esa película, recuerdo lo mal que lo pasamos en el rodaje, era excesivo trabajo para aquel equipo a pesar de todo, me han seguido saludando los sufridores y lamento la cantidad de compañeros muertos, cuando veo los títulos de crédito».
Más proyectos que futuro
Ha adaptado varia novelas, desde Wenceslao Fernández Flórez, a Manuel Rivas, pasando por Alberto Méndez. Su relación con la literatura viene de lejos. «Cualquier impulso que nos distinga de nuestros compañeros en el zoológico de los vertebrados, me interesa. Debíamos ser capaces de entendernos hablando, sin rebuznar, sin engañar, sin insultar, y para eso es muy bueno leer. Incluso en el último de los casos, sirve para dormir, te ayuda a conciliar el sueño, es bueno leer algo antes de dormirse».
Quien probó con el Derecho, hace una lectura leguleya de la situación. «El asesinato de la producción cultural debiera estar penado por ley. Cada vez que sale una ley pienso qué se estará cargando esta, porque construir no se construye nada. Según la Constitución, son los políticos quienes deben hacer lo que digan los ciudadanos, no al revés. En ella se dice que todo español tiene derecho a una vivienda, y sin embargo el Gobierno tiene derecho a echarlos de sus casas, desahuciarlos y inducir suicidios». Cuerda cambia el tono, «es una pena, por primera vez nuestros hijos vivirán peor que sus padres».
Vive creando y asegura tener muchas historias a la espera, «tengo más proyectos que futuro». El guion que ha sacado del cajón es uno de 1996, «sobre el mundo en el año 7. 778. Era profético». Fue profesor de Bellas Artes en Salamanca durante los ochenta. «Lo que se necesita saber de técnica en cine se aprende en seis meses. Lo que es más difícil es el criterio y el talento». Y su consejo es el que recibió: «Todo lo que no informa, desinforma tanto en cine como en fotografía».