Pintar Castilla, más allá de su horizonte infinito

Un rebaño en el campo Zamora da la bienvenida al visitante. Delhy Tejero viste al pastor con un manto de polígonos de colores que enlazan con la geometría irregular de las casas del pueblo al fondo. Tan solo como la mujer del paisaje de Díaz Caneja, en otra manera de entender la pintura, más orgánica, con más relieve, sin deberse a figuración alguna. En medio un jardín de amarillo estival del segoviano más neoyorquino, Esteban Vicente. Más cercano en el tiempo son los chopos y el río con las montañas nevadas de fondo que firma Carlos García Álix.

La sala de la Pasión tiene como espina tres vitrinas que acogen la naturaleza fosilizada en caolín de Bettina Geiselmann. Gallarones, ramas, hojas, trompetas y vainas de estramonio, piedras cangrejeras convertidas en corales, proponen otra mirada a los elementos de la naturaleza exiliados de su contexto, de su color, de su función. En el altar, tres imponentes esculturas cerámicas de la burgalesa Asunción Molino tituladas 'Cuanto Río más arriba'. Cántaros tradicionales forman castellets con reinterpretaciones de la artista que evoca al industria del barro y la imaginación de Miró.

Águeda de la Pisa lleva sus colores a impresiones fotográficas mientras Javier Yarza, Concha Pérez y Ángel Marcos narran los arrabales de la huella humana en el límite con la naturaleza.

Amaya Bombín sigue con sus cabañas de pastores, la grisura de la piedra contrasta con las masas de lana de color rojo, evocación de la sangre, del final de los animales que cuidan sus moradores. Los collages de Luis Moro, las acuarelas de raíces de Mezquita y las 'tierras' de José María Marbán demuestran que ancha es Castilla plásticamente.

La poesía de Eugenio Ampudia se lee si el espectador agudiza la vista en sus delicados collages con mensajes de tipografías prestadas como el que reza «emocionarse con las obras de arte ha periodo importancia». Su inquietud medioambiental es cercana a la de la salmantina Ana Sánchez que esculpe papel de guías telefónicas su 'Sedimentaria' y con otros papeles reciclados su 'Curtido'.

Marina Núñez encapsula su 'Naturaleza montaña' en un ánfora rococó y la pone en movimiento giratorio en un hipnótico vídeo. Todos ellos narran una tierra que debió estar habitada por los dioses en otro tiempo aunque sus sucesores a veces lo olviden en una exposición que podrá verse hasta el 29 de junio.