Emilio Tuñón, en la Consejería de Fomento donde se celebra el congreso de la Bienal. Rodrigo Jiménez

Emilio Tuñón: «Conceptualmente el MUSAC envejece bien»

El Premio Mies van der Rohe y autor del museo leonés participa en el congreso de la XV Bienal de Arquitectura que se celebra en Valladolid

Victoria M. Niño

Valladolid

Jueves, 7 de octubre 2021, 09:19

Más que al espacio, apela al tiempo; más que a la imagen, a la palabra. Emilio Tuñón (Madrid, 1959) levanta edificios de estética contemporánea ... supeditados a la historia les rodea. Acepta la humilde condición de ser uno más en el eslabón de construir sobre lo construido con la misma facilidad que despliega una idea nueva sobre miles de metros cuadrados vacíos, como el solar leonés en el que erigió, con Luis Moreno Mansilla, el MUSAC. Premio Mies van del Rohe y Premio de Arquitectura Española Internacional, entre otros reconocimientos, ayer expuso en el Congreso de la XV Bienal de Arquitectura su último proyecto, el Museo Helga de Alvear, en Cáceres. Es uno de los 20 proyectos galardonados por la Bienal, además de haber sido reconocido con el Premio Architecture MasterPrize en la categoría de construcción cultural.

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«Conocí a Helga Alvear precisamente en el MUSAC. Ganamos un concurso que iba a ser para un museo de 15.000 metros cuadrados, luego se fue reduciendo y acabó en 5.000. El MUSAC tiene 9.000. Aún así, logramos un jardín, en el que siguen instalando piezas que no caben dentro. El edificio es de una fundación de titularidad pública y la colección, una donación privada», explica Tuñón.

Con Luis Moreno Mansilla compartió estudio y juntos diseñaron el Museo de Zamora, el Auditorio Ciudad de León o la Biblioteca Regional Joaquín Leguina, entre otras muchas obras. El MUSAC les valió el Premio Mies van del Rohe. Las horas de coche entre obras eran el laboratorio de estos dos profesores de la Escuela de Arquitectura de Madrid (ETSAM) que practicaban el «método conversacional». En 2012 Luis muere repentinamente y Emilio seguirá trabajando bajo el nombre de Tuñón Arquitectos.

«El MUSAC envejece conceptualmente bien. Es un lugar que ha atraído mucha vida y muy acelerada, hay muchas exposiciones y movimiento de gente», celebra el arquitecto. Sobre al conservación de la arquitectura que utiliza materiales sin sancionar por la tradición que «todos los edificios necesitan mantenimiento. Hay una tesis doctoral que habla de los edificios que han permanecido y de que el ciclo de restauración media es de 25 años. Así que probablemente el MUSAC necesite ser revisado a sus 25 años. Pero ha demostrado ser un lugar que funciona como espacio público».

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Celebra que el lema de esta bienal, 'España vacía, España llena. Estrategias de reconciliación', y que «abra el campo de trabajo a obras de otra escala más pequeña producidas en lugares periféricos. Eso permite ver al cantidad de jóvenes que trabajan muy bien en piezas muy cuidadas». Las crisis económicas y la realidad ha desleído la figura del arquitecto estrella. «Afortunadamente se ha producido la democratización del genio y hoy hay mucha gente haciendo piezas brillantes, eso es más bonito. Se ha dado más valor al trabajo en equipo, a la colaboración con otros profesionales, desde el historiador hasta el especialista en la piedra. Lo más importante de la vida es descubrir la capacidad creativa de cada ser y juntos poder cambiar el mundo». La sostenibilidad es uno de los retos que la arquitectura actual tiene en su mesa. Tuñón recuerda que en su caso «viene desde el principio. Hace 30 años, cuando rehabilitamos la fábrica de Cervezas El Águila como Archivo Regional de la Comunidad de Madrid hablábamos de sostenibilidad y entonces era raro.Ahora viene de suyo, debe tenerse en cuenta la manera de reducir residuos, materiales y consumos energéticos».

El ejemplo del Herreriano

Ya ha visitado la exposición de los proyectos seleccionados por la Bienal en el Museo Patio Herreriano, una rehabilitación de Juan Carlos Arnuncio que considera ejemplar. «En Castilla y León hay grandes ejemplos de ese construir sobre lo construido, como la Capilla de los Condes de Fuensaldaña en el Herreriano. Eso nos lleva a reflexionar sobre el pasado, sobre el tiempo. Siempre he agradecido trabajar en lugares con cierta memoria. El tiempo es lo que constituye la arquitectura más que el espacio, tener el control del tiempo en dos magnitudes, la historia, como algo universal, y la memoria, como algo privado. Es bonito pensar que el tiempo es un material de construcción que aplica a la memoria y a la historia».

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Su diálogo con la arquitectura histórica comenzó en 1981 «dentro de la dirección de Bellas Artes y después, en el MOPU, en el departamento de restauración. Eso me marcó y ha sido un lujo poder trabajar en obras sobre la que tanto se ha escrito». Sobre el incomodo a los vecinos de los cascos históricos apunta que «la ciudad es un fenómeno colectivo, el respeto a las personas pasa por el respeto ala patrimonio también. Eso encarece las obras pero beneficia a la comunidad. Mi casa y los edificios colindantes provocan una intersección entre lo público y lo privado».

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