Miguel Ángel Tapia, presidente de la Federación de Organizaciones Artesanas de Castilla y León

«Los artesanos se jubilan sin relevo y dejan oficios viables al borde de la extinción»

En Castilla y León figuran 630 talleres censados, 250 inscritos en la Federación de Organizaciones Artesanas de Castilla y León (Foacal) que preside Tapia. El próximo año el colectivo contará con un distintivo para identificar y promocionar sus productos con el fin de tener mayor presencia en el escaparate físico y en el digital. La organización surgió en 1987 en Tordesillas de la unión de ceramistas y alfareros movidos por la necesidad de vender sus productos en ferias. «A partir de ahí empezaron a unirse profesionales con talleres de joyería, marroquinería, madera... la Federación aglutina a artesanos de muchas especialidades».

La del artesano es una figura vinculada a oficios con arraigo en la tradición, transmitidos en muchos casos de generación en generación, mayormente a la sombra de obradores familiares. La pervivencia de algunas de estas especialidades está seriamente amenazada, alerta Tapia. «Hay oficios viables al borde de la extinción, se están perdiendo; muchos artesanos se jubilan sin relevo generacional, hay que hacer algo con urgencia porque desaparecen saberes tradicionales».

Profesiones relacionadas con la madera, la construcción de instrumentos o la joyería se aprende en algunos talleres por transmisión familiar, una vía cada vez más excepcional. «Apenas hay aprendices, por ejemplo, de organeros; hay uno en Tordesillas y se va a jubilar. Y el caso de Portillo es dramático, solo quedan seis talleres con alfareros que en unos pocos años cerrarán por jubilación. En Castilla y León resisten menos de treinta alfarerías y en quince años apenas quedarán cinco, si es que quedan. Hoy, salvo en centros de interpretación y casas museo, esos conocimientos en torno al barro se están perdiendo. Igual que la joyería típica de cada provincia. Los artesanos actuales se enfrentan a la falta de relevo para mantener negocios que en algunos casos han heredado desde hace cuatro o cinco generaciones».

Entre las medidas para frenar la desaparición de estas profesiones desde Foacal proponen becar a alumnos como aprendices. «En la Junta de Castilla y León están al corriente de esta urgencia, y con la Diputación de Valladolid hemos hecho cursos de formación para becar a alumnos que puedan integrarse en prácticas. Este año hay una docena de aprendices de carpintería y alfarería».

En el mundo rural se asientan la mayoría de los talleres artesanos (el 65%) por la facilidad para encontrar terreno o inmuebles a precio asequible. «Generan tejido económico en los pueblos y vinculaciones con otras actividades como el turismo», subraya el imaginero de Viana de Cega.

Aunque de forma incipiente, la venta artesana busca también su oportunidad en centros históricos de las ciudades, ocupando locales vacíos que deja el comercio tradicional, «como es el caso de la joyería Toska, en la calle Núñez de Arce en Valladolid. Esta opción es una buena oportunidad para muchas ciudades que ven cómo se deterioran sus cascos históricos y que con un poco de apoyo podrían convertirse en potentes transformadores del centro. Está el ejemplo de Burdeos (Francia), que en pocos años ha recuperado todo su centro histórico con la implantación de talleres tienda que aportan a la urbe una identidad propia, lejos de la imagen estandarizada de los Zara y Starbucks».

Motivo de esperanza son, en opinión del escultor, las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías y la Inteligencia Artificial. «Con ellas, la artesanía está viviendo ahora una buena época; somos los últimos que hemos aprendido la práctica tradicional y creamos productos útiles que demanda la sociedad en el ámbito de la decoración, hostelería, construcción, etc. Y ese producto está saliendo gracias a la experiencia en el conocimiento artesano en convivencia con nuevos avances técnicos. Hoy podemos competir a nivel de pieza personalizada, específica, de diseño y calidad en un mercado donde no tenemos nada que ver con las grandes cadenas y producciones sin identidad».

Apenas el 10% del sector en la comunidad vende lo que elabora en ferias de artesanía, la mayoría distribuye sus productos por canales propios. Crítico con la proliferación descontrolada de mercados medievales, no cree Miguel Ángel Tapia que sean una tabla de salvación. «Esas ferias van en decadencia, el público ya está saturado de ferias con productos de reventa, que no están controlados y en las que todo vale. Un artesano lo que hace en su puesto es contar al cliente la historia de la pieza, que es al final el motivo por el que la van a comprar, porque detrás hay una trayectoria».

No se sienten estos profesionales excluidos de las salas de los museos, donde, asegura, cada vez tienen más presencia. «Hay profesionales de la orfebrería que realizan una labor increíble, y el orfebre no se considera a sí mismo artista, se tiene por maestro porque domina el oficio. Y el textil no tiene tanto reconocimiento como la pintura o la escultura, pero se está incorporando con fuerza a las exposiciones».