Elliott: «Tengo la impresión de que en España es difícil el diálogo entre profesor y alumno»
académico de la Historia, Premio Príncipe de Asturias, profesor emérito de Oxford
victoria m. niño
Jueves, 1 de enero 1970, 01:33
Quería ser diplomático pero el destino de Sir John H. Elliott (Reading, 1930) estaba en la investigación y la docencia, en la estela de sus padres maestros, eso sí con una gran proyección internacional. El autor de 'La España imperial' aprendió español y catalán para hacer su tesis y ligó su carrera a la España moderna. A pesar de sus éxitos historiográficos, su 'best-seller' allá por 1946 fue un cuento infantil sobre una ardilla. Vendió 10.000 ejemplares y gastó la fortuna en un viaje a Suiza.
¿Qué supone el Archivo de Simancas en su obra?
Es una fuente fundamental, allí empecé la búsqueda para la biografía del Conde-Duque de Olivares, el tema de mi tesis doctoral, pero al no encontrar lo que buscaba me sentí muy decepcionado. Entonces fui a Barcelona para averiguar el origen de la revuelta catalana contra él en 1640 y hallé un montón de documentos sobre la historia catalana en la política de Olivares. Seguí visitando Simancas porque la documentación sobre la política exterior entre 1621 y 1643 era abrumadora. Luego volví cuando preparaba con Jonathan Brown 'Un palacio para el rey', allí encontramos la financiación del Palacio del Buen Retiro.
Seis décadas dedicadas a la historia de España ¿no le cansamos?
Me sigue fascinando, cada vez aprendo más cambiando ideas con los jóvenes . Después de Valladolid iré a Madrid tres días para un simposio sobre el sobrino del conde Duque, Luis de Haro quien le sucedió.
Conferencia
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John H. Elliott
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Tema 'Reflexiones históricas'.
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Conferenciante Sir John H. Elliott, académico de la Historia, Premio Príncipe de Asturias, profesor emérito de Oxford.
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Lugar Museo Nacional de Escultura.
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Día y hora Jueves, 19
¿Por qué surge la figura del valido y tiene esa carga negativa de corruptelas y favores?
Era imposible que el rey manejara la documentación de un imperio mundial, le hacía falta una ayuda, así surgen Lerma, Olivares... También pasó en Gran Bretaña con el Duque de Buckingham y Jacobo I y Carlos I, o Richelieu y Mazarino con Luis XIII y Luis XIV. Poco a poco evoluciona hacia un puesto informal de primer ministro. Es una figura de transición entre el favorito personal y un primer ministro. En cada país hay corrupción, después surgen los movimientos de manos limpias pero es difícil erradicarla del todo. Olivares lo intentó, pero es como intentar variar el curso del río.
¿Cómo convive en su trayectoria el interés por la historia colectiva y las biografías?
Ese es un problema para los historiadores, ha sido objeto de debate durante mucho tiempo y al inicio de julio celebraremos otro seminario en la Universidad Menéndez Pelayo sobre las biografías desde el punto de vista internacional. Durante los años cuarenta, cincuenta y sesenta del siglo XX predominaba la historia marxista que afrontaba la historia a través de grandes fuerzas impersonales, sociales y económicas, pero poco a poco en las últimas décadas se ha rescatado el papel individual. Eso intenté yo con el Conde-Duque, no todo es cuestión de finanzas. No todas las presiones las ejercen fuerzas impersonales, como Braudel hablando de Felipe II (1949). Así que si uno no es determinista, hay que incorporar las individualidades y el papel jugado por las elites. Porque Olivares no era solo él, sino un círculo de hechuras y parentelas, de grupos que pensaban como él. De ahí la importancia de la prosopografía.
Ha vivido en el XVII español, considerado el de la decadencia de los Austrias, pero no sería tanta cuando se produce el Siglo de Oro.
Me ha fascinado el hecho de la coexistencia y convivencia de dificultades sociales y políticas con etapas de floreciente arte. Pasa en la España del XVII y en la Inglaterra de la segunda mitad del siglo XX; por poner dos ejemplos. Son países en momentos de pérdidas y problemas políticos y a la vez, es compatible con un gran desarrollo de las artes. Hay que pensar que en la España del Siglo de Oro había mucho dinero en manos de un grupo reducido, en torno a la Corte y la Iglesia. El rey, sobre todo Felipe IV, ejerce de gran mecenas. Es un monarca interesado por la música, el arte, el teatro. Los nobles hacen lo mismo que él. Aunque el importante mecenazgo no le llegara al pobre Cervantes.
Le fascinó el retrato del Conde- Duque de Velázquez, ¿sigue siendo devoto del sevillano?
Es incomparable, para mí el mejor. Hay otros españoles como Alonso Cano, Zurbarán, más variable pero fundamental, lo que pasa es que durante siglos han predominado los autores italianos dentro de la historia del arte. Ahora poco a poco se está recuperando la aportación española. Y gracias en parte a mi amigo Jonathan Brown, el hispanoamericano, se está rescatando el arte colonial de Perú y México. Hace falta una visión más amplia de la historia del arte.
Comparó los imperios paralelos británico y español. ¿Qué caracterizó a cada uno?
Viví en Estados Unidos durante 17 años. Allí me vino la idea de la comparación de dos imperios trasatlánticos desde el inicio de la conquista hasta la independencia. Los españoles fueron pioneros en América, los ingleses querían imitarles. Como aquellos, buscaron minas de plata en Virginia pero no las encontraron como tampoco indios domesticables. Así que desde el inicio fue un proceso diferente, debido al ambiente más que a la mentalidad. Los colonos británicos se basan en asambleas de representantes, en cambio los Reyes de España nunca llevaron las cortes al Nuevo Mundo, porque ya tenían suficientes problemas con las Cortes de Aragón. El español fue un imperio más burocrático además se basaba en la colaboración de la Iglesia y el Estado. Mientras que en Gran Bretaña avanzaba el protestantismo pero carecía de esa fuerza.
Ha sido profesor en Cambridge, Oxford, Princeton, universidades que encabezan las listas de excelencia. ¿Cómo ve la universidad española?
En primer lugar debo decir que cada vez me impresionan más los estudiantes españoles, su entusiasmo, su nivel, hablo entre los graduados. Conocen la historia, hablan inglés, han viajado, tienen contactos internacionales. El nivel es mucho mayor. Sin embargo, tengo la impresión de que sigue siendo difícil en España el diálogo entre estudiantes y profesores. Cuando organizaba los seminarios para la Fundación Duques de Soria intentaba buscar la igualdad entre estudiantes y profesores, insistía en la necesidad de que los alumnos preguntaran. Falta la interacción personal, tal vez eso perjudica la enseñanza. En Gran Bretaña eso era la norma aunque parece que está desapareciendo por costoso. Siendo estudiante, estaba obligado a escribir un ensayo sobre una cuestión histórica cada semana y a defenderlo durante 45 minutos ante el profesor. Eso es algo fantástico y costoso. Luego he aprendido mucho hablando con los jóvenes, hacen preguntas que parecen sencillas sobre cuestiones fundamentales.