Crónica negra de Valladolid
Un cadáver, cocaína y disparos con una escopeta en un bar de Castrillo-TejeriegoManuel, condenado a casi treinta años de prisión después reconocer los hechos, entró de madrugada en el local, la emprendió a tiros y acabó con la vida de Félix además de herir a tres personas
Seis de la madrugada del domingo 19 de agosto de 2018. Manuel M. B., armado con una escopeta, entró en el bar Maribel de la ... localidad de Castrillo-Tejeriego y la emprendió a tiros con las personas que se encontraban dentro. Solo uno de los clientes pudo esquivar las balas. La Guardia Civil se personó en el lugar de los hechos tras recibir una llamada alertando de lo ocurrido, pero cuando llegaron el autor del tiroteo ya había huido.
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Los disparos provocaron la muerte en el acto de Félix Carrión Moras, 46 años, e hirieron a otros tres hombres, de 50, 51 y 58 años, que fueron trasladados al Clínico de Valladolid. Uno de ellos, Jesús Curiel, propietario del bar, consiguió esquivar el impacto, pero no pudo evitar que las balas le rozaran el hombro izquierdo y tuvo que ser ingresado en la UCI. Los otros dos, Damián A. B. y Normando José D., eran clientes y resultaron heridos por la dispersión de los perdigones.
Aquella madrugada, Manuel, a quien se le reconocía una atenuación leve del control de su voluntad por un historial de consumo repetido de alcohol y cocaína, se presentó en el bar con un conocido y allí coincidió, unas horas más tarde, con varias personas entre las que, a la postre, se hallaban sus víctimas.
A lo largo de la noche, los clientes fueron abandonando el local, donde Manuel permaneció en la barra hasta que, sin razón aparente, salió de forma precipitada y fue a casa de sus padres, de donde cogió una escopeta, y regresó al bar. Al entrar, levantó el arma en el umbral de la puerta y sin mediar palabra, a metro y medio, descerrajó dos disparos que impactaron en el abdomen y la cabeza de Félix.
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Acto seguido, el autor del tiroteo huyó en coche, en cuyo trayecto se deshizo del teléfono móvil para no poder ser localizado y del arma del crimen, que no fue hallada. Una vez en Valladolid, hizo parada para sacar dinero de un cajero automático y fue a un prostíbulo donde, a pesar de lo ocurrido poco antes, mantuvo relaciones sexuales y consumió más alcohol y cocaína.
Su detención se produjo sobre las diez de la mañana de ese mismo día, cuando estaba en la calle Arca Real, en las inmediaciones de su domicilio, momento en el que la policía le incautó un envoltorio con 0,39 gramos de cocaína y un tubo de plástico con otros 0,05 gramos de la misma sustancia.
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El único cliente que se logró salvar, Rubén V., volvió a la mañana siguiente al lugar del tiroteo. Muy nervioso, no daba crédito e incrédulo trataba de narrar los hechos a los agentes: «Me encañonó, pero le pedí que no me disparara y me salvé». Su testimonio, junto con el de los heridos, fue clave para esclarecer los minutos previos al crimen.
Manuel, un joven «muy conflictivo»
Manuel M. B., de 32 años y gran aficionado a la caza, disponía de licencia en regla para cuatro armas y había superado todas las pruebas psicotécnicas. No obstante, tenía antecedentes por amenazas e injurias a un concejal de Castrillo-Tejeriego hacía diez años.
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El temor era común entre los vecinos, que describían a Manuel como un joven «muy conflictivo», con numerosas peleas y enfrentamientos, no solo en Castrillo-Tejeriego, sino también en la comarca. Todos recordaban el malestar que generó en las últimas fiestas patronales, cuando Manuel abrió un extintor en el salón de actos donde se celebraba el baile y provocó varias intoxicaciones. Un capítulo más de su conflictiva historia.
Por su parte, Félix Carrión veraneaba y acudía los fines de semana a Castrillo-Tejeriego, pueblo de su mujer. Trabajaba en Endesa-Renovables Iberia, tenía dos hijos y era aficionado al rugby, había jugado a este deporte en el club Minotauro. Estaba muy implicado en la Hermandad de Donantes de Sangre de Valladolid.
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Era originario de Esguevillas de Esgueva. Un vecino de este pueblo afirmó que, unos días antes del crimen, la madre de Félix estuvo en la localidad, donde tenían la casa familiar: «Venía de vez en cuando a cuidar un majuelo o a la bodega, pero venía poco». La noche de autos, la víctima se desplazó a Castrillo-Tejeriego tras disfrutar de una cena con amigos en Villabáñez.
Escasa colaboración y posterior acuerdo
«Estoy jodido, no sé ni lo que he hecho». Con estas palabras respondía Manuel a las preguntas que le hacía El Norte cuando abandonaba las dependencias judiciales de Valladolid camino de la cárcel de Villanubla tras haber prestado declaración ante el juez, al que aseguró no acordarse «de nada» de lo ocurrido aquella noche «entre las cuatro de la madrugada y hasta que fue detenido».
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El día de los hechos se registraron sus domicilios, el familiar de Castrillo-Tejeriego y el de Valladolid, así como el vehículo en el que huyó sin encontrar la escopeta con la que disparó. En el interrogatorio, el magistrado le demandó información sobre el arma, pero su actitud fue poco colaborativa y no aportó ningún dato al respecto. El juez ordenó su ingreso en prisión, comunicada y sin fianza al apreciar la posible comisión de cuatro delitos: asesinato, homicidio en grado de tentativa y sendos ilícitos penales por lesiones.
El 29 de septiembre de 2020, algo más de dos años después del crimen, Manuel M. B. llegó a un acuerdo con las acusaciones, tras reconocer los hechos, y asumió una condena de casi treinta años, en lugar de los 41 solicitados por la Fiscalía. De este modo, el autor del tiroteo evitó a última hora la celebración del juicio con jurado popular previsto para el día siguiente. Además, tuvo que indemnizar con 100.000 euros a cada uno de los dos hijos de la víctima y con 75.000 a la viuda.
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También se le impusieron distintas medidas de alejamiento y comunicación respecto de las víctimas y la prohibición de acercarse a Castrillo-Tejeriego y a Valladolid capital durante los siguientes casi sesenta años. Cuando salga de prisión no podrá residir en ninguno de los dos municipios, ni acercarse a la viuda y los hijos de Félix Carrión Moras en 27 años y 3 meses. Tampoco a Jesús Curiel, dueño del bar, durante 17 años y 9 meses, ni por siete años a los otros dos heridos, Damián A. B. y Normando José. D, que todavía padecen secuelas físicas y psíquicas.
La próxima semana
El crimen del bar Inicial de Delicias.
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