Ribera ve «fatal» a Castilla y León
Hay que mantener la atención médica presencial, porque niños no habrá, pero los mayores que quedan requieren cuidados crecientes
Va fatal la cosa del recuento de habitantes en Castilla y León. De llorar cada vez que el INE actualiza el padrón. Lo diga o ... no Teresa Ribera, vicepresidenta del Gobierno de España y ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico. Cuando dice la vicepresidenta eso de que el Gobierno de PSOE y Unidas Podemos es el que más ha hecho para revertir la despoblación y que ese esfuerzo se empieza a notar en rédito de habitantes en la España vaciada salvo en Castilla y León, cuando dice que aquí «las cosas van fatal», no es ya que diga esto último abroncando al gobierno de Mañueco, es cómo y dónde lo dice y a qué lo atribuye.
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Los datos arrojan que seis de las nueve provincias de la comunidad están entre las trece españolas que han perdido habitantes entre 2000 y 2022. Zamora corona ese pódium de la despoblación. Lo explicaba mi compañero Antonio G. Encinas después del debate en el Congreso sobre la sequía que Ribera aprovechó para arrear el pescozón político a la Junta, que es atizárselo al PP, que lleva 35 años de gobierno autonómico en solitario o en coalición, primero con Ciudadanos y ahora con Vox.
Días antes había enviado una carta para afear a la Junta la falta de medios para atender a la población rural, pese al aumento del dinero estatal. En esa misiva, Ribera achacaba al deterioro de los servicios educativos y sanitarios que Castilla y León no reaccionara al desastre demográfico. Sin distinguir el origen del cierre de aulas que haya podido haber en los últimos años, de la falta de médicos y enfermeras en los consultorios rurales, que se contagia ya a los hospitales medios, donde afloran casos de citas con especialistas a un año vista o más.
No es lo mismo hablar de Educación que de Sanidad en Castilla y León. La comunidad mantiene aulas con tres niños allí donde los hay o los padres apuestan por esas escuelas unitarias. Otros prefieren el transporte escolar y que sus hijos socialicen en colegios con más niños. Donde no hay pequeños, no tiene sentido mantener la escuela. Sí intentar que por ejemplo perviva el bar, como centro social. Ahí tienen PP y PSOE la propuesta de Teruel Existe.
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Y por delante del bar, hay que mantener la atención médica presencial, porque niños no habrá, pero los mayores que quedan requieren cuidados crecientes. La gestión sanitaria, como la educativa, es autonómica y en Sanidad se arrastran años de dejar pasar el tiempo ante el calendario de jubilaciones de médicos y el mapa creciente de plazas rurales vacantes o de hospitales del 'extrarradio' (Ponferrada o Soria) donde la falta de especialistas es ya un mal crónico. Son puestos que no resultan atractivos para los profesionales. Si eligen otros lugares, será por algo y algo habrá que hacer para revertirlo.
En el meollo de la despoblación, servicios aparte, está el mercado laboral. Baja el paro juvenil y sería noticia excelente si no fuera porque la caída se produce, en buena medida, a golpe de emigración. El saldo de movilidad entre autonomías arroja que Castilla y León pierde 4.000 habitantes anuales entre 24 y 35 años. Y en las restas del INE, el padrón autonómico se ha dejado en un decenio 165.500 menores de 35 años.
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Y luego escuchamos lo de Teresa Ribera y lo que entiende por combatir el 'desafío demográfico'. Es lucha contra la despoblación que el Gobierno de España destine 108 millones a extender la tecnología 5G en municipios de menos de 5.000 habitantes de Castilla y León. No lo es hacer de la despoblación un criterio para ubicar la Agencia Espacial y llevarla a Sevilla obviando a León o Teruel. O prohibir la caza del lobo, de por sí restringida y utilizada para el control poblacional, con lo que suponen los ataques a la ganadería extensiva, actividad que fija residentes y previene incendios. Sumar (en pobladores) es un milagro. Cualquier resta, un drama.
PD: ¿Y si los consultorios para los que no hay médicos de la Junta los convertimos en loberas ministeriales?
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