La generación del túper de mamá
«La relación entre el salario de un joven y lo que paga de alquiler convierte la bolsa semanal de fiambreras variadas en una ayuda SOS para apuntalar la emancipación»
Como cocina una madre (o un padre) no lo hace un chef estrella Michelin. El punto de cuajado de la tortilla de patata o el ... sabor del cocido guisado en el fogón familiar es bálsamo para el ánimo de quienes fueron niños un día y han crecido. Unos siguen disfrutando del menú de su adolescencia porque pasan de los 25 y de los 30 años y siguen en casa. Otros han volado, pero la relación entre su salario y lo que pagan de alquiler convierte la bolsa semanal de fiambreras variadas en una ayuda SOS para apuntalar la emancipación de la generación del túper de mamá (o de papá). Comer de los padres por gusto es una bendición. Muda en problema cuando se hace por necesidad.
El Consejo de la Juventud de Castilla y León ha presentado esta semana la actualización de los datos de emancipación juvenil en la comunidad, que estando en posiciones de cola del país por norma empeoran levemente. Casi 33 de cada cien jóvenes entre 30 y 34 años siguen aún bajo el techo de su padres, en una tierra con un elevado nivel de estudios. En esas edades, casi la mitad acabó los cursos del instituto y 25 de cada cien culminó la etapa universitaria.
¿Qué necesita un joven, además formado, para volar por su cuenta? A bote pronto, tres cosas: un trabajo acorde a su currículum con un salario adecuado, una vivienda asequible y servicios asistenciales, de conciliación y de ocio.
En el primer punto cojeamos en Castilla y León, a tenor de las cuentas de población del INE. 1.400 jóvenes emigran cada año en busca de oportunidades de vida. De los nacidos en esta tierra que tienen ahora entre 16 y 34 años, hay casi un 25% que vive en otras autonomías, prácticamente la mitad de ellos en Madrid, plaza principal de atracción del éxodo de nuestra juventud, seguida de Cataluña, País Vasco y Valencia. Si en las tres primeras opciones la vivienda es prohibitiva y todavía así se van allí, cabe deducir que el principal motor para poner en marcha un proyecto de vida es el trabajo... y el sueldo.
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El Observatorio de Emancipación refleja la debilidad de la comunidad en lo que atañe a empleos cualificados. El mercado laboral autonómico castiga con dos males a los trabajadores más jóvenes: la subocupación y la sobrecualificación. Tras el primer tecnicismo se esconden empleos con menos horas que las que trabajan otros compañeros. Y menos salarios. El 16% de los trabajadores de hasta 29 años está en esa situación, que empeora entre las mujeres llegando al 20%. La sobrecualificación dibuja la situación de una persona con capacitación superior que trabaja en una tarea para la que le sobra formación. En la franja de 30 a 34 años, se da en una de cada cinco personas. Todo ello abona la insatisfacción personal y recorta ingresos. Incide en la filosofía para encarar la vida y en el comer.
Ese es el escenario desde el que los hijos, sobrinos, nietos del padrón autonómico se ponen a buscar vivienda. De alquiler, para empezar. El mercado inmobiliario de la comunidad no es de los más onerosos del país, pero la sencilla operación de poner en relación el salario y el coste del arrendamiento mensual de la vivienda deja a un joven de Castilla y León para vivir la rumbosa cantidad de 70 euros con 53 céntimos.
Hay un retraso histórico en el parque de vivienda pública asequible para el inquilino. La Junta está promoviendo ahora, con el empuje de los fondos europeos, la construcción de viviendas de alquiler joven. A eso suma las ayudas para arrendar vivienda, que en el caso de menores de 36 años que residen en pueblos llegan hasta el 75% del coste. Con luces y sombras. Entre las primeras, que todos los que cumplen requisitos, cobran. Entre las segundas, las demoras de tramitación y el hecho de que en ciudades tensionadas como Valladolid, Segovia o Salamanca quedan fuera los pisos de más de 550 euros de renta (que son mayoría), requisito que acaba siendo excluyente para una amplia franja de ciudadanos ante el precio creciente de los alquileres.
Así se entiende que nuestros jóvenes se emancipen más tarde, con la emigración como opción realista. Y cargados de túperes los domingos.
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