Pilar Panero: «Semana Santa en año electoral es 'la verbena de la paloma' de los políticos»
Profesora universitaria de Antropología, considera que la Semana Santa, como el resto de la cultura tradicional, «se va adaptando a los tiempos en función de las generaciones»
He aquí una estudiosa de la tradición que ha fijado buena parte de su hacer investigador en la Semana Santa. María Pilar Panero García (Almeida ... de Sayago, Zamora 1976), doctora por la Universidad de Valladolid, en la que ejercer como profesora de Antropología. El año pasado vio la luz 'Mirar, vivir, participar. Turismo cultural y Semana Santa' (Ediciones Universidad de Valladolid obra de la que ella es la editora y que reúne aportaciones de 16 especialistas españoles, italianos y portugueses, en distintas disciplinas, desde antropólogos a un técnico de Cultura del Ayuntamiento de Valladolid, pasando por un teólogo, un experto en márketing, un responsable de un museo...
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–¿Hasta dónde hay que darle valor al espectáculo que conlleva la Semana Santa y hasta dónde hay que afianzar el hecho religioso?
–La Navidad es un hecho consumista ya. Y la Semana Santa, también en el momento en el que se ha convertido en un paquete turístico. Pero es que la Semana Santa no solamente es arte, espectáculo y un paquete turístico; es sociabilidad, sentimientos y algo que me parece muy importante, y que pasa no solo en Semana Santa sino también en todas las fiestas: es un momento en el que están los vivos, pero también los muertos.
–Los que están y los que estuvieron.
–Esto se ve claramente en una novela preciosa, 'Pasos en la piedra', de José Manuel de la Huerga. Al capitalismo le molestan los muertos, porque no consumen nada. Si hacemos un espectáculo de la Semana Santa, tendremos un paquete turístico muy bonito, pero estaremos perdiendo muchas cosas de sociabilidad que son la base del rito. Iremos hacia lo performativo.
–¿Lo performativo? ¡Tela!
–En Salamanca, el hermano mayor y las cofradías dieron un toque claro porque su Semana Santa se estaba sevillanizando. Todo el mundo ve por la tele lo que pasa en Sevilla y lo imita de la forma no más adecuada, que no tiene que ver con la idiosincrasia de otros lugares.
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–Valladolid ha introducido costaleros, se 'baila' algún paso...
–Y nos llegarán Cristos con estéticas... vamos a llamar efébicas.
–¿Cómo distinguir al viajero por turismo del viajero por religión?
–Pero no solo turistas, sino incluso los cofrades: hay muchos en las procesiones y pocos en los Oficios. Ahí se puede distinguir. La base del turista, sea un turismo religioso u otro turismo, está en el respeto. A partir de ahí cada uno... Incluso muchas veces viendo algo que te es completamente ajeno se te pueden activar una serie de sentimientos o de emociones, aunque solamente sea por el hecho estético. Eso me resulta muy difícil medirlo porque sería entrar en los sentimientos y en las emociones de cada persona.
–Cuando se mide la magnitud de una Semana Santa por la ocupación hotelera, ¿adiós religión?
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–No, porque estamos en una sociedad tan poliédrica que hay personas que pueden ocupar una noche en un hotel porque tienen mucha fe en Cristo y quieren vivir su hecho religioso en otro sitio. Y de hecho, el turista que viene a la Semana Santa, al margen de que quiera comprar un paquete que le han vendido y que ha visto previamente, no ha elegido sol y playa, salvo que se vaya a la costa y lo pueda tener todo al lado. El hecho de elegir Semana Santa como un paquete turístico dice bastante.
–¿De qué?
–Por lo menos hay una afección a unas raíces culturales, que son europeas, en las que está la Semana Santa, claro. La Pasión es uno de los grandes relatos de nuestra cultura. Y, de hecho, es tan grande que continuamente lo estamos reciclando.
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–¿Cómo?
–Hay una base que es el relato de los Evangelios, pero tenemos los evangelios canónicos, las visiones de los místicos, novelas, películas, leyendas urbanas... Tenemos ahora de todo. Es un gran relato literario que continuamente manejamos, desde la fe o como manejamos cualquier otro relato. Lo que tenemos es un justo ajusticiado y a partir de ahí algo con lo que todos podemos empatizar mucho como humanos también. Luego ya cuando resucita, sí, lo celebramos, pero lo que nos gusta es la Pasión.
–¿Uniformemente desde el punto de vista territorial?
–En los pueblos es distinto, pero porque ahí el tiempo cósmico ha perdurado más con el tiempo histórico. Es decir, lo que se celebra en los pueblos con la Resurrección es el renacer de la naturaleza, haciendo una comparación con Cristo que resucita.
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–En las ciudades, ¿no?
–En las ciudades celebramos un tiempo histórico, que es la Muerte de Jesús y la Resurrección, pero la resurrección es muy moderna en las ciudades. No digo que no haya cofradías de cierta antigüedad en la Resurrección; Zamora, por ejemplo, tiene una fabulosa, pero es que eso ya es una romería, aunque sea el Domingo de Pascua.
«Hay una burbuja de Semana Santa y se está empezando a acusar la falta de gente joven a la que le interese»
PILAR PANERO
Profesora de Antropología
–¿Cabe pensar que definitivamente se ha perdido la esencia penitencial que antiguamente tenían los desfiles procesionales?
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–Pero tampoco tiene mucho sentido en el mundo en el que estamos. Puede que alguien que tenga las creencias, se mortifique. Y en algunos sitios sigue habiendo hechos penitenciales duros, como los 'picaos' de San Vicente de la Sonsierra, los empalados de la Vera... Y se ve en las procesiones a personas descalzas o tirando de cadenas porque han hecho una promesa, pero también se ve en otro tipo de ritos que no tienen que ver con la Semana Santa.
–¿Por ejemplo?
–Santa Marta de Ribarteme, en Pontevedra (famosa por su procesión en la que se portan ataúdes con personas vivas dentro). El cura dijo que no salían los ofrecidos y no salieron. Lo llamó supersticiones, ya ve. ¡Una tradición! Hoy no tiene mucho sentido esa mortificación que se hacía antiguamente y que pervive en algunos lugares; el cristiano de base ahora va por otros caminos para ser más útil socialmente. Incluso socialmente hoy es un poco antiestético esto de mortificarse innecesariamente. Evidentemente, quien lo haga tendrá sus razones profundas.
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–¿Qué tiene la Semana Santa que, pese a repetir año tras año los ritos, atrae a tanta gente?
–La sociabilidad.
–Es la segunda vez en la entrevista que utiliza ese concepto.
–La sociabilidad es la necesidad que tenemos de compartir unas vivencias, bien sea por tradición, bien por empatía, bien por sentimentalismo; incluso la necesidad que tenemos de juntarnos con otros humanos. Y la Semana Santa, además, es uno de los momentos fuertes del año en el que las dos comunidades, la de vivos y la de muertos, están muy presentes. Porque eso se nos olvida muchas veces, que tenemos a todos estos que nos han precedido y por los que estamos aquí. Me parece un tema muy serio.
–¿La sociabilidad explicaría que, pese a estar basada en un hecho religioso, la Semana Santa concite cierta unanimidad social?
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–No, no,... La Semana Santa genera muchas fobias y muchas filias, como todos los grandes hechos sociales. La Semana Santa no es un tema blanco y siempre digo que si a alguien no le gusta que salgan las procesiones a mí no me gustan otras cosas, pero al final hay que tener tolerancia.
–Pero nadie se pone delante de una procesión a protestar o a intentar pararla...
–Por fortuna no hemos llegado a eso. Y, en general, la gente a la que no le gusta suele ser muy respetuosa, pero es verdad que hay mucha gente a la que no le gusta la Semana Santa y está en su derecho. Lo que hay que evitar es las reacciones que yo llamo epidérmicas: el mundo no es solo a nuestra imagen y semejanza, hay que ser tolerantes con lo que los demás quieran hacer, siempre y cuando cumplan unas normas. Por eso no estoy yo en redes sociales, porque la gente no piensa y no reflexiona. Me genera mucho rechazo la gente que dice cosas a la ligera, el insulto gratuito... No lo puedo soportar.
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–'Mirar, vivir, participar. Turismo cultural y Semana Santa' incluye especialistas de España, Portugal e Italia. ¿Hay algo que empaste estos países desde el punto de vista de Semana Santa?
–Realmente es donde tenemos una Semana Santa parecida. La Semana Santa está donde hay cristianismo, pero Semana Santa como la entendemos nosotros se da en el sur de Europa y por razones obvias, en Hispanoamérica y Filipinas. En otros sitios no hay semana Santa tal y como la entendemos nosotros.
«La gente a la que no le gusta suele ser muy respetuosa, pero es verdad que hay mucha gente a la que no le gusta la Semana Santa y está en su derecho»
PILAR PANERO
Profesora de Antropología
–De las pocas cosas en las que Estados Unidos no nos adelanta.
–En Estados Unidos estuve una vez hablando de la Semana Santa de Valladolid; les puse imágenes del Cristo de la Luz y les llamó la atención mucho que el rector de la Universidad pública saliese desfilando. Ellos pueden llevar en el coche la pegatina de si votan a Trump o a Biden, pero no exhiben el credo y la religión, esto es algo totalmente privado. Esta mezcla les llamó la atención. Y les dije que entonces vengan en Semana Santa en año electoral.
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–¡Como este!
–Semana Santa en Valladolid en año electoral es 'la verbena de la paloma' de los partidos políticos. De todos los signos además, que es estupendo, pero me llama mucho la atención.
–¿Por qué?
–Eso demuestra que la Semana Santa está mucho más allá de la ideología, del credo, es un hecho social total, precisamente por la sociabilidad.
–¿Y da o quita votos?
–Sí, porque tiene muchas filias.
–En los últimos años se han dado títulos de interés turístico internacional para Semanas Santas como si no hubiera un mañana...
–Pero porque los criterios son otros. Que haya plazas hoteleras u otras cuestiones. A mí me parece una majadería, personalmente. Es que no todo el mundo tiene que tener una Semana Santa brillante. Parto de que todas las comunidades tienen todo el derecho legítimo a salir adelante como les parezca, lo que pasa es que muchas veces se da café para todo el mundo y, al final, acabaremos todos tomando achicoria. Esto es un poco como la burbuja inmobiliaria: la vamos a hinchar, hinchar, hinchar... Hay una burbuja de Semana Santa.
–¡Qué me dice!
–Y de hecho se está empezando a acusar la falta de gente joven a la que le interese como en otros sitios. En algunos lugares, de gente, y en otros, de gente joven. ¿Esto es nuevo en la historia? No. Ya hubo costaleros de pago en Andalucía. Esto va por rachas. Como sociedad lo que tenemos que ver es qué es lo que queremos hacer con lo que tenemos.
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–¿Haber internetizado la vida aleja al joven de la Semana Santa?
–Lo está alejando de cosas que a los que tenemos una edad nos motivaban, no solamente de la Semana Santa. Por ejemplo, un cinefórum: iba un grupo a ver una película en el cine y al salir la comentaban tomando una cerveza o un vino o un café. Ahora, la película se ve en Netflix y se comenta por redes sociales de manera anónima. Estamos con un cambio de modelo y la cosa está en cómo nos comunicamos. Pero en Semana Santa y en todo.
–¿Hay turistas para tantas Semanas Santas?
–No. El turista es un bien escaso, pero en Semana Santa y en todos los paquetes turísticos. Y de hecho hay que pelear por el turista. Hay que intentar captar la atención de los turistas porque si no se les ofrece lo que desean, se van a ir a otra Semana Santa
–¿Engullirá el turismo la esencia de la Semana Santa?
–La Semana Santa, como el resto de facetas de la cultura tradicional, se va adaptando a los tiempos en función de las generaciones, de lo que piensan y de su forma de vivir. Entonces, nosotros lo que hacemos es que recibimos una herencia, que es la tradición, cogemos lo que nos parece de lo que nos han dejado los mayores, cambiamos lo que consideramos y los que vengan, que hagan lo propio. Mantenemos los elementos señeros, que son los que le dan esa idea de historicidad, pero que muchas veces no se produce.
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–¿Es posible cultivar una identidad local a través de la Semana Santa?
–No solo es posible, sino que en gran medida, aparte de otros muchos ingredientes que tiene la Semana Santa como la fe y la creencia de las personas, lo que muchas veces tenemos es una representación de la propia identidad.
–¿Ya ha elegido destino para la Semana Santa de este año?
–Si puedo, quiero ir a Toro, pero a las procesiones nocturnas. Y con el tiempo me gustaría ir a Braga (Portugal).
–¿En algún momento de su vida académica ha pensado ya en qué quiere ser de mayor?
–Me gustaría llegar a la ataraxia y hacer lo que me apetezca: investigar sin las servidumbres que tenemos en la Academia, sino simplemente por gusto.
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