La parcelación del voto en nueve provincias impulsa el batacazo en escaños de Vox

Los de Santiago Abascal lograron en noviembre de 2019 un recuento de 230.743 votos y dispararon sus escaños de uno a seis. Habían traspasado el punto crítico que se sitúa más allá del 15% de las papeletas y sacaron máximo partido a la Ley D'Hondt. A partir de ahí, la rentabilidad es muy alta en Castilla y León para el tercer partido. Por debajo, mucho más escasa y, a veces, nula. Es lo que ha ocurrido este domingo.

Los ultraconservadores han perdido 35.366 votantes en un escenario de incremento de la participación. Lo que es un fuerte tropiezo en pérdida de votos se convierte en un serio correctivo en asignación de diputados, con cinco escaños menos, ya que de los 195.377 votos que lograron solamente rentabilizan en diputados los 47.647 de la provincia de Valladolid. Los de las otras ocho van directamente al sumidero del desagüe de los 'restos' electorales. Un clásico en Castilla y León, que han sufrido en carnes propias IU, Cs y Podemos antes que Vox.

Ciudadanos logró en abril de 2019 ocho diputados al superar el 20% de las papeletas válidas y reunir 288.000 votos. Los naranjas pagaron los platos rotos de la repetición electoral de noviembre y se quedaron en 104.139 votos, que parcelados por las nueve provincias de Castilla y León, les dejaron la cuenta de escaños a cero. Fue una debacle en toda regla en votos y en diputados que catapultó a la formación liberal al ocaso electoral.

Vox logra mantener tras el recuento del domingo el parlamentario de Valladolid, única provincia de la comunidad que pone en liza cinco escaños. A más puestos, más facilidad para que la tercera fuerza se haga hueco y logre traducir votos en parlamentarios. En Soria, por ejemplo, es imposible que haya un tercero porque solamente se eligen dos diputados. Soria ¡Ya! aspiraba a uno de ellos tras ganar en las autonómicas de febrero de 2011 a PP y a PSOE. La plataforma logró el domingo el 19,20% de los votos sorianos. Ese porcentaje, en Valladolid, otorga un diputado. También en León, Burgos y Salamanca, que envían a Madrid cuatro parlamentarios por provincia, y casi con toda seguridad en las que eligen 3, que son Segovia, Ávila, Palencia y Zamora.

Vox pierde pie electoral respecto a las elecciones autonómicas del febrero de 2022, en las que logró 214.668 y 31 procuradores. Ese resultado les coaligó con el PP, que cedió a los de Abascal la presidencia de las Cortes, además de la vicepresidencia de la Junta para Juan García-Gallardo y tres consejerías. Con Vox en el Gobierno, con labor de gestión, el partido pierde en Castilla y León casi 20.000 votantes.

Las reacciones al resultado de los ultraconservadores no se han hecho esperar. Desde CC OO y UGT, sindicatos contra los que García-Gallardo y el consejero Mariano Veganzones mantienen una beligerancia política e institucional desde la Junta, instan a Alfonso Fernández Mañueco a leer ese «descalabro» en clave autonómica y tomar medidas en la coalición. «Vox tiene que pagar el descalabro del 23-J con la destitución inmediata del consejero de Industria, Comercio y Empleo, Mariano Veganzones, por todo el daño que ha hecho, el odio y la confrontación contra los sindicatos y las mujeres que ha tenido su respuesta en múltiples movilizaciones en las calles y los procesos abiertos en los tribunales», señalan desde el sindicato que dirige en Castilla y León Vicente Andrés.

Faustino Temprano, secretario general de UGT Castilla y León, fue menos tajante, pero con una valoración que iba en la misma dirección. Invitó a Fernández Mañueco a que «haga una reflexión sobre la situación de su socio de Gobierno» tras la «debacle» de Vox. «Que tome nota de lo que está pasando con los votos», remarcó Temprano. El ugetista felicitó a Fernández Mañueco por el resultado del PP. Una victoria holgada en Castilla y León, con 18 de los 31 diputados en juego, y 27 de los 36 senadores.

Esa es la lectura paralela al varapalo en escaños de Vox, la del crecimiento en votos del PP, que ha pasado de 438.993 de noviembre de 2019 a 588.979 anteanoche. Los populares ganan en Castilla y León casi 150.000 votantes y los cinco escaños que se deja Vox. Con Salamanca como la provincia de España con una mayor porcentaje de apoyo a la formación popular, un 47%. Solo en Melilla, ciudad autónoma, pesa más el voto al PP, con 49,19% de las papeletas, pero en peso territorial no tiene nada que ver con el caso charro.

El precio en papeletas que cuesta cada diputado de Castilla y León es dispar. Lo ha sido siempre, por ese escrutinio provincializado y la aplicación de la Ley D'Hondt. El más caro de todos, casi un lujo, ha sido el de Vox. Cambia sus 195.377 papeletas por un escaño. El PSOE, con 457.175 votos (22.900 más que en noviembre de 2019) 'abona' 38.098 votos por cada uno de sus 12 asientos en el hemiciclo del Congreso. Y al PP, que metió en caja esas 588.979 sufragios, cada escaño le sale en Castilla y León por 32.721 votos.

La noche electoral fue de reacciones y fotos tardías. De alivio y alegría en las sedes del PSOE, porque salvaban los muebles contra el pronóstico de las encuestas. De nula fiesta en las del PP, pese a la victoria en el escrutinio. De ambiente funerario en las de Vox, con la consigna de no hacer valoraciones más allá de las que partieran de Abascal y su núcleo de confianza en Madrid. Disciplina orgánica y mutismo. Casi 24 horas después no había reacción a lo sucedido en Castilla y León por parte de Juan García-Gallardo, más allá de compartir en la red social Twitter vídeos y mensajes en los que Abascal o Ignacio Garriga arremeten contra el PP y su llamamiento al voto útil.