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Mónica Salcedo posa para la entrevista en la calle Santiago de Valladolid. RODRIGO JIMÉNEZ

Mónica Salcedo: «La sociedad no quiere mirar a la pobreza, no quiere verla»

Educadora social y técnico de proyectos en Plena Inclusión Castilla y León y en Observal: «No voy a ver un mundo justo, pero no es razón para que me quede cómoda en mi silla»

J. I. Foces

Valladolid

Sábado, 11 de marzo 2023, 00:01

He aquí el presente hecho futuro y el futuro que es presente. Mónica Salcedo Díez (Tudela de Duero, Valladolid, 24 años). Educadora social, especializada en ... Acción Internacional Humanitaria, y técnico de proyectos de Plena Inclusión Castilla y León (la federación de asociaciones y fundaciones de familias de personas con discapacidad intelectual de la región, que trabaja por los derechos y la inclusión social de las personas) y de Observal (el Observatorio de Validación de Competencias Profesionales de la Universidad de Valladolid). Tiene los pies en el suelo y, pese a su juventud, conoce la realidad de la sociedad –en la que ha nacido, ha crecido y se ha formado– mejor que muchos que le doblan la edad.

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–El último año, con la Guerra en Ucrania y los terremotos de Turquía y Siria, parece que las desgracias se han empeñado en ponernos más a prueba.

–Vivimos en Europa el mayor número de desplazamientos desde la II Guerra Mundial. Hace muchísimo tiempo que en Europa no vivíamos una crisis humanitaria tan fuerte. Tenemos muchas crisis humanitarias, de muchos tipos y parece como que no hicieran más que recrudecerse.

–Si somos cada vez más individualistas, ¿mal futuro para la acción humanitaria?

–Cada vez hay más emergencias humanitarias y más complejas, porque, además, las emergencias humanitarias se vinculan unas con otras, se entremezclan, y se dan con un problema de violencia y, a la vez, con un problema de pobreza. Es verdad que cada vez vivimos en una sociedad más individualista y la realidad es que las emergencias humanitarias están, como están las problemáticas sociales...

–¿Qué les pasa?

–¿Diríamos que estamos avanzando hacia una sociedad cada vez más justa? Las desigualdades en España, por ejemplo, también crecen cada vez que tenemos una crisis.

«Me gustaría creer que a las generaciones que vengan las hemos dejado un mundo un poco mejor»

MÓNICA SALCEDO

–Muchos se preguntan por qué salimos a resolver los problemas de otros países si tenemos aquí tantas desigualdades. ¿Qué se les puede decir?

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–Que es una cuestión de humanidad. ¿Por qué nos duele que se mueran niños aquí y no que se mueran en otro sitio? Todas las personas valen, tienen valor, y claro que aquí tenemos muchos problemas que resolver, pero es que hay muchos otros sitios donde las personas tienen problemas sangrantes. No es cuestión de primero esto y luego aquello; vamos a empezar a abordar las desigualdades de raíz.

–¿Otro gallo nos cantaría si en esa acción humanitaria internacional se invirtiera más en educación aquí y en los países receptores de esa acción?

–Claro. Incluso me pregunto no sólo qué pasaría si invirtiéramos en cooperación al desarrollo o invirtiéramos en educación en esos países, si no si los países ricos dejáramos de explotar los recursos que tienen los países pobres.

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–¿Qué se responde?

–Si no generáramos guerras en los mal llamados países del Tercer Mundo no tendríamos que lidiar con tantas emergencias humanitarias con las que luego tenemos que lidiar. Si no tuviéramos tantísimos problemas de contaminación, de falta de recursos y de desigualdades, que muchas veces estamos generando en los países del norte, no tendríamos los problemas que tenemos en los países del sur. Luego, ya no es tanto que invirtamos en educación allí, que por supuesto, sino incluso si dejáramos de invertir en generar crisis.

Mónica Salcedo. R. JIMÉNEZ

–Y si una de las claves es esa, ¿por qué las sociedades avanzadas no exigen a los gobiernos que lo hagan?

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–Porque hay una falta de cohesión de clase, de ser conscientes de quiénes somos y qué papel ocupamos en el mundo. Cohesión es lo que ha faltado en muchísimas luchas y reivindicaciones que ha habido a lo largo de la historia. Tenemos que estar cohesionados para exigir y para hacer presión, pero, además, creo que por el individualismo en el que vivimos, la incertidumbre... Uno de los mayores problemas que tiene mi generación es la incertidumbre: estamos aquí, pero no sabemos adónde vamos, qué hacemos...

–¿En qué se traduce en el día a día de los jóvenes esa incertidumbre en la que viven?

–Primero, en un nivel de precariedad altísimo y en muchísimos problemas de salud mental. Una tendencia muy habitual en la gente de mi generación, más o menos con vivencias parecidas, es terminar de estudiar, conseguir un trabajo más o menos estable, apuntarse al psicólogo y afiliarse al sindicato.

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«Las desigualdades en España crecen cada vez que tenemos una crisis»

MÓNICA SALCEDO

–¿Qué sensaciones experimentan ante esa incertidumbre?

–Miedo a veces a enfrentarnos a determinadas situaciones. La mayoría de personas de mi entorno, de mi promoción, no tienen un contrato para más allá de tres meses. Entonces, ¿cómo enfrentas un proyecto de vida teniendo tantísima inestabilidad y tantísima incertidumbre?

–Se insiste en que son ustedes la generación más y mejor preparada.

–Mejor preparada, pero, ¿cón más oportunidades? Muchísima gente de mi generación tenemos estudios, hemos hecho una carrera y un máster, hablamos idiomas, hemos tenido experiencias de estudios en el extranjero, pero seguimos trabajando de cualquier cosa que no tiene nada que ver con lo que hemos estudiado, que no requiere nuestra cualificación, o en unas condiciones laborales que son totalmente precarias. ¿La generación más preparada?

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–Eso se dice machaconamente.

–Sí, pero a lo mejor no hemos tenido todas las oportunidades que deberíamos tener o que otras generaciones con una buena preparación han tenido en el pasado. ¿Por qué se va la gente?

–¿Por qué se iría usted?

–¡Yo no me voy! ¡Soy de las que se quieren quedar!

Mónica Salcedo. RODRIGO JIMÉNEZ

–Ha estado en varios países estudiando, trabajando, ¿y quiere quedarse aquí?

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–Quiero quedarme. Venimos de una trayectoria de jóvenes muy preparados que se han ido, sobre todo de Castilla y León, pero hoy hay una tendencia de jóvenes que queremos quedarnos, que apostamos por generar cosas en nuestra tierra, trabajar en nuestra tierra, mantenernos cerca de nuestra familia, de nuestra historia, de nuestra cultura, de nuestras tradiciones y de quedarnos en el territorio.

–¡Eso es apostar por la tierra!

–Pero igual que digo que quiero quedarme, también digo que tener experiencias fuera es superenriquecedor. Pero si bien todas esas oportunidades son para aprovecharlas, a mí me gustaría irme, tener la experiencia, vivirla, aprovechar, aprender, crecer y volver.

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–Para quedarse ¿qué le falta aquí? ¿En qué concreta lo que le falta?

–Fundamentalmente, a nivel laboral, porque la mayoría de jóvenes que emigran de este territorio es porque buscan un trabajo que aquí no encuentran, o buscan un trabajo en mejores condiciones. Y, por otro lado, el dejar el territorio también tiene que ver con las oportunidades para independizarnos, para hacer tu proyecto de vida.

–¿No las da Valladolid?

–Valladolid es una ciudad que a nivel cultural y social puede ofrecerte muchas cosas y aquí no hay problemas de vivienda tan sangrantes como en otros territorios, pero aún así faltan oportunidades laborales y hace falta más ayudas para los jóvenes.

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–¿Cuáles son las funciones esenciales de una educadora social?

–La Educación Social, que está constituida como derecho de la ciudadanía, para mí es una forma de solucionar las problemáticas sociales desde la educación. ¿Qué hacemos con la gente pobre? ¿Y con la gente que viene de otras zonas y tiene problemas para adaptarse? ¿Qué hacemos con la gente que está aquí pero tiene problemáticas diversas, de exclusión social, de violencia de género, personas mayores...?

«¿La generación más formada? No tenemos las oportunidades que deberíamos o que otras generaciones tuvieron en el pasado»

MÓNICA SALCEDO

–¿Ahí entra la Educación Social?

–Claro, como forma de intervenir con estos colectivos y las personas que los conforman para que puedan empoderarse y puedan tener la misma igualdad de oportunidades que tenemos el resto. El educador social no gestiona ayudas o recursos públicos, sino que hacemos intervención social con colectivos que pueden ser vulnerables, que pueden estar en exclusión social o en riesgo de ello o que puede ser, incluso, preventivo: prevención de consumo, de soledad de mayores, de ocio y tiempo libre...

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–¿Es lo que se hizo y se hace, por ejemplo, en Pajarillos Educa?

–Una parte. Pajarillos Educa se sustenta en la convivencia, sus programas van dirigidos, por una parte, a personas en exclusión social, pero también se trata de generar convivencia en el barrio. Las actividades buscan que se conozcan, que un niño de Pajarillos del '29 de Octubre' pueda conocerse con otro niño de cualquier zona de Valladolid que no tenga problemáticas de exclusión social. Pero a la vez, dar oportunidad a todas las personas que por su situación personal, social, económica, cultural no tenga las mismas oportunidades que las demás.

La educadora social Mónica Salcedo. R. JIMÉNEZ

–Habría que preguntar cuántos de zonas donde no existen problemáticas de exclusión social quieren conocer a personas de barrios donde sí las hay.

–La sociedad en la que vivimos ahora mismo no quiere mirar a la pobreza, no quiere verla. Si vivimos en un contexto donde no hay exclusión social, no queremos pensar que exista o que esté pasando, por ejemplo, que a centenares de metros de nuestra casa hay chicas que están siendo madres con 13 y 14 años, que hay niños que no van al colegio, que hay familias de 14 miembros viviendo en la misma casa... ¡No queremos mirar a todo eso! Pero hay que mirar al otro lado.

–¿Las desigualdades sociales no tendrán nunca cura?

–Si pensamos en el número tan alto de niños y niñas que mueren al día por causas evitables, por una cuestión puramente económica, y hablo no solo a nivel mundial sino en nuestra ciudad misma, sin ir más lejos, si pensamos en todas las problemáticas sociales que se están recrudeciendo... Soy consciente de que no voy a ver un mundo justo y de que no voy a ver un mundo equitativo, y de que me moriré en un patriarcado y en un sistema desigual, pero eso no es una razón para que me quede cómoda en mi silla.

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–¿Y no se le pone nada por delante?

–¡Muchísimas cosas! Las realidades materiales, inicialmente, y las horas del día: me gustaría tener muchas más para hacer más cosas. Soy de una generación muy preparada que enfrenta mucha incertidumbre, pero también la enfrenta con mucho coraje. Enfrentamos no saber qué va a pasar, no saber qué vamos a hacer o no saber qué va a ser de nosotros en los próximos tres meses con mucho coraje y arranque para seguir haciendo, seguir construyendo, seguir desarrollando, seguir creyendo de alguna forma.

–¿En qué?

–Me gustaría creer en un mundo más justo, creer que el día de mañana, a las generaciones que vengan las hemos dejado un mundo un poco mejor. ¿Me lo creo? No lo sé, no lo tengo tan claro. Creo que lo estamos intentando.

–¿Y ya ha pensado qué quiere ser de mayor?

–Me gustaría dedicarme a algo que me permitiera realizarme. El problema es que creo que quiero serlo todo, no quiero quedarme quieta.

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