Los embalses del Duero empiezan a recuperar reservas y rondan el 40%
Los próximos meses y, sobre todo la nieve, serán determinantes para la próxima campaña de riego
«Estamos empezando a despegar de la situación tan mala de la que veníamos, a ver si en diciembre, enero y febrero seguimos con esta ... tendencia». Así se refiere el presidente de la Federación de Asociaciones de Comunidades de Regantes del Duero (Ferduero), Ángel González Quintanilla, a la evolución que han logrado algunos embalses tras las lluvias de las últimas semanas.
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«En Barrios de Luna, por ejemplo, terminamos el año con 24 hectómetros cúbicos y ahora estamos por encima de 64», añade este experto que reconoce que aunque el agua viene muy bien, no es la que llena los pantanos. «La nieve es súper fundamental, cuando hay nieve en las montañas está entrando agua continuamente en los embalses; pero si es solo de lluvia, en cuanto deja de llover, ya no entra más, no corre». Además, dada la importante situación de sequía que se arrastraba, la lluvia de las primeras semanas la absorbió el propio suelo.
En estos momentos, los embalses de la cuenca del Duero se sitúan al 39,6% de su capacidad, cuando hace un año se encontraban al 42,9% y la media de los últimos diez años es del 45,9%. El importante déficit de aportaciones registrado durante la mayor parte del año hidrológico situó los embalses gestionados por la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) en los 825,1 hectómetros cúbicos al cierre del año hidrológico (30 de septiembre), lo que representa el 28,7% de su capacidad total. Los valores registrados a esta fecha suponían cerca de diez puntos menos que la media de los últimos diez años (38,2%) y doce por debajo de la reserva hidráulica de hace doce meses (41,1%). Una cifra que situaba el cierre del año hidrológico 2021-2022 como el peor de los últimos cinco años.
Cambio de tendencia
La Confederación Hidrográfica del Duero explica que, efectivamente, las lluvias de las últimas semanas, iniciado ya el nuevo año hidrológico (1 de octubre), han provocado un cambio de tendencia en sistemas como el Tera, Órbigo, Esla, Porma y Carrión. Asimismo, en los sistemas Águeda y Tormes, los cauces han experimentado un gran crecimiento, y los embalses han conseguido incrementar su volumen de reservas de forma importante.
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Por el contrario, en la zona oriental de la cuenca, donde las precipitaciones no han llegado con la misma abundancia, las cabeceras de los ríos siguen en una situación de escasez acuciante. «Serán necesarias importantes precipitaciones para iniciar una senda constante de crecimiento de las reservas durante el resto del otoño y el invierno».
El sistema Esla y Órbigo se encuentra al 34,9% de su capacidad; el Carrión al 36,7% y el Pisuerga, al 12,5%. En este último se asienta el embalse de Aguilar de Campoo que, de momento, no remonta y tan solo almacena 30,1 hectómetros cúbicos, el 12,2% de su capacidad.
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Arlanza está al 45,1%; Alto Duero (Cuerda del Pozo), al 32,7%; el Tormes, con Santa Teresa, al 65,2% mientras que el sistema Águeda marca un 62%.
Las comisiones de desembalse, dos al año de manera obligatoria más las que se quieran añadir, estiman la cantidad de agua que se debe dejar de reserva, cuánto se puede dedicar al riego o lo que se debe dejar para el consumo humano.
Desde la CHD afirman que «es evidente que el cambio climático está alterando los patrones habituales de comportamiento, y por eso, más que nunca, dependemos totalmente de la climatología de los próximos meses. La permanencia de las precipitaciones en otoño e invierno, junto a la nieve, la mejor reserva de agua de la que se pueda disponer, definirán el desarrollo de la campaña de riego de 2023».
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Lógicamente, es muy pronto para hacer previsiones pero tal y como indica Ángel González, «a día de hoy, estamos totalmente pendientes de lo que sucede, nos va en ello la próxima campaña de riego».
Datos significativos
El año hidrológico 2021/2022, ha dejado datos muy significativos ya que ha estado marcado por una reducción de aportaciones que ha supuesto unas entradas a los embalses muy inferiores a lo habitual, en concreto, un 39% menos sobre la media de los últimos 25 años a nivel global.
Por sistemas, fue el Águeda el que registró el menor valor (con un 79% menos), seguido del Tuerto (con un 62% menos), situándose todos los sistemas por debajo de los valores habituales. Las aportaciones han sido un 56% inferiores en esos meses.
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