José Luis Barrera posa ante la puerta de los leones del Congreso de los Diputados, en la madrileña Carrera de San Jerónimo. virginia carrasco

José Luis Barrera: «A la gente le mola el morbo político»

Profesor de Marketing Estratégico en la Universidad Complutense y autor de 'El político', defiende que si un partido quiere competir ideológicamente, «necesita gente que entienda de marketing»

J. I. Foces

Valladolid

Sábado, 19 de junio 2021

He aquí un joven profesor convertido en hacedor de historias, José Luis Barrera. A sus 37 años ha decidido lanzarse al ruedo literario con 'El ... político'. Nacido en Mérida, formado en Segovia y con residencia en Madrid, ultima su tesis doctoral, como licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas por la Universidad de Valladolid. Especializado en investigación y planificación de medios, en 2016 creó su propia empresa, la posicionó en los puestos de cabeza de las marcas de Farmacia y en 2019 la vendió a una multinacional. Desde hace seis años es profesor de la Universidad Complutense, donde imparte Marketing Estratégico. Desde ese campo ha creado unos personajes y una trama basada en políticos y en política, con los que concita el interés del lector, algo muy meritorio en estos tiempos de descreimiento social sobre los que gestionan la vida pública.

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–Se presenta usted reivindicando «la verdadera política-ficción». ¡Casi nada!

–Escribo por dos motivos, principalmente. Primero, porque estoy elaborando mi tesis doctoral y me aburría una barbaridad; es un proceso arduo en el que tienes que estar documentándote mucho, consultar muchos autores, pero no puedes dar tu opinión. Yo ya he constituido mi propia empresa, llevo muchos años en la empresa privada. Y hay muchas cosas, sobre todo en el ámbito de la economía del Marketing, que a mí me complican no dar mi opinión. Y me preguntaba, ¿será que no sé escribir?

–Y decidió experimentar, ¿no?

–Me dije que debía buscar un punto de fuga y ponerme a escribir algo que realmente para mí es mi día a día también, porque soy un apasionado de la política.

–¿Cómo espectador?

–Me encanta la política, desde fuera. Y hoy en día hay mucho de política-ficción y muy poco de política-realidad. Por lo menos lo que se transmite a los ciudadanos.

El autor de 'El político', José Luis Barrera. virginia carrasco

–Cuente el segundo motivo que le llevó a escribir.

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–Como me gusta tanto la política y ya he consumido el contenido que hay de política, tanto real como ficticia, en series de televisión tipo 'House of Cards' o 'Borgen', y en la literatura, me fui a una librería y pedí que me recomendaran un 'thriller' político. Me recomendaron 'El candidato', de Nacho Abad, que ya me lo había leído.

–Habría en el mercado algo más...

–Eso pregunté y me dijeron que no, que el 'thriller' político es un subgénero que prácticamente está reservado a autores anglosajones. Así que me dije que ese iba a ser mi punto de fuga. Y me puse a escribir política-ficción. A medida que escribía, se me presentaban retos porque entre medias de todo eso pasaron las mociones de censura en Murcia y Castilla y León, el anticipo de elecciones en Madrid... Unos retos que me hicieron pensar si sería verdad que la realidad supera a la ficción y que todo lo que llevaba escrito pudiera no servir para nada porque no fuera capaz de generar ningún tipo de impacto.

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–¿Y existe la política-ficción?

–Cuando terminé el libro me di cuenta de que sí, que esto que he escrito es política-ficción, pura imaginación con hechos muy reales. El libro nace con ese punto de reivindicación, también harto de las últimas campañas vividas en Madrid y harto del caso catalán.

–Da la sensación de que, a la vez, reivindica la imaginación. Porque que la Iglesia cree un partido y un cardenal llegue a ministro del Reino de España...

–¿Y usted cree realmente que eso está muy lejos? ¿No puede pasar?

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Barrera posa con su libro. virginia carrasco

–¿Le parece que tiene poco poder la Iglesia en España como para encima meter a un miembro del Colegio Cardenalicio en el Consejo de Ministros?

–Uno de los puntos por el que yo introduzco el elemento Iglesia en la novela es porque en enero la Vicepresidencia del Gobierno desclasificó todos los documentos de los famosos bienes que la Iglesia había inmatriculado a raíz de la famosa Ley Hipotecaria de 1997, de José María Aznar. En el momento que desclasifican eso te dices ¡madre mía! Y te pones a indagar, como si de un trabajo periodístico se tratase. En mi imaginación lo que trato de reflejar es que si una organización, la Iglesia en este caso, inmatricula aprovechándose de la ley 25.000 bienes, en paralelo la Iglesia también tiene poder a través de un banco. Entre medias pasa mucho tiempo, pero, y esto es fruto ya de mi imaginación y está en el libro, ¿por qué no va a hipotecar esos 25.000 bienes con su banco, que todo quede ahí, se autofinancie, consiga muchos ingresos, hunda su banco y, cuando lo haga, lo venda por un euro a otro banco? No sé cuánto de verdad hay en esto, pero no es de extrañar que algo así pueda pasar.

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-Visto con esa mentalidad de escritor que imagina...

–Si cada vez hay menos fieles, las iglesias cierran y esta gente sigue teniendo dinero y poder, ¿por qué no canalizarlo a través de una organización política que le permita participar realmente en la toma de decisiones? Este ha sido mi punto de decir «Oye, que esto a lo mejor no está tan lejano».

–Hombre, la democracia es sólida.

–Tenemos una democracia de 40 años, pero que está en plena adolescencia. Todavía nos siguen pasando cosas, como a los adolescentes, que nunca hemos vivido. Cuando nos dejen de pasar cosas fuertes que no hemos vivido, igual podemos entrar en una etapa de madurez. Pero ya hemos roto el bipartidismo, nos ha venido una pandemia, unas cuantas crisis, seguimos todavía modificando leyes, hemos cambiado de rey... Estamos en esa fase de hormonas revolucionadas que todavía nos mantiene en ese tránsito de parte bonita, de disfrutar de la vida, hacia la madurez. Y en esa madurez puede pasar este tipo de coas que yo imagino.

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José Luis Barrera. virginia carrasco

–Dice que quiere liderar el 'thriller' político. No se le puede criticar por falta de ambición...

–Estoy acostumbrado a que cuando hago algo lo hago para ganar, para conseguir cosas. Por ejemplo, yo monté una empresa en el sector de Farmacia en 2016 y en dos años estaba en el top5 de las marcas, compitiendo con otras con mucha solera en el sector. Estaba en un mercado absolutamente maduro. Después de tres años, me compró la empresa una multinacional alemana. Para mí eso fue una experiencia brutal en el mundo de la empresa. Lo comparo ahora con esto y me digo: si escribo un libro en un género en el que no hay nada y a la gente le empieza a gustar, tengo que aspirar a seguir escribiendo y a liderar un género que no existe. El género del 'thriller' político está desnudo, no hay nadie que haya apostado por él.

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–¿A qué lo achaca?

–Quizá al reto que supone enfrentarte a una realidad que parece una ficción, que requiere de muchísima creatividad o de muchísima imaginación.

«Tenemos una democracia de 40 años, pero nos siguen pasando cosas como a los adolescentes»

J. L. BARRERA

–La mayoría de la gente se declara por la calle harta de la política y los políticos. Y va usted y publica un 'thriller' político. ¿No dice la verdad la gente o nada usted a contracorriente?

–Es mentira lo primero. Cada vez hay más tertulias de televisión, cada vez hay más medios de comunicación que se dedican a incentivar esa ficción política y, por tanto, la lectura 'marketingniana' que yo hago es que a la gente le mola el morbo político. A la gente a lo mejor no le gusta la política de verdad, porque al final es aburrida, la política consiste en gestionar bien, pero a la gente le gusta el morbo político. En las elecciones de EE UU, Antonio García Ferreras se tiró 27 horas en directo ¡y seguía teniendo audiencia a las 4 de la madrugada!

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–Es usted extremeño de nacimiento, castellano de formación académica y madrileño de residencia y trabajo. ¿Ciudadano de España?

–Plurinacional, como dice el PSOE, jajaja. Nací en Extremadura, pero lamentablemente allí las oportunidades son escasísimas y el éxodo de gente joven anualmente es un auténtico drama. Leí hace poco en el periódico 'Hoy' que en Extremadura se han examinado 5.000 jóvenes y se estima que la mitad de ellos saldrán de Extremadura, bien porque la oferta educativa de allí no quieren cursarla o, sobre todo, por que hay mucha gente a la que le pasará lo que a mí, que saldrá de Extremadura por falta de oportunidades. Estoy orgullosísimo de mi tierra y tengo muchas ganas de trabajar por ella. Me fui a Segovia a estudiar y allí fui muy feliz. Segovia ha sido mi cuna de crecimiento y de formación. Luego, tuve que dar el salto profesional a Madrid.

–¿El reino de los políticos es de este mundo? Usted dice que los políticos necesitan más páginas de realidad.

–La política es supernecesaria y creo que los políticos son de este mundo. La política es de este mundo, pero hay algunos políticos que se suben a la parra y después acaban siendo de otro mundo. El otro día leía que en Extremadura se han recibido seis millones de euros para autónomos y pymes y solo se han gastado 2,78. ¿Qué pasa con los otros 3,22 millones? ¿No los gastan porque no tienen ideas, porque no saben cómo gestionarlos? Eso es política.

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El autor ojea su obra. virginia carrasco

–¿Ese subirse a la parra de algunos políticos ayudaría a entender el trastazo que se ha dado la nueva política, Ciudadanos y Podemos, y sus líderes máximos en solo seis años?

–Lo que creo es que ahí sí que se demuestra que los políticos son de otro mundo o se pasan a otro mundo cuando llegan a la realidad. Pero son los políticos. Por ejemplo, que Albert Rivera se diese el batacazo cuando estaba a punto de casi ser presidente del Gobierno es falta de habilidades porque probablemente estés subido al reino de los cielos. Pero eres tú, porque tú tienes que tener los pies en el suelo porque estás representando a gente. Se ha dado ese trastazo, pero eso no significa que los que nos queden sean los buenos.

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–¿Qué significa entonces?

–Que la gente, como pasa en Márketing o en Economía, busca el refugio. Cuando ocurre una crisis, la gente ya no inventa: se va al oro, a las monedas, o invierte en ladrillo, lo que se llama en Economía valores refugio. Pues en política, igual. Existen esos valores refugio, que son los partidos que tienen más solera porque ya se tiene una experiencia con ellos. Y más vale lo malo conocido... Al final, acaban dando la razón a los refranes.

«Cuando ocurre una crisis, la gente acaba recurriendo a los valores refugio»

J. L. BARRERA

–Si no hubiera los sueldazos que hay en política, ¿se querría dedicar tanta gente a ella?

–¿Cree que los que gobiernan tienen sueldos muy grandes?

–En Castilla y León los portavoces de la oposición cobran al año 94.000 euros, un tercio más que el presidente de la Junta.

–¡Tela!

–Y si no es por el sueldo, ¿por qué quiere la gente estar política? A ver si va a ser verdad que existe la erótica del poder...

–En España hay mucho político que no ha trabajado en su vida en una empresa privada, que nunca ha tenido que ser autónomo, que nunca ha tenido una nómina privada, que lo único de lo que ha vivido es del partido. El problema está ahí, no tanto en los sueldos. Los políticos deberían haber trabajado antes de llegar a un cargo público, haber sacado una oposición, un recorrido mínimo laboral que no sea solo el de haber estado en la política. A partir de aquí, si realmente queremos políticos buenos y gestores buenos, los sueldos públicos de cargos con responsabilidad no pueden tener los sueldos bajos que tienen en relación a los que existen en las empresas privadas.

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–¿Cómo puede entenderse que el elevado nivel de corrupción política que existe no acabe cargándose el sistema?

–¡Qué pregunta más peligrosa!

–Cada vez se destapa más corrupción, pero la gente no deja de ir a votar. El sistema aguanta todos los embates.

–Yo creo en la Justicia y yo creo que la Justicia hace su trabajo bien, independientemente del signo político de quien esté en el Gobierno. Al final esto es responsabilidad de quienes tienen que legislar: ellos han de autocontrolarse y han de crear unas leyes que les impidan llegar a la corrupción, poner diques preventivos: es la única solución. Si no hay prevención, seguirá pasando.

«Antes de llegar a un cargo público, los políticos deberían haber trabajado en la empresa privada»

j. l. barrera

–Una figura que ha crecido como la espuma es la del gurú, que aparece siempre al lado del líder del partido o del gobierno de turno. ¿Político sin gurú, jardín sin flores?

–El spin doctor famoso, el asesor de marketing y comunicación política. Al final, si quieres competir ideológicamente y de manera real se necesita a gente que entienda de marketing. Y entro en mi terreno: el marketing se utiliza casi siempre de manera muy peyorativa.

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–¿De verdad lo cree?

–Cuando alguien dice 'esto es puro marketing' está desprestigiándolo. El hecho de que un político se asesore de un experto en marketing y comunicación política para ensalzar sus cualidades es, desde mi punto de vista, lo mejor que puede hacer para servir a la política-realidad. Hoy en día, cuando el marketing es una pieza fundamental en todas las empresas que tienen éxito, también tiene que estar en la política para generar emociones, porque al final lo que se busca es que la gente vaya a votar. Mi pregunta es: ¿La gente va a colocar un voto o va a dar un me gusta como hacen en las redes sociales? Marketing político sí; marketing político emocional, por supuestísimo, pero vamos a trabajarlo bien, de una manera honesta, porque tenemos que sacar emociones para cambiar las cosas.

–Un novelista, un escritor, antes de acabar una obra ya tiene en la cabeza otros proyectos. ¿Cuáles son los suyos?

–'Cuarenta años de mortadela en la tierra del jamón'. Sobre Extremadura. Ese quiero que sea el título de mi próximo libro.

–Ese es el futuro literario. Pero, ¿y el personal? ¿Tiene ya decidido qué quiere ser de mayor?

–Seguir escribiendo, terminar mi tesis doctoral, continuar como profesor universitario, dirigir unos cursos en la Complutense para la formación sobre empleos del futuro y estar abierto al mundo, con la tranquilidad de que estoy haciendo en cada momento lo que me gusta.

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