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Escaño 82: y sucedieron así...

Alfonso Fernández Mañueco y Francisco Igea encaran este lunes el debate de la moción de censura que Luis Tudanca activó a toda prisa

Susana Escribano

Valladolid

Sábado, 20 de marzo 2021, 13:00

«Las cosas podían haber acaecido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así». El inicio de la novela 'El camino', de Miguel Delibes, ... sirvió en julio de 2019 a Francisco Igea para justificar la elección de Alfonso Fernández Mañueco como compañero de gobierno en la Junta, pese a que reconocía que era «verdad que 32 años (del gobierno del PP) son muchos años y son propensos a la soberbia y a las malas políticas».

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El de Cs acuñó ese día aquello del «matrimonio sin amor», expresión usada con abuso hasta el empalago en sucesivas versiones y que ha evolucionado, según expresan los contrayentes, hacia el enamoramiento sincero que trajo el roce de la convivencia. Cs fue una ONG para un PP en horas bajas.

Ese tándem es el que encara este lunes la moción de censura que Luis Tudanca activó a toda prisa. Castilla y León es un pieza más, menor, de un tablero político nacional convertido estas dos últimas semanas en un estercolero en el que todo vale para aguantar en el machito del poder o llegar a él.

Vale convocar elecciones a deshoras o intentar trasladar a los ciudadanos a un ambiente de guerracivilismo político que en una sociedad sana sería impensable que cruzara la frontera de los libros de historia o el cine para meterse de lleno en los telediarios. Vale promover a tránsfugas como si fueran gente respetable, previo pago a escote con dinero público de promotores y promocionados. Mala cosa cuando un político vocifera contra los tránsfugas cuando servirían para desalojarle a él del sillón y enmudece en el momento que se le pregunta por los que paga su partido.

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Ahí andan los doce de Cs en las Cortes de Castilla y León, entre los unos y los otros, sabiendo que la devoción que ahora les profesa el PP de Mañueco es un cariño caníbal y la apelación a la regeneración de Tudanca, una súplica interesada. A eso suman el efecto del desguace de la casa naranja. Y en paralelo a los Tudanca, Mañueco, Igea, Arrimadas, Casado, Ayuso, Sánchez o Iglesias capeamos la doble pandemia, la de la salud y la económica, los herederos de Daniel 'el Mochuelo' o del señor Cayo, a los que dio vida el maestro Delibes.

A la crisis sanitaria y económica hay que sumar la recesión ética. La que lleva a un diputado a hacer bromas gruesas cuando en el Congreso se habla de suicidios, depresiones, ansiedad y falta de atención a la salud mental o a un exalcalde de Aranda de Duero, diputado provincial en Burgos, a mandar a la cocina a una compañera de corporación, la socialista Carmen Miravalles. Este último es Ángel Guerra. Conminado por su partido (PP), ha pedido disculpas. De aquella manera. Por si alguien se ha dado por ofendida, dice. Añade que se le ha malinterpretado. Va a resultar que era el sutil elogio de un intelectual.

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