Jacqueline Cataño, autónoma
«No encontraba trabajo, así que decidí emprender con una amiga»La propietaria del bar Macondo de Zamora reconoce más dificultades en los trámites «por ser extranjera»
Jacqueline Cataño tiene 35 años y se estrenó como autónoma hace siete meses. «Todavía estoy aprendiendo», confiesa. Llegó hace un lustro a España huyendo de ... la guerra en su Colombia natal –«el conflicto armado me quitó a mis padres», relata con tristeza– y se quedó en Zamora por amor tras conocer al que hoy es su esposo. Trabajadora de la hostelería desde el principio, al igual que una amiga de la misma nacionalidad con la que comparte vivienda, reconoce que dio el paso forzada por las circunstancias. «Ella estaba embarazada (ha dado a luz recientemente) y yo no encontraba trabajo, así que decidimos emprender», explica.
El fruto de aquella decisión es el bar Macondo, bautizado con el mismo nombre que el pueblo imaginario en el que se desarrollan algunas de las novelas más conocidas –entre ellas 'Cien años de soledad'– de uno de sus compatriotas más ilustres, el Premio Nobel Gabriel García Márquez. Se animaron a hacerse cargo de un establecimiento hostelero porque «ya teníamos un poco de experiencia, entonces dijimos '¿por qué no hacerlo por nuestra cuenta?' Y nos lanzamos al vacío», recuerda.
Su perfil es el de muchas mujeres migrantes jóvenes «que han encontrado en el autoempleo una vía de acceso al mercado laboral», según recoge un informe de la asociación Tradeyl de CCOO sobre los autónomos en Castilla y León. El estudio refleja que ese colectivo «ha aumentado en los últimos años, especialmente en sectores como el comercio, la hostelería, el cuidado de personas y los servicios personales», impulsado por la falta de oportunidades como asalariadas.
Falta de coordinación
Durante el tiempo que lleva al frente del negocio Jacqueline ha tenido que hacer «muchas diligencias, muchos trámites», y en ese proceso se ha encontrado con la falta de coordinación entre las administraciones. «Estábamos acostumbradas a que nuestras instituciones en nuestro país se comunican entre sí, se comparten la información, y aquí es un poco como que se tiran la pelota unas a otras y todavía estamos en el proceso del cambio de titulación, porque la gente sale a vacaciones y no hay quien la sustituya», lamenta, lo que hace que aún tengan papeleo pendiente.
Su origen también ha influido, y en ese sentido admite haber tenido más dificultades «por ser extranjera», en el sentido de que «para sacar documentos todo se facilita mucho más con un DNI». Eso no quita para que también hayan contado con «acompañamiento» y «ayuda», en particular del Ayuntamiento de Zamora y sobre todo de su marido, que es español y «ha sido un gran apoyo en este emprendimiento». Preguntada por las diferencias entre esta modalidad laboral y el empleo por cuenta de otro, admite que «por un lado ser salarariado es bueno, porque tienes la tranquilidad de recibir el sueldo cada mes, ¿cierto? Pero por otro lado como autónomo, tú manejas tu tiempo», reflexiona.
Sin olvidar que esto último hace más díficil que puedan ser víctimas de algún abuso laboral. «Tu jefe sabe que como extranjera necesitas el contrato (para seguir residiendo en España) y tú no te atreves a renunciar por eso», resume, y lo mismo ocurre «en cuanto a acceder a un piso o a un préstamo, necesitas un contrato, una vida laboral». Al hilo de esto, incide en que el suyo y el de su compañera no ha sido un camino de rosas y deja claro que «es un mito que recibimos muchas ayudas por ser autónomas y por ser extranjeras. Eso es falso», sentencia.
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