Borrar
Una de las cascadas del jardín del Monasterio de Piedra.

Ver fotos

Una de las cascadas del jardín del Monasterio de Piedra. M. M. C.

El Monasterio de Piedra: un plan fantástico para familias con niños (ojo) que no necesiten carrito

El vergel está a 281 kilómetros de Valladolid, pero las cascadas, lagos, grutas y bosques del jardín histórico bien merecen tres horas de viaje

Berta Muñoz Castro

Valladolid

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Miércoles, 22 de mayo 2019, 07:19

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Son más de tres horas de trayecto, pero recorrer los 281 kilómetros que separan Valladolid de Nuévalos (Aranda de Duero-Burgos de Osma-Almazán) realmente merece la pena. En esta localidad zaragozana, entre las abruptas sierras del Sistema Ibérico, está enclavado el Jardín Histórico del Monasterio de Piedra, un parque de ensueño perfecto para pasar un día en familia.

Declarado paisaje pintoresco en 1945, el enclave está considerado como uno de los ecosistemas de mayor riqueza biológica de la Península Ibérica. Cascadas, bosques, lagos, grutas y rocas calizas de formas imposibles se conjugan durante un recorrido de dos horas y media (unos cinco kilómetros) apto para niños que no necesiten carrito o para familias con bebés porteados.

Porque para disfrutar plenamente de las maravillas que ofrece este vergel alimentado por el Río Piedra es recomendable hacer el itinerario completo y con sillita no es viable debido a los numerosos escalones, desniveles y grutas del itinerario. Por eso, no es buena idea (aunque los menores de cuatro años no paguen entrada) acudir con pequeños que están comenzado a caminar o con niños que se cansan con facilidad.

Infografía del recorrido del Monasterio de Piedra.
Infografía del recorrido del Monasterio de Piedra.

Para el resto, será una experiencia inolvidable. Nada más pasar el torno de entrada, la primera sorpresa. Todos los niños tendrán la oportunidad de ponerse un guante de cetrero para que un búho real de dimensiones considerables se pose durante unos segundos (el tiempo necesario para que un trabajador del parque tire un par de fotos) en su antebrazo.

La instantánea se podrá recoger a la salida con librito explicativo incluido previo pago de diez euros. Un recuerdo precioso, pero un sablazo en toda regla, teniendo en cuenta que la entrada del día completo al complejo –que incluye una visita guiada de 35 minutos al edificio del monasterio del siglo XII (muy recomendable) y al museo del chocolate (totalmente prescindible)– es de 16 euros para los adultos y de 11 euros para niños y jubilados.

Olvidado el tapón recaudatorio y salvando una cuesta abajo bastante empinada solo queda disfrutar durante el tiempo que nos plazca (hasta el 27 de octubre el horario es de 9:00 a 20:00 horas) de un espectáculo natural que sobrepasa las expectativas de todos los visitantes. Solo dos consejos: no hay que dejarse arrastrar por el ritmo de turistas y es imprescindible entrar en la gruta Iris que, aunque algo agobiante, es de lo mejor del parque.

Los visitantes pueden disfrutar de una exhibición de aves rapaces. B. M. C.

Tres exhibiciones de aves rapaces

Cuando se levantó el complejo cisterciense, en la época medieval, el arte de la cetrería vivió su época dorada y cualquier caballero europeo que se preciara conocía la técnica al dedillo. No es casualidad entonces que todos los días los visitantes de los jardines del Monasterio de Piedra puedan disfrutar de una exhibición de aves rapaces. Hasta el 7 de julio hay tres pases: a las 11.30, 13.00 y 16.30 horas.

Los niños no solo pueden ver sobrevolar a centímetros escasos de sus cabezas águilas, halcones o buitres, sino que conocerán todas las curiosidades de estas aves y su importante contribución a la conservación del medioambiente.

Si no saben cómo planificar el día, es mejor invertir la mañana en la caminata por el parque evitando las horas de más calor y dejar para la tarde la visita guiada al monasterio (35 minutos) y la exhibición de aves (30 minutos justos), eso sí, siempre con una gorra porque no hay dónde cobijarse del sol.

Para comer hay un amplio abanico de opciones. Pueden tirar de bocata y almorzar en alguna de las praderas del complejo o en el merendero de la entrada o, si quieren más comodidad, sentarse a la mesa en el restaurante del Monasterio de Piedra –siempre que se haya reservado–. En las inmediaciones hay una docena de establecimientos con menús del día asequibles. En el hotel Las Truchas, por 14 euros y a un par de kilómetros del parque, ofrecen una propuesta casera muy bien elaborada.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios